La regeneración del agua se consolida como gran bálsamo frente al estrés hídrico
¿Beberemos en el futuro agua regenerada a partir de avanzados tratamientos de las aguas residuales? Pues no estamos tan lejos. Los astronautas que realizan largas misiones en la Estación Espacial Internacional ya utilizan un complejo sistema de purificación que transforma el agua del sudor y la orina en un líquido potable para su consumo. Y en Singapur, durante los meses más secos, el agua regenerada a través de sofisticadas tecnologías se añade a la almacenada en embalses para su posterior consumo doméstico. La denominan New Water, y los científicos singapurenses afirman que pasa con creces los parámetros de agua potable que exige la Organización Mundial de la Salud (OMS). Beber agua regenerada no es inusual tampoco en países como Israel y Chipre ni en estados americanos como Texas, California y Colorado. Quédense tranquilos los más recelosos porque en España nuestra legislación prohíbe expresamente el agua regenerada para el consumo humano. Lo ha vuelto a recordar el nuevo reglamento de reutilización de agua que el Gobierno aprobó el año pasado (el anterior era de 2007), y que junto a una nueva directiva sobre el tratamiento de aguas residuales urbanas, plantean los desafíos en la futura gestión del ciclo del agua. El sector tendrá que adaptarse a requerimientos más exigentes que llegan desde Bruselas para depurar las aguas sucias de las ciudades. Y el reglamento también aumenta los requisitos para el tratamiento y el control de las aguas regeneradas. El objetivo es que tengan una elevada calidad y que sean seguras para el medio ambiente y la salud humana y animal. El agua es un recurso escaso y muy valioso. Sobre todo en un país como España con periodo de sequías cada vez más frecuentes y prolongados (en 2023 el 14,6% del territorio estuvo en emergencia por escasez de agua) y donde los efectos del cambio climático ya se sienten. Por tanto, reutilizar agua regenerada es un preciado recurso en esos momentos de estrés hídrico. Y en cualquier época porque alivia presiones sobre masas de agua superficiales y subterráneas que se utilizan como potables. Además, ofrece fiabilidad y regularidad de suministro. Realmente «reutilizamos agua regenerada por necesidad. Hay zonas del país en las que tenemos un déficit hídrico ya importante. Si no fuera por estas fuentes de reutilización no tendríamos dotación suficiente para riego y otros usos», aseguran Belén Gutiérrez y Silvia Gallego, miembros del Consejo de Dirección de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR). Quizá por esa necesidad España es líder en reutilización de agua. Somos el país europeo que más volumen de agua regenerada produce. Y quinta potencia mundial por capacidad de reutilización instalada. Según AEDyR, el 27% de las más de 2.000 Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) que existen están preparadas tecnológicamente para aplicar los tratamientos que hacen posible la reutilización. Hoy día damos una segunda vida a más de 400 hectómetros cúbicos al año, eso supone entre el 7 y 13% del agua residual tratada. El 90% del agua que se reutiliza se concentra en Valencia, Murcia, Andalucía, Canarias, Baleares y las ciudades grandes como Madrid y Barcelona. Este sector es un referente internacional en el desarrollo de tecnología de tratamiento y regeneración. Si somos un referente en agua regenerada, cuesta creer que España acumule multas de la UE por incumplimientos de la directiva de aguas residuales desde hace años. Todavía hay muchos municipios sin depuradora y están obligados a ello. «Y en otros, muchas depuradoras no cumplen normativa, están obsoletas y tendrían que ser remodeladas», afirma Jesús González, catedrático de Microbiología y director del Instituto del Agua de la Universidad de Granada. Las aguas residuales urbanas y las industriales (que sean asimilables a las urbanas) se someten a una serie de procesos para su depuración. Un tratamiento convencional separa los sólidos, reduce la materia orgánica con un reactor biológico y elimina grasas y arenas. Después se realiza una desinfección básica. Este agua depurada se puede verter a los ríos. O puede recibir tratamientos adicionales con tecnologías innovadoras, como oxidaciones avanzadas, ultrafiltración, desinfección ultravioleta, ósmosis