La inhabilitación de Marine Le Pen para las próximas elecciones provoca un terremoto político en Francia
Fue condenada a cuatro años de cárcel, dos firmes, e inhabilitada por cinco años por desvío de fondos; el fallo sacude a su partido Reunión Nacional y refuerza su retórica antisistema
PARÍS.– Marine Le Pen fue condenada este lunes por el tribunal correccional de París a cuatro años de prisión, dos de ellos firmes con uso de tobillera electrónica y cinco años de inelegibilidad con ejecución inmediata, en el juicio por el desvío de fondos del Parlamento Europeo por parte de su partido, Reunión Nacional (RN).
La decisión de justicia, que podría dejar a la líder de la extrema derecha francesa fuera de la carrera presidencial de 2027, provocó un terremoto no solo en su propio partido, sino en la totalidad del mundo político francés.
Ocho minutos después del mediodía del lunes 31 de marzo, tras haber pronunciado la culpabilidad de las 26 personas juzgadas en el proceso de los asistentes parlamentarios de la Reunión Nacional, la presidenta del tribunal correccional de París, Benedicte de Perthuis, agregó la frase que nadie esperaba oír: “Resulta necesario sumar también penas de inelegibilidad con ejecución provisoria”.
Antes de la lectura del conjunto de las penas, Marine Le Pen se levantó y dejó precipitadamente la sala de audiencias. Cuarenta minutos después, descubriría la condena en la sede de su partido: Le Pen, fue condenada a cuatro años de prisión, dos de ellos firmes, 100.000 euros de multa y, sobre todo, con la imposibilidad de presentarse a ningún cargo electivo por cinco años, con ejecución provisoria. Es decir, con efecto inmediato. Es oficial: hasta el momento Marine Le Pen no podrá presentarse a las elecciones presidenciales de 2027.
¿Por qué esa condena? La justicia la declaró culpable de haber organizado durante su gestión como diputada europea un sistema de desvío de los fondos destinados a sus funciones en ese parlamento, para pagar asistentes parlamentarios que, en realidad, eran empleados de su propio partido, abonando, incluso, el salario de su guardaespaldas.
Con esta condena es toda la estrategia de su partido la que se derrumba ya que, hasta ahora, reposaba en la repartición de roles entre “Marine, al Elíseo” y “Jordan Bardella —su delfín de 29 años y presidente del FN— a Matignon”, sede del primer ministro. Ningún responsable de la formación de extrema derecha esperaba semejante decisión.
Ella misma, triple candidata a la presidencia francesa, había declarado la semana pasada “no pensar en esa posibilidad para nada”.
“Esperaré el veredicto y después tomaré la decisión. Me considero totalmente inocente. En consecuencia, si pronuncian mi culpabilidad, utilizaré el Estado de derecho para defenderme”, dijo.
Y así fue. Minutos después de conocido el veredicto, su abogado anunció su intención de apelar, mientras Marine, presidenta del grupo RN en la Asamblea reunía en forma urgente a su buró nacional, prohibiendo a todos hablar en público antes que ella. Lo cual no impidió a Bardella lanzar un tuit que dejó adivinar la estrategia de victimización que adoptará el partido: “Hoy no es solo Marine Le Pen que fue injustamente condenada. Es la democracia francesa que ha sido ejecutada”.
Aujourd’hui, ce n’est pas seulement Marine Le Pen qui est injustement condamnée : c’est la démocratie française qui est exécutée.#JeSoutiensMarine— Jordan Bardella (@J_Bardella) March 31, 2025
Mensaje reforzado por su propia jefa quien, en su primera entrevista televisada después de la condena a la cadena TF1 condenó “prácticas que creíamos reservadas a los regímenes totalitarios”.
Todos los diputados “frontistas” (nombre con que se denomina a los miembros del RN, en referencia al antiguo nombre del partido, Frente Nacional) adoptaron el mismo argumento, que consiste en denunciar un proceso político y criticar al sistema judicial.
“Condenando a Marine Le pen, impidieron la candidatura de la favorita de todas las encuestas de opinión, y así privaron a los franceses de la principal alternativa para las próximas elecciones presidenciales. Esa intrusión en el juego electoral dejará una mancha indeleble en la historia de nuestra democracia”, reaccionó Louis Aliot, ex compañero sentimental de Marine Le Pen, alcalde de Perpiñán, primer vicepresidente del RN y también condenado en el juicio.
