La odisea de coger un taxi durante el apagón: "La gente se nos tiraba encima para que los llevásemos"

La falta de electricidad apagó los semáforos y provocó atascos interminables a lo largo de toda la capital.

May 1, 2025 - 06:32
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La odisea de coger un taxi durante el apagón: "La gente se nos tiraba encima para que los llevásemos"

"Fue un caos total. No había semáforos y la gente se nos tiraba encima para que los llevásemos a casa". Así resume a 20minutos Gustavo, taxista de Madrid, lo vivido el lunes desde las carreteras de la capital durante el gran apagón que dejó sin luz a toda España a las 12.33 horas. Iba camino de la estación de Chamartín tras haber recogido a unos pasajeros en el aeropuerto que, tras enterarse en pleno trayecto de que su tren a Salamanca había sido cancelado, le pidieron ayuda para encontrar un hotel en las inmediaciones de la céntrica estación de Méndez Álvaro. "Tardamos más de una hora en hacer un trayecto que normalmente no lleva ni 15 minutos", recuerda el hombre. "No teníamos GPS para navegar y el datáfono no nos funcionaba, así que hice otra carrera más y me fui a casa. Lo mejor era quedarse quieto".

El cero energético dejó a miles de conductores y pasajeros atrapados en sus vehículos en pleno centro de la ciudad, ya que de los atascos interminables solo se podía escapar si se iba en moto. En Cibeles, los semáforos dejaron de funcionar. Todos los trabajadores de las Cuatro Torres bajaban la Castellana andando. "Iban como zombies", recuerda Leoncio, también taxista madrileño. "Cuando recogías a alguien te daba pena, porque no avanzábamos y el taxímetro seguía contando. Carreras que normalmente costarían nueve o diez euros se iban a unos 60 o 70", explica el conductor. "Eso sí, lo primero que preguntaba a quién se subía era si tenía efectivo, porque el datáfono no funcionaba".

Y es que la falta de cobertura fue otro de los problemas que enfrentaron los taxistas. "Justo cuando se fue la luz estaba dejando a un cliente en el Paseo de la Habana y el datáfono se fue a negro. El pasajero no tenía efectivo, así que se fue a un banco cercano a intentar sacar dinero, pero el cajero no funcionaba. En frente había un hotel, pero tampoco consiguió sacar nada", cuenta Pilar, también taxista en Madrid. Finalmente, la conductora tuvo que dar vueltas buscando cobertura por la zona, hasta que, por fin, logró cobrar al cliente. "Luego empecé a darme cuenta de que la situación era generalizada en todo el país, de que no había luz en toda España", recuerda angustiada la mujer.

"Todo el mundo quería subirse, se abalanzaban"

Coger un taxi el lunes en Madrid era imposible. "Nunca había visto tanta gente que se echara encima del taxi. En Velázquez y en Serrano todo el mundo quería subirse, se abalanzaban", narra la conductora. No paró de trabajar hasta la noche, cuando el alivio del tráfico le permitió volver a casa. Tampoco Williams, otro taxista madrileño, consiguió volver a casa hasta entrada ya la madrugada. Empezó su jornada a las ocho de la mañana y no paró hasta las dos de la madrugada del día siguiente. "Había mucho trabajo y mucho estrés, atascos por todos lados. La gente empezó a salir de sus trabajos en masa, fue algo muy caótico", cuenta. "Hacíamos lo que podíamos. Si llevaba a alguien y veía a otra persona, le preguntaba si le importaba compartir el viaje y lo subía. Había que ayudar para poder mover a más gente".

Por su parte, Mauricio se quedó completamente atrapado en Argüelles. "No se movía el tráfico", recuerda el joven taxista. En cuanto pudo, emprendió la marcha para escapar del caos que era el centro de la ciudad, recogiendo a su paso a quien pudo. "Cogí a los clientes que pude y que iban fuera del centro y poco más. Quería coger a más pasajeros para sacarles de ahí, pero fue difícil", narra. "Luego tardé dos horas en llegar a mi casa, al sur". Fueron casi diez horas de incertidumbre que concluyeron en Madrid con el regreso progresivo, calle a calle, de la electricidad. Sobre las 22.00 horas el suministro estaba prácticamente restablecido en toda la ciudad, entre los aplausos y gritos de celebración de quienes, literalmente, veían ya la luz al final del túnel.