inversa... para su reutilización con mayor calidad y fiabilidad. Por ejemplo, con este último sistema «el agua teóricamente se puede beber. Elimina todo tipo de virus, bacterias, fármacos, metales pesados... Es un agua pura», estima Jesús González. Gran parte del agua regenerada que producimos en España, el 60%, se destina a riego agrícola. Es en este sector donde tiene mayor gran potencial. No hay que olvidar que somos el primer proveedor de frutas y hortalizas de la UE, y el tercero del mundo, tras EE.UU. y China. Y el segundo Estado comunitario en cuanto a extensión agrícola, con 23,4 millones de hectáreas de superficie utilizada para cultivos, casi la mitad de nuestro territorio. El resto del agua regenerada que producimos la util
¿Beberemos en el futuro agua regenerada a partir de avanzados tratamientos de las aguas residuales? Pues no estamos tan lejos. Los astronautas que realizan largas misiones en la Estación Espacial Internacional ya utilizan un complejo sistema de purificación que transforma el agua del sudor y la orina en un líquido potable para su consumo. Y en Singapur, durante los meses más secos, el agua regenerada a través de sofisticadas tecnologías se añade a la almacenada en embalses para su posterior consumo doméstico. La denominan New Water, y los científicos singapurenses afirman que pasa con creces los parámetros de agua potable que exige la Organización Mundial de la Salud (OMS). Beber agua regenerada no es inusual tampoco en países como Israel y Chipre ni en estados americanos como Texas, California y Colorado. Quédense tranquilos los más recelosos porque en España nuestra legislación prohíbe expresamente el agua regenerada para el consumo humano. Lo ha vuelto a recordar el nuevo reglamento de reutilización de agua que el Gobierno aprobó el año pasado (el anterior era de 2007), y que junto a una nueva directiva sobre el tratamiento de aguas residuales urbanas, plantean los desafíos en la futura gestión del ciclo del agua. El sector tendrá que adaptarse a requerimientos más exigentes que llegan desde Bruselas para depurar las aguas sucias de las ciudades. Y el reglamento también aumenta los requisitos para el tratamiento y el control de las aguas regeneradas. El objetivo es que tengan una elevada calidad y que sean seguras para el medio ambiente y la salud humana y animal. El agua es un recurso escaso y muy valioso. Sobre todo en un país como España con periodo de sequías cada vez más frecuentes y prolongados (en 2023 el 14,6% del territorio estuvo en emergencia por escasez de agua) y donde los efectos del cambio climático ya se sienten. Por tanto, reutilizar agua regenerada es un preciado recurso en esos momentos de estrés hídrico. Y en cualquier época porque alivia presiones sobre masas de agua superficiales y subterráneas que se utilizan como potables. Además, ofrece fiabilidad y regularidad de suministro. Realmente «reutilizamos agua regenerada por necesidad. Hay zonas del país en las que tenemos un déficit hídrico ya importante. Si no fuera por estas fuentes de reutilización no tendríamos dotación suficiente para riego y otros usos», aseguran Belén Gutiérrez y Silvia Gallego, miembros del Consejo de Dirección de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR). Quizá por esa necesidad España es líder en reutilización de agua. Somos el país europeo que más volumen de agua regenerada produce. Y quinta potencia mundial por capacidad de reutilización instalada. Según AEDyR, el 27% de las más de 2.000 Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) que existen están preparadas tecnológicamente para aplicar los tratamientos que hacen posible la reutilización. Hoy día damos una segunda vida a más de 400 hectómetros cúbicos al año, eso supone entre el 7 y 13% del agua residual tratada. El 90% del agua que se reutiliza se concentra en Valencia, Murcia, Andalucía, Canarias, Baleares y las ciudades grandes como Madrid y Barcelona. Este sector es un referente internacional en el desarrollo de tecnología de tratamiento y regeneración. Si somos un referente en agua regenerada, cuesta creer que España acumule multas de la UE por incumplimientos de la directiva de aguas residuales desde hace años. Todavía hay muchos municipios sin depuradora y están obligados a ello. «Y en otros, muchas depuradoras no cumplen normativa, están obsoletas y tendrían