Exitoso reencuentro wagneriano de la Orquesta de Valencia y despedida de Gaffigan en Les Arts
El reencuentro de la Orquesta de Valencia con Wagner, un compositor cuyos pentagramas fueron más o menos habituales en los programas de nuestra formación años atrás, aconteció con magníficos resultados, y buena parte de la culpa la tuvo su director titular Alexander Liebreich que no renunció a una lectura de indudable sentido dramático confiando plenamente en las posibilidades de sus músicos. Que la orquesta de Valencia se encuentra en un excelente momento de forma ya lo sabemos, pero la solvencia con la que se enfrentó el pasado viernes a esta música plagada de retos no sólo técnicos sino también idiomáticos más que sorprendernos, nos congratuló. Reconozcamos que era una incógnita el resultado que Liebreich obtendría de este repertorio tan cercano a priori a su contexto musical y desde el inicio con la tormenta con la que se inicia la magistral jornada wagneriana se nos disiparon las dudas, pues el muniqués pues narró sin titubeos este primer acto de la Walkiria. Notable fue la Sieglinde de la mezzosoprano Sarah Wegener , con una gran homogeneidad y naturalidad en el canto, sin necesidad de modificarlo en los pasajes más comprometidos y un vibrato realmente grato. En cuanto al tenor Daniel Behle como Siegmund, mostró en su línea de canto buenas maneras canoras tanto en el fraseo como en el timbre, sin embargo, su instrumento, de indudable calidad como pudo comprobarse en pasajes de arrojo como el célebre Notung. Seguramente rendirá en muchas mejores condiciones con otro repertorio pues la falta proyección, pues su voz no conseguía sobrepasar mucho más allá de la mitad del patio de butacas, y tamaño. La gran orquesta fue inmisericorde con los limitados medios de los que dispone para sobrepasar el muro de sonido de una formación que, además, en estas circunstancias no existe foso que de alguna forma contenga el sonido orquestal. Liebreich hizo lo que pudo, pero lo que está escrito no puede eliminarse por mucho que se controlen los volúmenes. Enorme y temible como corresponde a su rol, la voz del barítono Ante Jerkunica que encarnó a un temible Hunding, estremeció desde el mismo inicio con la inquietante aparición desde uno de los laterales del escenario. Magníficos todos los atriles de una orquesta sin fisuras: empastada, dúctil y también poderosa cuando se requiere, pero también íntima en las escenas dentro de la cabaña protagonizadas por la pareja de «hermanos». A destacar las intervenciones más que meritorias de clarinete bajo, corno inglés, oboe o violonchelo entre otros. En la primera parte sonaron los siempre conmovedores acordes de esa obra «a parte» dentro del catálogo wagneriano que es el Idilio de Sigfrido. Una partitura de total madurez, aunque de modestas proporciones métricas, 400 compases , si la comparamos con el resto de su corpus operístico, estrenada en el entorno familiar de la escalera de su casa junto al lago de Lucerna, y para un pequeño grupo instrumental, pero de hondas intenciones pues se mueve entre una belleza terrenal en ocasiones, hiriente y profunda en otras. Fue una lectura en la que Liebreich puso el foco más en las bellezas que encierra la obra que en las profundidades psicológicas de esta, que también las tiene, consiguiendo una interpretación fluida sin grandes contrastes dinámicos ni acusada elasticidad en los tiempos. Destacaron en esta ocasión los primeros atriles que demanda la obra entre ellos Roberto Turlo , magnífico toda la tarde wagneriana, María Rubio o el concertino Enrique Palomares . El público supo disfrutar de las esencias que emanaron del tarro abierto por Liebreich y sus músicos, premió con una gran ovación a unos y otros. Fuera del auditorio del viejo cauce, como si la ópera hubiera traspasado los límites de la ficción estalló también la tormenta de forma repentina, irrumpiendo en la que parecía una apacible tarde primaveral. ------------------------------------------------------------------------------------- Viernes 4 de abril de 2025 Richard Wagner, Idilio de Sigfrido, Primer acto de la Walkiria Sarah Wegener, Daniel Behle, Ante Jerkunica Orquesta de Valencia Alexander Liebreich, director musical Gracias y suerte Mr. Gaffigan El del pasado jueves día de abril significó