La pequeña empresa catalana, en vilo ante la reducción de jornada: "Ataca nuestra productividad"
Empresarios catalanes desgranan a 'Vozpópuli' sus objeciones ante una norma que limita la flexibilidad y podría conducir al cierre de numerosos negocios

Cataluña es una comunidad vinculada históricamente al pequeño comercio. Con lo que la reducción de jornada que ha empezado a tramitar esta semana el Gobierno, y que todavía se encuentra pendiente del visto bueno de Junts, que no descarta tumbarla, está suscitando una gran inquietud en las pequeñas y medianas empresas catalanas, que no ven con buenos ojos una medida que empaña aún más su futuro tras una década en la que se han visto azotadas por la inestabilidad del 'procés' o lo estragos de la pandemia del covid-19. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, trató de mitigar esta preocupación en su participación esta semana en las jornadas del Círculo de Economía celebradas en Barcelona, donde aseguró que la norma podría representar un "win-win" tanto para trabajadores como empresarios al redundar en una "mayor productividad".
Pero las pymes no parecen satisfechas con sus argumentos. El presidente de la Pequeña y Mediana Empresa de Cataluña (Pimec), Antoni Cañete, ha advertido de que la medida supondrá un aumento "insostenible" de los costes laborales de las pymes, además de que no se ajusta a la actual coyuntura económica ni a la realidad de estas empresas, "caracterizada por una elevada incertidumbre y el impacto de una guerra arancelaria que pone en riesgo la competitividad". Y, en sintonía con lo expresado por la Confederación Nacional de Pymes, ha llamado la atención sobre las carencias de la norma respecto a la gestión de la flexibilidad —un extremo clave para el sector—. Así, no se han incorporado mecanismos para facilitarla como la "distribución irregular" o los "horarios extraordinarios".
Una preocupación compartida a pie de calle por una parte de los pequeños y medianos empresarios de la comunidad. "La reducción de la jornada laboral implicaría que, para mantener la misma productividad, muchas pymes tendrían que contratar más personal o pagar horas extras", relata a 'Vozpópuli' Gerard Lazcano, dueño junto a su mujer de la cadena de ropa infantil y de mujer Tiny Cottons, con tres tiendas en Barcelona. Lazcano señala que ese esfuerzo aumentaría los costos operativos en un "contexto ya desafiante, donde la rentabilidad es fundamental para la supervivencia de una pyme".
Menoscabo a la flexibilidad
En este sentido, Lazcano recuerda que las pymes suelen tener menos recursos y una estructura una estructura organizativa más flexible que las grandes corporaciones. Y cree que la reducción de la jornada podría restringir esa flexibilidad, reduciendo tanto la "capacidad de respuesta ante cambios en la demanda" como la "agilidad para adaptarse a nuevas oportunidades o desafíos del mercado, que es lo que estamos viviendo hoy". De otra parte, el empresario recuerda que las grandes compañías, al tener "más recursos" y "economías de escala", están en mejor posición para absorber los costos asociados a la nueva normativa. Una "desventaja competitiva" en términos de precios y capacidad de inversión que, alerta, "pondría a las pymes en una posición mucho más vulnerable, con el posible cierre de persianas de muchas de ellas".
El diagnóstico de Javier Cottet, presidente de la centenaria Ópticas Cottet —la fundó su bisabuelo en la Barcelona de 1902—, no es más halagüeño. "La reducción de jornada es un problema grave porque representa un ejercicio de populismo difícil de combatir para los empresarios. ¿Quién no quiere trabajar menos y cobrar lo mismo?", se pregunta en conversación con este diario. Pero, tal y como indica, "si se quitan horas y se paga el mismo salario, la productividad saldrá perjudicada". No en vano, según cálculos del sector, las horas suprimidas representarán un aumento del coste de entre el 6% y el 8%, cifra que sitúa "muy por encima de la media de beneficio neto de las empresas españolas". Esto, pronostica, "generará pérdidas a las empresas que deseen mantener su productividad". Y para las que opten por reducir horarios, terminarán ganando menos, con lo que será "un castigo a largo plazo". "Es un ataque frontal a la productividad", sintetiza.
Prejuicios contra el empresariado
Por lo demás, aunque sus impulsores argumentan que una jornada laboral reducida podría aumentar la productividad y la satisfacción de los empleados, el responsable de Tiny Cottons avisa de que, en el contexto de una pyme, "esto puede no traducirse en mejoras significativas". "La cultura laboral en muchas pymes", revela Lezcano, "ya se caracteriza por un fuerte compromiso, y la reducción de horas podría no ser efectiva para todas las empresas". Y completa: "Creo que lo que hay que fomentar es la cultura del trabajo. Hay que volver a reforzar la idea que el trabajo dignifica y no lo contrario".
A este respecto, el presidente de Ópticas Cottet reprocha a los artífices de la norma que "sigan con la mentalidad de que el empresario es alguien que, invariablemente, se aprovecha del trabajo de los demás". Un prejuicio que Cottet considera muy alejado de la realidad: "El empresario es alguien que trabaja como todos y que, al mismo tiempo, ofrece trabajo a los demás, en ocasiones poniendo en riesgo su patrimonio personal". Una conducta, concluye, que debería ser "compensada en lugar de castigada".