que ser remodeladas», afirma Jesús González, catedrático de Microbiología y director del Instituto del Agua de la Universidad de Granada. Las aguas residuales urbanas y las industriales (que sean asimilables a las urbanas) se someten a una serie de procesos para su depuración. Un tratamiento convencional separa los sólidos, reduce la materia orgánica con un reactor biológico y elimina grasas y arenas. Después se realiza una desinfección básica. Este agua depurada se puede verter a los ríos. O puede recibir tratamientos adicionales con tecnologías innovadoras, como oxidaciones avanzadas, ultrafiltración, desinfección ultravioleta, ósmosis inversa... para su reutilización con mayor calidad y fiabilidad. Por ejemplo, con este último sistema «el agua teóricamente se puede beber. Elimina todo tipo de virus, bacterias, fármacos, metales pesados... Es un agua pura», estima Jesús González. Gran parte del agua regenerada que producimos en España, el 60%, se destina a riego agrícola. Es en este sector donde tiene mayor gran potencial. No hay que olvidar que somos el primer proveedor de frutas y hortalizas de la UE, y el tercero del mundo, tras EE.UU. y China. Y el segundo Estado comunitario en cuanto a extensión agrícola, con 23,4 millones de hectáreas de superficie utilizada para cultivos, casi la mitad de nuestro territorio. El resto del agua regenerada que producimos la utilizamos en regar campos de gol, parques y jardines en ciudades, o en limpiar calles. También se usa en la industria para refrigerar equipos o para limpiar. Cada vez tiene un mayor uso medioambiental: se emplea para mejorar otras fuentes de agua como recargar acuíferos (con el fin de evitar la intrusión salina del mar), humedales o mejorar los caudales ecológicos de los ríos. Lo más innovador es generar hidrógeno verde a partir de agua regenerada. La empresa pública Canal de Isabel II quiere construir en Madrid la primera planta del país con esta tecnología. Pues para cada uno de esos usos el agua regenerada debe tener una calidad y cumplir unos requisitos establecidos en el reglamento aprobado en 2024. Por ejemplo, estará libre de E-coli la que riegue jardines privados. La normativa desarrolla una tipología de calidades de aguas, el destino para el que pueden ser utilizadas y los parámetros que se debe cumplir en cada caso. Porque nada tiene que ver un agua depurada que se utiliza para limpiar una calle con el agua que riega una huerta. «El reglamento regula los planes de gestión del riesgo del agua regenerada, permitiendo un uso seguro del agua al seguir una serie de pasos y procedimientos. Y también incluye barreras, es decir medidas certificadas por la OMS. Por ejemplo, una barrera puede ser dejar pasar 48 horas tras regar un cultivo antes de que entren los trabajadores a recoger la cosecha. Durante esas 48 horas el sol y el aire acaban con los microorganismos que puedan quedar en la superficie de cultivo y se puede cosechar sin riesgo», explica Rubén Brandan, experto en reutilización miembro de AEDyR. «La normativa establece a nivel nacional un comité de seguimiento de la utilización de agua regenerada, propone la posibilidad de crear un sello de calidad para las EDAR y empresas que produzcan ese agua, y fija unos controles sobre la calidad de la agua regenerada. Está pensado sobre todo para aplicar en la agricultura», añade Jesús González. Esta nueva regulación es toda una oportunidad para el sector ya que «promoverá no solo la existencia de instalaciones que regeneren el agua, sino también la infraestructura de transporte que permita que el agua llegue donde sea necesario y pueda utilizarse», considera Jesús Maza, presidente de la Asociación Española de Empresas Gestoras de Agua Urbana (AEAS-AGA). Aunque el agua regenerada puede resultar más cara. «La zona de Levante y sureste cuenta con ayudas para este tipo de tratamientos que hacen que sea un agua competitiva para los usuarios. Hay que tener en cuenta que la fuente de agua alternativa es más escasa. Para el sector agrícola no debería tener un coste representativo ya que los agricultores consiguen garantizar las cosechas, aumentar la producción y diversificar sus productos», dicen Belén Gutiérrez y Silvia Gallego. La Región de Murcia es la comunidad que mayor porcentaje de agua regenerada reutiliza: un 98% de su aguas residuales, frente al 