Hermetismo, tanques y jamón: así son las entrañas de la feria de defensa y seguridad de España

Lo de este encuentro son las armas o los vehículos que las transportan o los satélites que les marcan el camino.

May 13, 2025 - 06:04
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Hermetismo, tanques y jamón: así son las entrañas de la feria de defensa y seguridad de España

El recinto de Ifema, en Madrid, es hoy una trinchera pacífica. Un impoluto frente de batalla donde la potencial artillería está desarmada. Y eso que, en esta Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España (Feindef), no falta una sola cerbatana de pólvora. Ni cualquiera de sus derivados, que hacen de la guerra una liza actualizada a la velocidad de los iPhone. Lo de este encuentro son las armas. O los vehículos que las transportan. O los satélites que les marcan el camino. En fin, este es el asunto, el rollo, lo suyo.

La hedentina a testosterona es menor de lo previsible. Pero igualmente protagonista. La seguridad y la defensa -si bien cada vez menos- sigue siendo un territorio prioritariamente masculino y la feminidad más visible se encuentra en la primera línea de los estands. Escaparates donde la variada miscelánea se presenta un público prioritariamente profesional, como comenta un imponente caballero de rubicundos mofletes, llamado Juan: "Yo pertenezco al sector de la seguridad privada, pero no te puedo especificar más", asegura con un deje de misterio y hermetismo; síntoma común de la mayoría de los presentes en la Feindef. "Aquí no hay casi ningún amateur. Con la legislación española y la cultura que tenemos, ya te digo que aquí sólo vienen personas que dependan del sector", concluye antes de guiñar un ojo y colocar el otro en la mirilla de una ametralladora.

No falta un solo artilugio para la pacificación. Desde chupas de kevlar, hasta minisubmarinos, fusiles de francotirador, drones con aspecto de monstruillo aceroso o bazucas y lanzagranadas al más puro estilo "¡Saluda a mi amiguito!", de Tony Montana. El armero entero del Call of Duty a disposición del acreditado respetable. Profesionales de seguridad, preparacionistas y bisoños de temulentas manos, sostienen los distintos tipos de armas dispuestas igual que los móviles en una tienda. Con su cablecito y todo. No las vayan a mangar y tengamos un disgusto, a pesar de que su falta de munición presagie el inevitable gatillazo.

Aquí no hay casi ningún amateur. Con la legislación española y la cultura que tenemos, ya te digo que aquí sólo vienen personas que dependan del sector

Curiosamente para el neófito, la denominación de origen de estas herramientas es, por lo general, checa o turca. Productores en cabeza de la industria. Otra sorpresa es su peso. A primera vista se diría plástico. Fibra de carbono puesto a ser modernos. Pero no. Esto es mineral del caro. Con peso. Las pipas tienen un aplomo que infunde respeto. Las armas exhibidas básicamente buscan compradores del ámbito militar.

"Sarsılmaz es el mayor productor de armas en Europa, incluyendo Turquía", declara Murat, representante de la compañía turca en Feindef. "Nuestra fábrica tiene una historia de 145 años. Comenzamos fabricando pistolas, luego armas largas, y ahora también producimos ametralladoras. Fabricamos armas de todos los calibres: 5.56 mm, 7.62 mm, 12.7 mm, y también, aunque no aquí mismo, producimos armas de 20 y 25 mm". La de Murat no es una declaración baladí. Sirve de ejemplo para un hecho curioso, y es la capitalización turca en la producción de estas armas desde 2011, cuando el gobierno dio grandes ventajas al lobby. Son muy fuertes en regiones como África, Bangladesh, Indonesia, y también en Ucrania, confiesa Murat. "Además, tenemos una filial en Estados Unidos y parte de la policía de Texas ya utiliza nuestra pistola "SAR 9 SOCOM". ¿Se imaginan a Chuck Norris fardando de una pipa made in Estambul? Sin duda, la globalización ha pisado espacios hasta ahora insólitos.

Como decíamos, el público de este evento es claramente distinguible, por ejemplo, al del sector gastronómico. Los galones desfilan por doquier. Policía, bomberos o militares uniformados, se codean con trajeados ejecutivos del lobby armamentístico y barbudos musculados de camiseta ceñida con cara de pocos amigos. Hablan de contratos, de nuevos prototipos, de las expectativas de seducción de tal o cual grupo y del jamón serrano que andan fileteando en casi todos los puestos. En esta feria, el manjar está tan democratizado como las referencias militares. ¿Si vis pacem, para bellum? (si quieres paz, prepárate para la guerra). No está claro. Pero preparando un plato de jamón de bellota, seguro que la tienes a huevo.