“Una defensa antisistema habitual en RN, que retoma los temas neopopulistas y trumpistas según los cuales el Estado de derecho daña los intereses de los electores”, estimó el politólogo Olivier Rouquan.
No es sorprendente entonces que las primeras reacciones suscitadas por la condena hayan dejado al descubierto los estrechos lazos del partido de extrema derecha con las democracias iliberales y las autocracias en Europa que, al unísono, acusaron a Francia de violar las reglas democráticas.
El primero en reaccionar fue, en efecto, el Kremlin, que a través de su vocero denunció la “violación de las reglas democráticas en Francia”. Siguieron el húngaro Viktor Orban, que acusó directamente una manipulación de la Comisión Europea (UE) o Matteo Salvini, vicepresidente del Consejo italiano y líder de la Liga italiana. Todos retomaron de inmediato el hashtag #JeSuisMarine, creado por los miembros del RN.
El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump consideró este lunes “preocupante” excluir a candidatos de la política, en respuesta al fallo de un tribunal que inhabilita durante cinco años a la líder ultraderechista francesa Marine Le Pen. “La exclusión de personas del proceso político es particularmente preocupante dada la agresiva y corrupta guerra legal que se libra contra el presidente Trump aquí en Estados Unidos”, declaró a periodistas Tammy Bruce, portavoz del Departamento de Estado.
Bomba política
La decisión cayó también como una auténtica bomba dentro del espectro político francés. Sobre todo debido al carácter “inmediato” de la inelegibilidad. La mayoría de sus críticos, tanto de derecha como de izquierda, señalan el peligro de reforzamiento de la retórica del RN, presentando a Marine Le Pen como una víctima, en vez de culpable.
Hasta su peor enemigo, el ultraizquierdista Jean-Luc Melenchon, opinó que “la decisión de destituir a un representante electo debería recaer exclusivamente en el pueblo”. Donde se equivoca el jefe de fila de Los Insumisos es en que la líder de la extrema derecha debería poder terminar su mandato como diputada de la actual legislatura.
La angustia también parece haberse apoderado del gobierno francés, que cuenta imperiosamente con el partido de Le Pen para hacer pasar sus leyes en un Parlamento totalmente fragmentado.
A fines de enero, el primer ministro François Bayrou había calificado de “muy preocupante” el hecho de ser juzgado “sin posibilidad de apelar”. Afirmación también errónea, pues la líder del RN podrá presentar su caso ante la corte de Apelaciones —mucho más benigna que el Tribunal Correccional— y, si fuera necesario, ante el Tribunal de Casación.
Por su parte, tanto ecologistas como socialistas afirmaron que “la justicia debe aplicarse a todos sin ninguna distinción” y que “Marine Le Pen es justiciable como los demás”.
De hecho, la líder del RN no es la primera personalidad política de primer orden en ser condenada por la justicia francesa. En diciembre de 2011, el ex presidente conservador Jacques Chirac fue reconocido culpable en un escándalo de desvío de fondos para financiar su partido y condenado a dos años de prisión en suspenso debido a su edad. En 2023, su sucesor, Nicolas Sarkozy, fue condenado a tres años de prisión, uno de ellos firme con uso de tobillera electrónica por corrupción y tráfico de influencias. El ex presidente está sometido actualmente a un segundo proceso, sospechado de haber recibido decenas de millones de euros del líder libio Muamar Kadafy para financiar su campaña presidencial.
En cuanto al actual primer ministro, el centrista François Bayrou, acusado de desvío de fondos públicos europeos, fue exonerado por el tribunal de París solo “en beneficio de la duda”, mientras otros cinco eurodiputados de su partido fueron condenados a penas de hasta 18 meses de prisión y multas de hasta 50.000 euros e inelegibilidad, en un caso similar al de Marine Le Pen y el RN.
En todo caso, el RN acaba de perder —por el momento— a su candidata natural. Jordan Bardella es, apenas, un Plan B. Si bien después de su éxito en las elecciones europeas ha quedado bien ubicado para suceder a Marine Le Pen, su posición dentro del partido es frágil. Y los “frontistas” no se equivocan: para la presidencial, se necesita un candidato serio que conozca todos los temas. No es el caso de Bardella. Aunque tampoco lo fue para Marine Le Pen las dos veces que tuvo que enfrentarse en la segunda vuelta con Emmanuel Macron.