10% de la media nacional, lo que permite destinar cada año cerca de 120 hectómetros cúbicos para el riego de cultivos. Su modelo se ha convertido en un referente internacional. Investigadores, empresas e instituciones de otros países viajan hasta estas tierras bañadas por el Segura para conocer una estrategia que empezó a echar cimientos hace 25 años, con la ley de Saneamiento y Depuración de Aguas Residuales de 2000. Hoy la región cuenta con una red de 100 estaciones depuradoras y 56 de bombeo que llega al 99,2 % de la población. Una infraestructura vital en una zona que se conoce por ser la huerta de Europa. Aquí se produce el 25% de las frutas y hortalizas que exportamos a nuestros países vecinos. «La actividad de regadío es importante a nivel económico, social y medioambiental. Es un freno al avance de la desertificación. La eficiencia en el uso del agua alcanza al 85% de la superficie de regadío, que está mecanizada. Cuentan con riego por goteo, tienen sistemas conectados a subestaciones meteorológicas, sensores de humedad en el suelo... para gastar la mínima agua», indica José Sandoval, director general del Agua de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Por eso cada gota cuenta en una región que además tiene un clima subtropical árido, con prolongadas sequías y escasez hídrica. «El agua regenerada es el 15% del agua que se utiliza para regar. Por tanto es necesaria junto con las aguas superficiales de la cuenca del Segura, el agua subterránea, la que llega del trasvase Tajo-Segura y el agua desalada», indica José Sandoval, director general del Agua de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Una infraestructura planificada que se ha ido construyendo con tiempo y a la que se ha dedicado 1.300 millones de euros en total. Está gestionada por la empresa pública Esamur (Entidad Regional de Saneamiento y Depuración), «que ha realizado un gran esfuerzo en I+D, probando tratamientos y tecnologías para detectar cuáles funcionan mejor en nuestra situación», señala Sandoval. Fruto de ese trabajo hoy las estaciones de depuración de aguas residuales (EDAR) murcianas son biofactorías que también reutilizan los lodos y fangos para producir biogás, para su autoconsumo. Siete de ellas disponen de avanzadas tecnologías de tratamiento como los filtros de carbono activo y «el ozono con el que consigues un agua prácticamente potable», afirma Sandoval. Se utilizan para eliminar contaminantes emergentes como pesticidas, fármacos, hormonas y cosméticos. Claro que esto no ha sido gratis. «La ley incluía un canon de saneamiento que se repercute en la factura del agua y que cubre todos los gastos de esta infraestructura. Lo gestiona la comunidad autónoma y es solidario porque se reparte para cubrir los costes de toda la región, permitiendo que los municipios más pequeños tengan un sistema de depuración igual al de las grandes ciudades», indica Sandoval. También la Sociedad Mercantil Estatal Aguas de las Cuencas de España (Acuaes) está apostando por aumentar la producción de agua regenerada. Para ello tiene en construcción 22 nuevas plantas depuradoras (EDAR). Antes de 2022, sus 62 EDAR no disponían de estos procesos que permiten la reutilización. En las nuevas el 69,7% de las aguas residuales tendrán un tratamiento para que esas aguas se destinen a un segundo uso, fundamentalmente para riego. «La mitad de ellas cuentan con un elevado porcentaje de reutilización, en muchos casos del 100%, como las de Canarias, Baleares y el Sur peninsular. E incluso se prevé la construcción de tratamientos más avanzados para las plantas de Huelva», dicen desde la empresa pública. En una segunda fase otras 14 EDAR que están en proyecto alcanzarán el 98% de reutilización. «Nuestra innovación en regeneración de aguas residuales no radica tanto en las tecnologías utilizadas, sino aplicarlas de forma generalizada a la totalidad de las instalaciones que están proyecto. El objetivo es conseguir el máximo volumen aprovechable, convirtiendo el agua resultante de la depuración en un auténtico recurso para su reutilización», dicen las mismas fuentes. Para demostrar el potencial del agua regenerada en la agricultura se desarrolla el proyecto Agreen, en el que participan la empresa Aigües de Barcelona, el centro tecnológico del agua Cetaqua y la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). En