el último concierto del director neoyorquino James Gaffigan como director musical del teatro valenciano. Esperemos que en un futuro nos visite en calidad de invitado y que la ruptura amistosa no sea definitiva. Cinco temporadas que, sin duda, han supuesto una subida en la calidad, musicalmente hablando. Sin alcanzarse las cuotas impuestas por los dos directores que inauguraron el proyecto, mitos de la batuta del pasado siglo y de este, Lorin Maazel y Zubin Mehta en los años que estuvieron al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, Gaffigan ha logrado dar carpetazo, por el compromiso demostrado, calidad y profesionalidad a años de mucha incertidumbre entre fiascos en la titularidad, quizás Roberto Abbado aparte, alternados con más que dignos invitados. Gaffigan ha puesto a punto,
El reencuentro de la Orquesta de Valencia con Wagner, un compositor cuyos pentagramas fueron más o menos habituales en los programas de nuestra formación años atrás, aconteció con magníficos resultados, y buena parte de la culpa la tuvo su director titular Alexander Liebreich que no renunció a una lectura de indudable sentido dramático confiando plenamente en las posibilidades de sus músicos. Que la orquesta de Valencia se encuentra en un excelente momento de forma ya lo sabemos, pero la solvencia con la que se enfrentó el pasado viernes a esta música plagada de retos no sólo técnicos sino también idiomáticos más que sorprendernos, nos congratuló. Reconozcamos que era una incógnita el resultado que Liebreich obtendría de este repertorio tan cercano a priori a su contexto musical y desde el inicio con la tormenta con la que se inicia la magistral jornada wagneriana se nos disiparon las dudas, pues el muniqués pues narró sin titubeos este primer acto de la Walkiria. Notable fue la Sieglinde de la mezzosoprano Sarah Wegener , con una gran homogeneidad y naturalidad en el canto, sin necesidad de modificarlo en los pasajes más comprometidos y un vibrato realmente grato. En cuanto al tenor Daniel Behle como Siegmund, mostró en su línea de canto buenas maneras canoras tanto en el fraseo como en el timbre, sin embargo, su instrumento, de indudable calidad como pudo comprobarse en pasajes de arrojo como el célebre Notung. Seguramente rendirá en muchas mejores condiciones con otro repertorio pues la falta proyección, pues su voz no conseguía sobrepasar mucho más allá de la mitad del patio de butacas, y tamaño. La gran orquesta fue inmisericorde con los limitados medios de los que dispone para sobrepasar el muro de sonido de una formación que, además, en estas circunstancias no existe foso que de alguna forma contenga el sonido orquestal. Liebreich hizo lo que pudo, pero lo que está escrito no puede eliminarse por mucho que se controlen los volúmenes. Enorme y temible como corresponde a su rol, la voz del barítono Ante Jerkunica que encarnó a un temible Hunding, estremeció desde el mismo inicio con la inquietante aparición desde uno de los laterales del escenario. Magníficos todos los atriles de una orquesta sin fisuras: empastada, dúctil y también poderosa cuando se requiere, pero también íntima en las escenas dentro de la cabaña protagonizadas por la pareja de «hermanos». A destacar las intervenciones más que meritorias de clarinete bajo, corno inglés, oboe o violonchelo entre otros. En la primera parte sonaron los siempre conmovedores acordes de esa obra «a parte» dentro del catálogo wagneriano que es el Idilio de Sigfrido. Una partitura de total madurez, aunque de modestas proporciones métricas, 400 compases , si la comparamos con el resto de su corpus operístico, estrenada en el entorno familiar de la escalera de su casa junto al lago de Lucerna, y para un pequeño grupo instrumental, pero de hondas intenciones pues se mueve entre una belleza terrenal en ocasiones, hiriente y profunda en otras. Fue una lectura en la que Liebreich puso el foco más en las bellezas que encierra la obra que en las profundidades psicológicas de esta, que también las tiene, consiguiendo una interpretación fluida sin grandes contrastes dinámicos ni acusada elasticidad en los tiempos. Destacaron en esta ocasión los primeros atriles que demanda la obra entre ellos Roberto Turlo , magnífico toda la tarde wagneriana, María Rubio o el concertino Enrique