La historia real detrás de ‘Cónclave’: ¿Qué tanto se parece la película al verdadero proceso?
La cinta ‘Cónclave’ se volvió un referente popular sobre cómo se supone que se elige a un nuevo papa, aunque no todo es tan exacto en la realidad.

Si el ‘Espíritu Santo’ ganara un Oscar, quizá se lo llevaría por dramatizar el proceso de selección de un sumo pontífice en película Cónclave (2024), un thriller político que salió el pasado octubre, pero se ‘reestrenó’ tras la muerte del Papa Francisco.
La cinta, dirigida por Edward Berger y protagonizada por Ralph Fiennes, mezcla el misterio de El Código Da Vinci y el drama adolescente de Chicas Pesadas: secretos, venganzas, jugarretas, personajes soberbios y poderosos, incluso explosiones.
¿Cuáles son las diferencias entre la ficción y la realidad en ‘Cónclave’?
El martes, a solo un día del fallecimiento del Papa Francisco, Variety informó que la cinta aumento del 283 por ciento las visualizaciones en streaming, según un reporte de Luminate. Durante toda la semana, la producción ha estado en el top de lo más visto de Prime Video en México.
Esta ganadora al Oscar 2025 por Mejor guion adaptado se ha convertido en referente para entender el proceso de sucesión del Papa Francisco, ha detonado diferentes discusiones y memes; sin embargo, no todo es tan preciso en la realidad. Estas son algunas diferencias clave.
Los cardenales no hacen campaña
Uno de los mayores atractivos y problemas es la forma en que se presenta la elección del nuevo pontífice. Se plasma como si se tratara de una reunión del Congreso mexicano.
En la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996, se castiga con excomunión si los cardenales discuten sobre sus preferencias “electorales” o si hacen campaña por alguien en particular durante el encierro. Y las penas de este tipo se toman muy en serio cuando se juega el futuro de una de las religiones más poderosas del planeta.
Tampoco se permiten las declaraciones personales, los sermones ni los debates. En la película estos se incluye para otorgar dramatismo, tanto que el sermón principal se dio tras la explosión. Algo que esperemos no suceda en el Cónclave de estos días.
Aunque tampoco debemos ser ingenuos. Muchos cardenales, como Robert Sarah (Guinea) y Raymond Leo Burke (Estados Unidos) llevan años en campañas de desprestigio al pontificado de Francisco, lo mismo con aquellos que lo apoyaron, por lo que se pueden distinguir alas “conservadoras” y “progresistas” que nos permiten jugar quiniela sobre el posible sucesor. Tal como en la película.
Sin sermones ni espionaje
En la película, el heroico Lawrence (Ralph Fiennes) se dedica a desentrañar misterios sobre varios casos ocurridos en el encierro. Para eso se apoya en un sacerdote que puede salir de la residencia y de una superiora con conexión a internet. En el proceso no solo está prohibida la entrada y salida de los votantes, sino cualquier contacto con el exterior.
Si bien, el cardenal encargado de supervisar el Cónclave, que en este caso será Kevin Farrell (Irlanda/Estados Unidos) como camarlengo del Vaticano, tiene el poder de tomar decisiones delicadas y cruciales, las limitaciones impiden hacerlo a tiempo real e incidir en el proceso como se hizo en la película: sacando copias cual Regina George de Mean Girls para repartir entre todos los presentes.
Todo acto de control y disciplina se debe resolver antes del ingreso, como ha sido el caso de permitir o no el ingreso de Angelo Becciu, cardenal expulsado por Francisco. En esta línea, sí pueden suscitarse situaciones que impidan la participación de alguien, como la falta voluntaria por el estado de salud o las sanciones. Además de que los mayores de 80 años pueden ingresar, pero no votar.
El estricto conteo de votos
Si bien la película nos muestra buena parte del proceso, incluidos los partícipes de la mesa, éste es más detallado, riguroso y, sobre todo, secreto.
La Universi Dominici Gregis indica que cada votación debe ser vigilada y contada por tres escrutadores, dos infirmarii (quienes recogen el voto de los cardenales enfermos), revisores y un proceso juramento ante el altar para después presentar el voto secreto y anónimo. Esto sin que el resto tenga los ojos puestos en sus “enemigos”.
Las votaciones pueden ser extenuantes. La norma indica que pueden hacerse dos por la mañana y dos por la tarde, además de pausas de oración y reflexión para así repetir por varios días hasta alcanzar la mayoría de dos tercios. Antes de las reformas de Benedicto XVI en 2013 se permitía la mayoría simple después de la votación 63, ahora puede seguir al infinito. Se trata de un proceso sumamente meticuloso, lleno de ritos y control.
Perfiles, bandos y tentaciones
La película nos muestra al menos cuatro grandes alas de la Iglesia:
- La continuación del Papa anterior (que muchos insisten en llamar “progresismo”) en Bellini.
- Dos tipos de conservadurismo moderado en Adeyemi y en Tremblay.
- El opositor al Papa (reconocido como “tradicionalista” Tedesco).
Al inicio de la película, se identifica muy bien que el progresismo es bueno y el tradicionalista es malvado.
Después, uno de los conservadores hace algo que lo elimina de la contienda y lo hace ver como malvado. Y rápidamente el mismo Tedesco (Sergio Castellitto) muestra su ambición. Pero Tedesco sigue siendo malvado, necio y cruel.
Aunque teatralizado, este planteamiento evidencia dos cosas: que la Iglesia Católica es sumamente heterogénea y el consenso puede ser de lo más complicado, y que al final los cardenales son seres humanos, no exentos a errores o ambiciones.
Sin embargo, una de las máximas que se piden en el proceso es la oración y el discernimiento. La inspiración del Espíritu Santo. Y eso es algo que solo sabrán los votantes.
¿Un papa desconocido? (Spoiler)
El mexicano Benítez es elegido Papa tras pronunciar un potente discurso, que ya sabemos sería castigado con excomunión en la realidad. En la película se presenta como un cardenal desconocido, incluso secreto, que se gana paso en apenas dos días y se posiciona contra el ala conservadora.
Sin embargo, que un candidato desconocido se convierta en papa es sumamente extraño entre los 266 de la historia.
Esto por dos razones. En lo pastoral, se debe elegir una persona que sea capaz de dirigir la Iglesia, y para esto debe ser conocido por los votantes. En lo político, porque debe dar respuesta a las necesidades de la Iglesia, a los retos del mundo moderno.
Por dicha razón, diversos medios, líderes religiosos y políticos y hasta ‘videntes’ de TikTok dan vueltas sobre los mismos nombres. La elección, por inestable que pueda ser, no será sorpresiva.
Cuando tengamos humo blanco, después de algunos días de humo negro, podremos decir que Habemus Papa. El Cónclave habrá terminado y podremos conocer una posible agenda para los próximos años.