el Parque Agrario del Baix Llobregat (un espacio protegido de casi 3.000 hectáreas) se ha instalado una estación piloto en un invernadero de la Agrópolis de la UPC con distintos cultivos experimentales (tomate, lechuga y rábano) regados con seis tipos de aguas de diferentes orígenes, entre ellas la regenerada. El proyecto realiza un seguimiento del riesgo microbiológico y químico en función del tipo de agua y monitoriza las variables agronómicas de los cultivos y del suelo (crecimiento, acidez, coloración...). El proyecto pretende validar el uso de agua regenerada para el cultivo y que pueda emplearse para el riego en el Parque Agrario y en el área metropolitana de Barcelona, fundamentales para el mantenimiento y la biodiversidad de la zona. Con el objetivo de eliminar contaminantes emergentes en el ciclo del agua y ofrecer así un agua regenerada de mayor calidad, Acciona está liderando el proyecto Life Pristine. «Busca implementar soluciones integradas utilizando tecnologías de absorción, nanofiltración y oxidación avanzada, respaldadas por inteligencia artificial y sistemas de soporte a la decisión», dicen desde la compañía. Una tecnología que se probará en una EDAR de Ceuta. La nueva Directiva de Tratamiento de Aguas Residuales Urbanas (TARU) va a revolucionar este sector con nuevas y elevadas exigencias en el proceso de depuración. A partir de ahora todas las poblaciones con 1.000 habitantes equivalentes tendrán que purificar sus aguas sucias (antes era hasta 2.000), deberán utilizar tratamientos para reducir los niveles de nitrógeno y fósforo (responsables de fenómenos de eutrofización como la proliferación de algas) y emplear avanzadas tecnologías para reducir los microcontaminantes, como medicamentos y cosméticos, en las plantas mayores a 150.000 habitantes equivalentes. Como estos nuevos requisitos necesitarán fuertes inversiones en las depuradoras, la directiva prevé un sistema de Responsabilidad Ampliada del Productor que afecta al sector farmacéutico y cosmético. Estos deberán financiar al menos el 80% de los costes de tratamiento. También se establecerán medidas para que las depuradoras alcancen la neutralidad climática. En definitiva se trata de una nueva formulación de las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR). «La directiva obligará a hacer grandes cambios, como ampliar las EDAR o trasladarlas de localización por falta de espacio. También habrá que hacer un reformulación completa de los tratamientos presentes en la instalación», explica Jesús Maza, presidente de la Asociación Española de Empresas Gestoras de Agua Urbana (AEAS-AGA). España tiene hasta 2027 para trasponer la directiva, pero el trabajo comienza desde ya. Para ello «la colaboración público-privada puede suponer la palanca para movilizar inversiones de gran volumen», cree Maza. No obstante, a nadie se le escapa que será necesario una elevados recursos financieros para responder a todos esos costes. «A día de hoy, existen tecnologías y tratamientos capaces de abordar todos los retos que plantea la directiva, aunque algunos de ellos, por ejemplo para alcanzar los nuevos límites de nitrógeno y fósforo o el tratamiento de microcontaminantes, requerirán fuertes inversiones para su implantación y supondrán un incremento del coste de explotación muy significativo», apuntan desde Acciona, una compañía que ha construido 300 plantas depuradoras, muchas de ellas en Europa. La financiación puede llegar a través de fondos europeos y/o de la factura del agua. «La tendencia en Europa -dice Maza- es que el precio del agua debería contemplar todos sus costes y las inversiones necesarias para prestar el servicio con garantías. Según el INE, en 2023 dedicamos menos de un 0,8% del gasto del hogar al agua, lo que supone que gastamos en agua 102 euros por persona frente a los 502 de electricidad. La ONU recomienda que el servicio de abastecimiento de agua no cueste más de un 3% del presupuesto familiar y del 5% cuando hablamos del ciclo integral. Por ello, el sector considera que existe un amplio margen para poder recaudar los importes que necesitamos para cumplir las nuevas exigencias europeas». Así coge impulso el agua regenerada como un valioso recurso para aliviar la presión hídrica de hoy y del futuro en los territorios.
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