La escultura que mantuvo en su escritorio en el Vaticano hasta el fin de sus días y que lo hacía llorar

Esa escultura no fue un regalo más. Fue un puente. Y quedó, para siempre, sobre su escritorio en el Vaticano.

Abr 21, 2025 - 21:03
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La escultura  que mantuvo en su escritorio en el Vaticano hasta el fin de sus días y que lo hacía llorar

La escultura creada por el artista argentino Gustavo Massó lleva la forma exacta de la mano de María Elena Bergoglio, la única hermana viva del papa Francisco. Pero lo que realmente había conmovido al sumo pontífice fue el mensaje grabado junto a esa réplica que le fue entregada en 2019 y que tiene un conmovedor simbolismo.

"Mirá que me gustaría estar con vos y abrazarte. Creeme que estamos abrazados. A pesar de las distancias, estamos muy abrazados."

Según aseguraron desde la prensa del Vaticano, Francisco no pudo contener la emoción el día en que le fue entregada la escultura que representa la mano de su hermana. El sumo pontífice había acariciado esa mano como si fuera la carne viva de su hermana, como si en ese gesto sencillo pudiera recuperar los años perdidos.

La importancia de la réplica de la mano de su hermana

María Elena y Jorge Mario Bergoglio eran los extremos del árbol familiar: él, el mayor de cinco hermanos; ella, la menor. Once años los separaban, pero el afecto entre ambos no reconocía distancias ni relojes. Compartieron una complicidad serena, de esas que sobreviven al tiempo y a los silencios.

Desde su partida a Roma en 2013, Francisco no volvió a verla. Su elección como Papa fue también un adiós. El abrazo que ambos prometieron darse nunca llegó. Y así, la mano de resina se convirtió en el símbolo perfecto de ese abrazo.

¿Por qué nunca volvió a la Argentina?

Desde marzo de 2013, cuando fue elegido pontífice, Francisco jamás regresó a su país natal. Una decisión que desconcertó a muchos y que dio lugar a interpretaciones de todo tipo: razones políticas, estrategias institucionales, temores de ser instrumentalizado por la llamada grieta.

Pero más allá de los análisis, esa ausencia tuvo un precio íntimo. Y lo pagaron, sobre todo, aquellos que lo amaron sin papado de por medio. En primer lugar, su hermana.

¿Qué pensaba María Elena Bergoglio antes de la elección papal?

El 13 de marzo de 2013, María Elena Bergoglio seguía de cerca la elección del nuevo Papa, al igual que millones de personas en todo el mundo. Aunque su hermano Jorge estaba presente en el cónclave, ella estaba convencida de que no sería elegido. 

Las razones eran muchas: nunca antes había habido un Papa latinoamericano, y además, conocía lo que había ocurrido en la elección anterior. 

En una tarde de confesiones, Bergoglio le había contado que, tras recibir 40 votos en una votación muy dividida, pidió que no lo eligieran y apoyaran a Joseph Ratzinger. Tenía entonces 76 años y ya pensaba en su retiro.

¿Cómo vivió María Elena el anuncio del nuevo Papa?

Cuando Jorge viajó a Roma, María Elena creyó que era un viaje más. Pensaba que en una semana, tal vez dos, volvería a abrazarlo. Pero ese 13 de marzo, al ver por televisión el humo blanco salir del Vaticano y la mención de Bergoglio, cambió su vida para siempre.

Al escuchar el nombre de su hermano, pensó que había entendido mal. Solo cuando dijeron "Jorge Mario" se largó a llorar desconsoladamente: "Ahí empezó el vértigo, o como yo defino, me arrasó el tsunami". 

Para ella, digerir esa noticia no fue sencillo. "Con el tiempo, supongo que lograré entender que Jorge es Francisco y que Francisco es Jorge", dijo al día siguiente, aún conmovida.

¿Qué sintió al ver a su hermano por primera vez como Francisco?

Antes de que apareciera en el balcón, María Elena estaba muy nerviosa. "Sólo pensaba: ‘Pobrecito'", confesó. Pero al verlo salir, emocionado y sonriente, sintió alivio y una profunda paz.

María Elena y Jorge acordaron que ella no viajaría al Vaticano. En su lugar, se reunió de madrugada con sus hijos y sus parejas para seguir la ceremonia por televisión. No pudo dejar de llorar en toda la transmisión.

¿Cuándo pudo hablar con su hermano ya como Papa?

Pasaron varios días antes de que pudieran hablar. Las líneas de su casa estaban saturadas por periodistas y conocidos. Finalmente, dos días después del anuncio, su hijo José atendió el teléfono una vez más. Al otro lado de la línea, una voz familiar dijo: "Soy yo, Jorge". 

María Elena corrió a tomar el auricular y ambos hablaron entre sollozos y risas. Jorge, ahora Francisco, le pidió que avisara al resto de la familia que estaba bien, aunque no podía llamar a todos: "Si no, voy a fundir al Vaticano", bromeó.