Los obstáculos en zonas rurales: “Hay que romper con el prejuicio de que los chicos no quieren estudiar”

En las zonas rurales, la distancia de la casa a la escuela, los factores climáticos, la falta de transporte o de infraestructura que acompaña esas trayectorias escolares y la necesidad temprana de estos jóvenes de hacer tareas de cuidado en el hogar o de trabajar para hacer un aporte económica en la casa, hace que sea muy distinta la experiencia de alguien que se educa en una ciudad. De estos obstáculos y de los apoyos que necesitan los adolescentes y los jóvenes de las zonas menos pobladas, es que hablamos con Natalia Brutto, directora ejecutiva de Minkai, en el podcast de Hambre de Futuro. “Hay toda una Argentina que a veces nos queda oculta a quienes vivimos en las grandes ciudades o quienes hemos tenido las oportunidades de acceso más a la mano. La mitad de las familias a las que nosotras acompañamos, no había terminado el nivel primario. Para nosotros es una realidad muy cotidiana. En estos contextos, tener una bicicleta o no hace una diferencia para que un chico llegue a la escuela. Acompañar todo ese entramado es clave porque hace posible un poder estudiar”, dice Brutto.Para Brutto, hay que romper con el prejuicio de que los chicos no quieren estudiar y concentrarse en darles los apoyos necesarios para que puedan sostener sus trayectorias escolares. Además, pone sobre la mesa la crisis que atraviesa la educación. “La escuela era una institución que brindaba prestigio, brindaba herramientas y demás, y eso hoy por hoy está en debate, y eso se les hace cuerpo a los chicos. Es difícil sostener la escolaridad a veces, si no entendés muy bien para qué sirve”, afirma. Estar en contacto con familias a las que todos les cuesta más, que tienen sus derechos básicos cubiertos y a las que les faltan oportunidades, es una experiencia que te hace cuestionar tu propia existencia y, por eso, cuesta mucho volver a nuestra cotidianeidad. “Es duro volver de estos contextos a tu casa con agua caliente, con una cama cómoda, con las cuatro comidas garantizadas, podés prender la tele, poner la radio y elegir todo el tiempo. Te das cuenta que la posibilidad de elegir que vos das por sentada no es para nada natural, o no está garantizada para todos. Y ahí reparás en lo afortunada que sos, o el privilegio que tenés, y que tendría que ser moneda corriente para todos”, concluye Brutto.Escuchá el podcast completo en Spotify y en Youtube

Abr 30, 2025 - 21:16
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Los obstáculos en zonas rurales: “Hay que romper con el prejuicio de que los chicos no quieren estudiar”

En las zonas rurales, la distancia de la casa a la escuela, los factores climáticos, la falta de transporte o de infraestructura que acompaña esas trayectorias escolares y la necesidad temprana de estos jóvenes de hacer tareas de cuidado en el hogar o de trabajar para hacer un aporte económica en la casa, hace que sea muy distinta la experiencia de alguien que se educa en una ciudad. De estos obstáculos y de los apoyos que necesitan los adolescentes y los jóvenes de las zonas menos pobladas, es que hablamos con Natalia Brutto, directora ejecutiva de Minkai, en el podcast de Hambre de Futuro.

Hay toda una Argentina que a veces nos queda oculta a quienes vivimos en las grandes ciudades o quienes hemos tenido las oportunidades de acceso más a la mano. La mitad de las familias a las que nosotras acompañamos, no había terminado el nivel primario. Para nosotros es una realidad muy cotidiana. En estos contextos, tener una bicicleta o no hace una diferencia para que un chico llegue a la escuela. Acompañar todo ese entramado es clave porque hace posible un poder estudiar”, dice Brutto.

Para Brutto, hay que romper con el prejuicio de que los chicos no quieren estudiar y concentrarse en darles los apoyos necesarios para que puedan sostener sus trayectorias escolares. Además, pone sobre la mesa la crisis que atraviesa la educación. “La escuela era una institución que brindaba prestigio, brindaba herramientas y demás, y eso hoy por hoy está en debate, y eso se les hace cuerpo a los chicos. Es difícil sostener la escolaridad a veces, si no entendés muy bien para qué sirve”, afirma.

Estar en contacto con familias a las que todos les cuesta más, que tienen sus derechos básicos cubiertos y a las que les faltan oportunidades, es una experiencia que te hace cuestionar tu propia existencia y, por eso, cuesta mucho volver a nuestra cotidianeidad. “Es duro volver de estos contextos a tu casa con agua caliente, con una cama cómoda, con las cuatro comidas garantizadas, podés prender la tele, poner la radio y elegir todo el tiempo. Te das cuenta que la posibilidad de elegir que vos das por sentada no es para nada natural, o no está garantizada para todos. Y ahí reparás en lo afortunada que sos, o el privilegio que tenés, y que tendría que ser moneda corriente para todos”, concluye Brutto.

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