Los que no andan trastabillando con acuerdos o jugando a ser John Wick probando la CZ TS 2 color óxido, o la Kilinç 2000 Light bañada en oro, se suben a los titánicos vehículos pespunteados por el recinto. En el esplendor de su combustión, estos carros han de resultar apocalípticos. Aquí, sin embargo, tiesos y amodorrados, con los asistentes haciendo cola para subir con un brillo navideño en sus ojos, se dirían utilería ferial. Con potencia mortal, desde luego, pero no mayor que la de esa noria del descampado de tu pueblo que chirría más cada nuevo año que se instala.

A primera vista, se diría que España aporta material de primera calidad a este explosivo universo. Es difícil presumirlo sin haber pisado nunca una zona de guerra. Aun así, la presencia monstruosa de sus acorazados, embarcaciones y vehículos de batalla, con la bandera patria tatuada en los dorsales, otorga una planta admirable al género nacional. Ojo, y no sólo en las lizas bélicas. Rescate, salvamento marítimo o la UME tienen localizaciones de primer orden en Feindef. Una exhibición que, por otro lado, no impide su inclinación acorazada a los interrogantes.

Tanto desde la unidad de emergencias, como desde el resto de las organizaciones de ámbito público, la ley de la omertá es firme. Negativas y balones fuera a cualquier pregunta posible. Sólo un soldado, parapetado tras un mostrador del espacio dedicado al Mando Conjunto del Ciberespacio se presta a hablar. Pero poco, lo justo para aclarar que: "el Mando Conjunto del Ciberespacio es una unidad que trabaja directamente bajo el Jefe de Estado Mayor de la Defensa. Nuestra misión, dentro del ámbito de las operaciones, es garantizar el funcionamiento, la operatividad y la libertad de acción en las redes para las Fuerzas Armadas", punto. ¿Del apagón? Ni oír hablar quiere. ¿De los hacktivistas rusos? No hay comentarios. ¿De la calidad del jamón? Información clasificada entre los incisivos laterales y los caninos. No se divisa ninguna localización con suero de la verdad en la feria. Lástima.

A preguntas sobre la guerra de Ucrania, la finta es igual de clara. Y eso que se respira un guiso ucraniano en esta feria. Un aroma deslizándose por el ambiente. Como un incómodo, pero a la vez prometedor aliento. Sólo los productores de armas afirman sin reparos estar surtiendo de armas al conflicto, y se prestan a condenar la contienda. A rezar por su finalización. Eso sí, Rusia, como país, como palabra, es material explosivo. Se susurra como el nombre de Voldemort en Harry Potter. Un enemigo que todos contemplan pero que es mejor no mentar.

Pero en las lides de la Seguridad y la Defensa, siempre hay espacio para la vanguardia. Es de esas cosas que se olvidan. Que los móviles, los ordenadores y hasta el músculo tecnológico de la Roomba, son derivados de la inversión militar. Cosa que Patricia Sierra, directora de Monodom, recuerda cuando señala la dualidad del dron marítimo -como un tiburón ballena retro-futurista- que presentan en la feria: "Lo que hacemos principalmente es investigación y desarrollo (I+D)", asegura Sierra, "apoyándonos en centros de investigación y científicos. Nuestro objetivo es desarrollar tecnología dual: que pueda tener aplicaciones tanto en defensa como en el ámbito civil. Por ejemplo, este dron que ves aquí sirve tanto para vigilancia de seguridad y defensa, como para tareas medioambientales, como la monitorización de corales o la biodiversidad marina. Para nosotros es muy importante que las tecnologías tengan aplicaciones múltiples", sentencia.

Hay una ambivalente lectura en este encuentro de seguridad y defensa que lo hace complejo de representar. Por un lado, el trasiego de apretones de manos, demostraciones y charlas hace pensar en un encuentro campechano. Desparasitado de tensión. Por otro, no hablamos de una cofradía de la piruleta. En España, el sector de las armas y los satélites que orbitan a su alrededor están capitalizados por profesionales herméticos con los civiles. Sometidos, muchas veces, a un mando que paga la insubordinación como un delito.

Su secretismo sólo es prueba de que aquí el lobby armamentístico no se luce auspiciado por una mentalidad belicista con complejo de Rambo, sino que se limita, principalmente, a aquellos espacios en los que el uso de la fuerza es una cuestión de Estado. "Con uno de estos mataron a unos chavales en un colegio en Estados Unidos el año pasado", dice un joven asistente sujetando un subfusil ancho como su cabeza. Indirectamente, toda una declaración de hechos y precauciones.