Hace cuatro siglos, Quevedo podía escribir un libelo fundamentado o no contra el hombre más poderoso del reino, el conde-duque de Olivares, con riesgo de terminar en un penal, eso sí. El inédito acaba de aparecer y lo que era posible en 1633 resulta excéntrico en un presente dado a la autocensura, el exilio interior o el simple quitarse de en medio. Los quevedos, por lo general, andan a la fuga o pensionados por el Instituto Cervantes. Todavía vemos gente que se pregunta por qué instituciones y empresas públicas y privadas se pusieron al servicio de los intereses de la mujer de Sánchez, con lo fácil que es responder: 1) para recibir algo a cambio, 2) para no tener problemas...
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