Aunque su presencia habitual en las alfombras rojas del circuito mediático la acerque cada vez más al arquetipo de 'celebrity', la trayectoria de Marina Abramovic (1946) sigue firmemente inscrita en el gran relato del arte. En numerosos proyectos ha conseguido llevar al límite una compleja exploración del yo –propio y ajeno– y establecer códigos que han inspirado a generaciones de 'performers'. Baste recordar la descarga emocional de 'Rhythm 0' (1974), donde ofreció su propio cuerpo al público como objeto de experimentación; 'Balkan Baroque' (1997), impresionante intervención en la que limpiaba una montaña de huesos empapados en sangre y que le valió el León de Oro en Venecia; o 'The Artist is Present' (2010), acción de 736 horas durante la cual...
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