Palomares . El público supo disfrutar de las esencias que emanaron del tarro abierto por Liebreich y sus músicos, premió con una gran ovación a unos y otros. Fuera del auditorio del viejo cauce, como si la ópera hubiera traspasado los límites de la ficción estalló también la tormenta de forma repentina, irrumpiendo en la que parecía una apacible tarde primaveral. ------------------------------------------------------------------------------------- Viernes 4 de abril de 2025 Richard Wagner, Idilio de Sigfrido, Primer acto de la Walkiria Sarah Wegener, Daniel Behle, Ante Jerkunica Orquesta de Valencia Alexander Liebreich, director musical Gracias y suerte Mr. Gaffigan El del pasado jueves día de abril significó el último concierto del director neoyorquino James Gaffigan como director musical del teatro valenciano. Esperemos que en un futuro nos visite en calidad de invitado y que la ruptura amistosa no sea definitiva. Cinco temporadas que, sin duda, han supuesto una subida en la calidad, musicalmente hablando. Sin alcanzarse las cuotas impuestas por los dos directores que inauguraron el proyecto, mitos de la batuta del pasado siglo y de este, Lorin Maazel y Zubin Mehta en los años que estuvieron al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, Gaffigan ha logrado dar carpetazo, por el compromiso demostrado, calidad y profesionalidad a años de mucha incertidumbre entre fiascos en la titularidad, quizás Roberto Abbado aparte, alternados con más que dignos invitados. Gaffigan ha puesto a punto, de nuevo, la máquina de precisión que es la orquesta titular del teatro y eso merece nuestro reconocimiento. Curioso el programa que ha servido para despedir al norteamericano pero que a buen seguro habrá que atribuirlo al hecho de que ya se había conformado antes de que amistosamente se pusiera punto y final a la relación. No acertaríamos, aunque nos dieran cien oportunidades, a adivinar que la ultra nacionalista a la par que magistral cantata, Alexander Nevsky de Prokofiev sería la última obra que Gaffigan dirigiría como titular en les Arts. Previamente a ella dos obras infrecuentes de compositores que no necesitan presentación. La Canción de los espíritus sobre las aguas de Schubert y la Sinfonía La pasión de Haydn fueron ofrecidas en versiones irreprochables desde el punto de vista técnico, aunque les faltó vuelo imaginativo a la primera y más variedad dinámica en el caso de la sinfonía Haydiana. El plato fuerte sería la cantata Alexánder Nevski compuesta por Prokofiev en 1939 a partir de la banda sonora que completó para la obra homónima del cineasta Serguei Eisenstein que fue todo lo espectacular que cabría esperar cuando Gaffigan aborda un repertorio que le va como anillo al dedo, aunque en determinados instantes se echó en falta algo de «orden y concierto». Es la obra del compositor nacido en la Ucrania soviética un tour de force para músicos y coro que canta en ocasiones en tesituras extremas. El Cor de la Generalitat lo dio todo, aunque quizás algunos refuerzos habrían venido bien para no llevar al límite a la formación coral, que en algún instante se las vió y deseó para alcanzar con la homogeneidad requerida los fortísmos demandados por la partitura. No obstante, bravo. La mezzosoprano rusa Olesya Petrova cantó con autoridad vocal e idiomatismo sus breves compases en los que representa a una mujer que busca en el campo de batalla a su amante desaparecido. Un caluroso aplauso, emoción contenida por parte del público y ramo de flores de parte de los músicos de la orquesta pusieron punto y final a la «etapa Gaffigan». Solo queda agradecer la entrega y el buen hacer del todavía joven director y desearle lo mejor allá donde vaya. De hecho, durante los años en que ha sido titular en Valencia , su prestigio no ha hecho más que crecer, poniéndose al frente de las grandes formaciones de su país, o en Europa colaborando con grandes formaciones como, recientemente, la siempre extraordinaria orquesta de la Radiodifusión Bávara y asumiendo una segunda titularidad como es la del teatro de la Komische oper de Berlín. Jueves 3 de abril de 2025 Palau de Les Arts Obras de Shubert y Prokofiev Olesya Petrova Orquesta de la Comunitat Valenciana James Gaffigan, director musical
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