Informe del Financial Times: ¿Fue Francisco el primer Papa peronista?
El difunto pontífice fue una figura sorprendentemente divisiva en su Argentina natal.

Para muchos, Francisco era el "Papa del pueblo" o el "Papa de los pobres", pero en su Argentina natal, el pontífice tenía otro nombre: el Papa peronista.
Dependiendo de la ideología política de cada uno, esto puede ser un honor o una vergüenza. El peronismo ha definido y dividido a Argentina durante gran parte del siglo pasado, y pocos argentinos son indiferentes al movimiento nacionalista populista inspirado por el general Juan Domingo Perón en la década de 1940. Francisco se vio envuelto en esa polémica.
El difunto pontífice compartía prioridades sociales clave con el movimiento, y algunos líderes peronistas eran grandes admiradores, incluida la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
"Perón solía decir que la doctrina del peronismo era la doctrina social de la Iglesia", afirma Ignácio Zuleta, autor de un estudio sobre Francisco titulado El Papa peronista. Tanto la Iglesia como los peronistas han hecho hincapié en la justicia social y la lucha contra la pobreza, al tiempo que han defendido costumbres sociales conservadoras.
El primer gobierno de Perón legalizó la educación religiosa y el joven Jorge Mario Bergoglio "creció en la iglesia argentina con este respeto formal y gratitud institucional hacia el peronismo", dijo Zuleta.
En un momento en que el Vaticano se había vuelto decididamente en contra de la teología de la liberación -la mezcla radical de religión y revolución que se extendió por América Latina en la década de 1970-, el peronismo también ofreció al joven Francisco una forma de perseguir la justicia social sin ser acusado de marxismo o insurrección.
Pero eso también lo enfrentó a los conservadores y liberales argentinos, que acusan al movimiento peronista de arruinar la economía de la otrora rica nación, presidir una corrupción desenfrenada y crear un clientelismo que depende del Estado.
"En Argentina se lo veía más como un peronista que como un Papa", afirma Marta Lagos, encuestadora radicada en Chile que dirige Latinobarómetro, un completo sondeo de opinión regional.
El propio Francisco siempre se cuidó en público de negar un vínculo con el peronismo. "Nunca estuve afiliado al partido peronista, ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo", dijo una vez, antes de añadir provocativamente: "Pero en la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?".
En privado, era aparentemente más sincero. Eduardo Valdés, legislador peronista y ex embajador argentino en el Vaticano, recordó a Francisco saludando a la presidenta brasileña Dilma Rousseff en 2014 con las orgullosas palabras: "Soy el primer papa hincha del club de fútbol San Lorenzo, el primer papa jesuita y el primer Papa peronista". Valdés dijo que los comentarios pretendían ser una broma.
Tras conocerse la noticia de la muerte de Francisco, hubo una efusión de dolor en el peronismo. "La tristeza que tenemos es infinita", dijo Cristina Kirchner. Ella había disfrutado de varios almuerzos largos en el Vaticano con Francisco como jefe de Estado y lo había acompañado en viajes a Cuba y Paraguay. "Todas las tribus del peronismo están de luto", señaló un alto diplomático argentino.
En el otro extremo de la escala política, el Presidente Javier Milei, anarcocapitalista, había atacado a Francisco durante su campaña electoral como un "imbécil (...) que defiende la justicia social" y un "zurdo asqueroso", aunque más tarde lo visitó en Roma y afirmó, tras conocerse la noticia de la muerte del pontífice, que sus diferencias eran "menores".
El Papa también se mostró notablemente frío en su primer encuentro con el desarrollador inmobiliario convertido en presidente de la Argentina, Mauricio Macri, conservador y opositor a los peronistas, en 2016. Ese encuentro duró sólo 22 minutos, aunque una reunión posterior con el multimillonario Macri, su tercera esposa y sus hijas duró más tiempo.
Los forasteros podrían sorprenderse al saber que Francisco es notablemente menos popular en su Argentina natal que en el vecino Brasil, o en otros bastiones católicos latinoamericanos como México o Colombia, una brecha que Lagos atribuye a su fuerte asociación con el peronismo en la mente de los argentinos.
Los críticos del Papa dentro de la Iglesia Católica lo acusaron de dos rasgos que los detractores suelen asociar con el peronismo: intolerancia hacia los puntos de vista disidentes y gobierno caótico.
Pero a pesar de su reputación peronista, Francisco ha tenido una relación tempestuosa con todos los últimos presidentes argentinos, incluso al principio con Cristina Kirchner, que más tarde le cayó bien.
El marido de Cristina, Néstor Kirchner, presidente entre 2003 y 2007, consideraba al clérigo, entonces arzobispo de Buenos Aires, como el "líder de la oposición".
Las relaciones del Papa con Macri y su sucesor peronista Alberto Fernández se vieron afectadas por el apoyo de ambos a la legalización del aborto en la Argentina.
Las numerosas controversias políticas en torno al 'Papa peronista' también explican por qué este mismo pontífice argentino se negó a regresar a su querida patria una vez instalado en Roma: temía que una visita fuera aprovechada por facciones políticas enfrentadas para sus propios fines.
Peronista o no, el compromiso de toda una vida de Francisco con la lucha contra la pobreza y la justicia social lo convirtieron en un aliado natural para líderes de izquierda latinoamericanos como el brasileño Luiz Inácio 'Lula' da Silva y el boliviano Evo Morales.
"Era el mejor amigo de los pobres y excluidos", afirmó el dirigente social peronista Juan Grabois. "Los amaba y nos recordó la obligación que tenemos los cristianos y todas las personas de buena voluntad de cuidarlos, estar cerca de ellos y luchar por sus derechos".