Imagen de la NASA revela cómo el terremoto de Myanmar movió el suelo por 6 metros
El pasado 28 de marzo, cerca del mediodía, Myanmar vivió uno de los terremotos más potentes de su historia reciente. Con epicentro cerca de la ciudad de Mandalay, este sismo de magnitud 7.7 fue seguido apenas minutos después por una réplica igualmente poderosa, de magnitud 6.7, a solo 31 kilómetros al sur. Hasta el 15 […]

El pasado 28 de marzo, cerca del mediodía, Myanmar vivió uno de los terremotos más potentes de su historia reciente. Con epicentro cerca de la ciudad de Mandalay, este sismo de magnitud 7.7 fue seguido apenas minutos después por una réplica igualmente poderosa, de magnitud 6.7, a solo 31 kilómetros al sur.
Hasta el 15 de abril, se han contabilizado 3 mil 706 muertes como consecuencia directa de esta tragedia. Pero la catástrofe no terminó ahí: lo más impresionante vino después, cuando los científicos comenzaron a analizar qué tan profunda fue la ruptura.
Earthquake sum up 3pm (Mynamar/Thailand)
– 7.7 quake hit near Mandalay/Myanmar
– Hundreds of homes collapsed (various Myanmar cities)
– Strong shocks in Thailand + multiple building collapse in Bangkok
– USGS predicts thousands of people dead(Bangkok clips from social media:) pic.twitter.com/kJodTn6BIg
— Florian Witulski (@vaitor) March 28, 2025
El impacto del terremoto en Myanmar en la superficie
Gracias a imágenes satelitales y análisis avanzados, la NASA confirmó que en varias zonas de Myanmar el suelo se desplazó horizontalmente hasta seis metros. Esto fue posible gracias al trabajo conjunto del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) y el Laboratorio Sismológico de Caltech, que utilizaron imágenes de radar y ópticas captadas por los satélites Sentinel-1A, Sentinel-2B y Sentinel-2C, de la Agencia Espacial Europea.
El Sentinel-1A, con su radar de apertura sintética (SAR), captó cambios en la superficie terrestre incluso bajo condiciones climáticas adversas. Por su parte, los satélites Sentinel-2 emplearon sensores multiespectrales para observar la región desde el espectro visible e infrarrojo.
Este equipo, conocido como ARIA (Advanced Rapid Imaging and Analysis), comparó imágenes antes y después del sismo y detectó un desplazamiento del terreno superior a tres metros en múltiples sectores, alcanzando más de seis metros en zonas puntuales. La magnitud de esta ruptura ha sido descrita como “inusual” por la comunidad científica.
La falla de Sagaing: El corazón del desastre
De acuerdo con los modelos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el sismo fue causado por un movimiento de deslizamiento en la falla de Sagaing, una fractura geológica que corre de norte a sur entre las placas tectónicas de India y Eurasia.
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Las imágenes satelitales revelaron un desplazamiento lateral derecho característico de las llamadas fallas de desgarre. Pero lo que más llamó la atención de los expertos fue la extensión total de la fractura superficial: unos 550 kilómetros, desde el norte de Mandalay hasta las cercanías de Naipyidó, la capital del país.
Supercizalladura: El fenómeno que podría haber intensificado la destrucción
Además de su longitud, la velocidad del deslizamiento sorprendió a los sismólogos. Investigaciones previas indican que este evento podría calificarse como un caso de supercizalladura (o supershear, en inglés), un fenómeno poco común en el que la velocidad del movimiento de la falla supera a la de las ondas sísmicas.
¿El resultado? Una intensificación del poder destructivo del terremoto, que explicaría por qué incluso ciudades lejanas como Bangkok, en Tailandia, situada a más de mil kilómetros de distancia, sufrieron daños y vibraciones considerables.
Una región acostumbrada a temblar… pero no así
El sudeste asiático, y en particular Myanmar, es una zona de alta actividad sísmica. Desde el año 1900, se han registrado al menos seis terremotos de magnitud superior a 7.0 en un radio de 250 kilómetros de los epicentros del 28 de marzo. Sin embargo, pocos han mostrado un comportamiento tan extremo y destructivo como el de este año.
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La NASA concluyó que esta podría ser una de las rupturas más largas jamás observadas en una falla de desgarre, tanto por su longitud como por la rapidez con la que ocurrió. Y esa combinación es, evidentemente, destructiva.