Gastroguía de la Costa Brava: qué restaurantes, arroces, barras y bares no debes perderte
Tierra de pescadores y también el paraíso de la cocina mar y montaña, la Costa Brava quizá vaya más allá de ser un enclave geográfico y esté mucho más cerca de ser, en cierta manera, un modus vivendi que reúne comarcas como La Selva, el Baix Empordà y el Alt Empordà. Bendecida por las aguas del Mediterráneo, la costa de la provincia de Girona es, desde tiempos inmemoriales, un santuario para pescado y marisco donde, entre otras banderas, la gamba roja cobra gran protagonismo. Sus pueblos blancos y azules, de esos que inspiran a las letras de Serrat, se recortan sobre un litoral escarpado que acumula localidades que alternan legados medievales con carácter marinero, haciendo del agua salada su santo y seña. Sin embargo, no todo son balcones sobre la costa propiamente dicha. En nuestro recorrido para encontrar los mejores restaurantes de la Costa Brava no nos vamos a detener solo a pie de playa. Negar la impronta –y protagonismo– a algunas localidades mar adentro, igualmente influenciadas pero que no pisan la playa, sería un error. Por eso, en este recorrido gastronómico para comprobar qué comer en la Costa Brava no vamos a dejar la carretera de lado, entrando más de una vez en el interior de Girona. Tossa de Mar. ©iStock. Referencias para comer bien en la Costa Brava hay decenas, que van salpicando un territorio predilecto para disfrutar de productos frescos y de una esencia mediterránea que se expande desde Blanes hasta Portbou, pasando por Palamós, Tossa de Mar, Roses, Bagur, Llafranc o Llancà. Una mesa servida que, para hacer más sencilla la ruta, vamos a organizar por comarcas, agrupando los restaurantes entre La Selva, el Baix Empordà y el Alt Empordà. Lo que sí debes tener en cuenta es que es habitual que muchos restaurantes cierren por temporada, especialmente en los hoteles, no volviendo a abrir sus puertas hasta el mes de junio, por lo que es conveniente asegurar el tiro antes de ir. Dónde comer en comarca de La Selva La Selva es la más meridional de las comarcas litorales de Girona, limitando al sur con la provincia de Barcelona, aquí, por ejemplo, vamos a encontrar localidades que tienen una gran afluencia turística y merecida fama como Tossa de Mar o Lloret de Mar. Aquí, además, también aparece Blanes en un mapa gastronómico en el que puja con fuerza por su gamba roja. Lloret de Mar Mas Romeu. El Mas Romeu (Av. Mas Romeu, 3) es un restaurante que podemos catalogar de toda la vida, abierto a finales de los años ochenta, que dentro de una carta ecléctica ha ido incorporando ingredientes de moda a su repertorio, aunque no faltan algunos clásicos de la Costa Brava como el cim i tomba de rape, quizás uno de los platos no tan conocidos fuera de allí, pero muy interesante. Terraza del Restaurante 58. A las afueras de Lloret, el Restaurante 58 también es otra parada obligada. Dentro del hotel Santamarta, un cinco estrellas a pie de playa, ofrece varios comedores sobre el litoral, anunciando una carta muy marinera en la que hay gamba de Blanes, rapes y mucha plancha, además de bastante referencias de carne. Tossa de Mar Conocida por ser una de las localidades más todoterreno en cuanto al tipo de turismo, Tossa de Mar combina playa, montaña y atractivos culturales, además de algunos restaurantes en los que comer muy bien en la Costa Brava y que son todo un tótem si pasamos por aquí. Bacaladilla en suquet. ©La Cuina de Can Simón. La Cuina de Can Simón (Carrer del Portal, 24) es uno de esos referentes de comida marinera donde siguen valiéndose de las lonjas gerundenses, al pie de la muralla del pueblo. También los hermanos Josep Maria y Xavier Lores mantienen un buen pulso con recetas más de interior, por lo que llegan con facilidad a todos los públicos. La sala de Can Sophia. Aparte, dentro del hotel Casa Granados (Carrer de la Roqueta, 10), otro de los emblemas de Tossa de Mar, encontramos el restaurante Can Sophia, donde se prepara una cocina catalana en la que no falta el pescado y algunos detalles de carne, que también lo convierten en un imprescindible en Tossa de Mar. Dónde comer en el Baix Empordà El Baix Empordà invita a zigzaguear gastronómicamente entre la Costa Brava y las localidades del interior. Aquí no se puede pasar por alto lo que espera gastronómicamente en pueblos como Pals, pero, seguramente, sea la costa quien más piropos culinarios se lleve en una comarca donde Palamós o Palafrugell y sus numerosas pedanías se reivindican. Palafrugell Palafrugell es una de esas entidades de población complejas, pues está cuajada de pedanías que acaban extendiéndose hasta el mar como sucede con Llofriu, Calella de Palafrugell o Llafranc, algunas de ellas especialmente reseñables como destinos turísticos.

Tierra de pescadores y también el paraíso de la cocina mar y montaña, la Costa Brava quizá vaya más allá de ser un enclave geográfico y esté mucho más cerca de ser, en cierta manera, un modus vivendi que reúne comarcas como La Selva, el Baix Empordà y el Alt Empordà.
Bendecida por las aguas del Mediterráneo, la costa de la provincia de Girona es, desde tiempos inmemoriales, un santuario para pescado y marisco donde, entre otras banderas, la gamba roja cobra gran protagonismo.
Sus pueblos blancos y azules, de esos que inspiran a las letras de Serrat, se recortan sobre un litoral escarpado que acumula localidades que alternan legados medievales con carácter marinero, haciendo del agua salada su santo y seña.
Sin embargo, no todo son balcones sobre la costa propiamente dicha. En nuestro recorrido para encontrar los mejores restaurantes de la Costa Brava no nos vamos a detener solo a pie de playa.
Negar la impronta –y protagonismo– a algunas localidades mar adentro, igualmente influenciadas pero que no pisan la playa, sería un error. Por eso, en este recorrido gastronómico para comprobar qué comer en la Costa Brava no vamos a dejar la carretera de lado, entrando más de una vez en el interior de Girona.

