Miles de fieles rinden homenaje al papa Francisco en su sepulcro de Roma
La tumba, ubicada en una capilla lateral iluminada con luz tenue, recibió a cerca de 20.000 fieles durante las primeras horas de apertura al público.

Miles de personas recorren desde hoy la Basílica de Santa María la Mayor para visitar el sepulcro del papa Francisco, un día después de que sus restos fueran trasladados a su lugar de descanso definitivo. La tumba, ubicada en una capilla lateral iluminada con luz tenue, recibió a cerca de 20.000 fieles durante las primeras horas de apertura al público.
La fila comenzó a formarse una hora antes de que la basílica abriera sus puertas. "Queríamos estar entre los primeros en despedirnos. Él marcó nuestras vidas", comentó una peregrina argentina, mientras esperaba bajo el sol matutino. El cuerpo de Jorge Bergoglio reposa bajo una lápida de piedra de Liguria, región italiana de sus ancestros, con la sencilla inscripción en latín: "Franciscus".
La elección del material y el diseño respondió a las disposiciones del testamento del pontífice, quien insistió en evitar cualquier ostentación. Sobre la tumba, una rosa blanca y una réplica de la cruz pectoral que usó durante su papado completaron el austero homenaje.
La Basílica de Santa María la Mayor, escogida por Francisco para su sepultura, fue un sitio recurrente en su ministerio. Allí oró ante el icono de la Virgen Salus Populi Romani en múltiples ocasiones, algo que, según señalaron fuentes cercanas al Vaticano, "reflejó hasta el final su profunda devoción mariana".
La conexión con sus raíces también quedó plasmada en la piedra ligur, un detalle simbólico que une su legado con la tierra de sus antepasados. "Era importante para él honrar sus orígenes", explicó un sacerdote presente en el lugar.
La afluencia masiva de este primer día anticipa una peregrinación sostenida en los próximos meses. Autoridades vaticanas estiman que Santa María la Mayor se consolidará como un sitio de recogimiento global, tal como ocurrió con tumbas de papas anteriores.
Mientras el sol caía sobre Roma, las filas continuaban. Entre los visitantes hubo jóvenes, ancianos y familias enteras, un mosaico de fieles que, en silencio, honraron al hombre que lideró la Iglesia católica con un estilo revolucionario y cercano.