Referencias para comer bien en la Costa Brava hay decenas, que van salpicando un territorio predilecto para disfrutar de productos frescos y de una esencia mediterránea que se expande desde Blanes hasta Portbou, pasando por Palamós, Tossa de Mar, Roses, Bagur, Llafranc o Llancà. Una mesa servida que, para hacer más sencilla la ruta, vamos a organizar por comarcas, agrupando los restaurantes entre La Selva, el Baix Empordà y el Alt Empordà.
Lo que sí debes tener en cuenta es que es habitual que muchos restaurantes cierren por temporada, especialmente en los hoteles, no volviendo a abrir sus puertas hasta el mes de junio, por lo que es conveniente asegurar el tiro antes de ir.
Dónde comer en comarca de La Selva
La Selva es la más meridional de las comarcas litorales de Girona, limitando al sur con la provincia de Barcelona, aquí, por ejemplo, vamos a encontrar localidades que tienen una gran afluencia turística y merecida fama como Tossa de Mar o Lloret de Mar. Aquí, además, también aparece Blanes en un mapa gastronómico en el que puja con fuerza por su gamba roja.
Lloret de Mar

El Mas Romeu (Av. Mas Romeu, 3) es un restaurante que podemos catalogar de toda la vida, abierto a finales de los años ochenta, que dentro de una carta ecléctica ha ido incorporando ingredientes de moda a su repertorio, aunque no faltan algunos clásicos de la Costa Brava como el cim i tomba de rape, quizás uno de los platos no tan conocidos fuera de allí, pero muy interesante.

A las afueras de Lloret, el Restaurante 58 también es otra parada obligada. Dentro del hotel Santamarta, un cinco estrellas a pie de playa, ofrece varios comedores sobre el litoral, anunciando una carta muy marinera en la que hay gamba de Blanes, rapes y mucha plancha, además de bastante referencias de carne.
Tossa de Mar
Conocida por ser una de las localidades más todoterreno en cuanto al tipo de turismo, Tossa de Mar combina playa, montaña y atractivos culturales, además de algunos restaurantes en los que comer muy bien en la Costa Brava y que son todo un tótem si pasamos por aquí.

La Cuina de Can Simón (Carrer del Portal, 24) es uno de esos referentes de comida marinera donde siguen valiéndose de las lonjas gerundenses, al pie de la muralla del pueblo. También los hermanos Josep Maria y Xavier Lores mantienen un buen pulso con recetas más de interior, por lo que llegan con facilidad a todos los públicos.

Aparte, dentro del hotel Casa Granados (Carrer de la Roqueta, 10), otro de los emblemas de Tossa de Mar, encontramos el restaurante Can Sophia, donde se prepara una cocina catalana en la que no falta el pescado y algunos detalles de carne, que también lo convierten en un imprescindible en Tossa de Mar.
Dónde comer en el Baix Empordà
El Baix Empordà invita a zigzaguear gastronómicamente entre la Costa Brava y las localidades del interior. Aquí no se puede pasar por alto lo que espera gastronómicamente en pueblos como Pals, pero, seguramente, sea la costa quien más piropos culinarios se lleve en una comarca donde Palamós o Palafrugell y sus numerosas pedanías se reivindican.
Palafrugell
Palafrugell es una de esas entidades de población complejas, pues está cuajada de pedanías que acaban extendiéndose hasta el mar como sucede con Llofriu, Calella de Palafrugell o Llafranc, algunas de ellas especialmente reseñables como destinos turísticos.

Una buena idea en la zona es recalar en Casamar (Carrer del Nero, 3, Llafranc) otro emblema de la cocina tradicional catalana y del buen trabajo con el mar y montaña. En Calella, el restaurante Sa Jambina (Carrer Bofill i Codina, 21, 17210 Calella de Palafrugell), referencia familiar donde las haya, también los mariscos y los arroces cobran protagonismo.

Dentro del casco antiguo de Palafrugell, ya lejos del mar, el restaurante Pa i Raim (Carrer de Torres i Jonama, 56) ocupa el espacio de la antigua casa del escritor Josep Pla y aquí encontrarás una cocina muy tradicional que hace hincapié en las recetas clásicas del Empordà y buenos arroces, además de una carta de vinos bien referenciada con vinos locales y de otras partes de Cataluña.

De nuevo hacia el interior, una apuesta segura, aunque chocante, es La Sala de l’Isaac (Carrer Barceloneta, 44, Llofriu), donde el chef Isaac Sabrià, tercera generación de hosteleros, ha abierto junto al salón de bodas familiar un restaurante más gastronómico dentro de una antigua masía donde trabaja con mucho éxito pescados de la lonja de Palamós y arroces.
Palamós

La localidad que da nombre a la gamba roja por antonomasia de Cataluña presume en sus restaurantes de su mejor embajadora. En La Salinera (Avenida Onze de Setembre, 93) con vistas al puerto se ofrece una cocina marinera de producto, muy al estilo ampurdanés.

Más creativa, pero sin perder de vista la cuina casolana catalana, Alan Puche oficia en el restaurante al que puso su apellido, montando Puche tras salir del estrella Michelin Els Tinars. Una apuesta segura con un ticket medio que ronda los 60 euros y donde el sabor y la recuperación de recetas son las claves.
Más vanguardista es la propuesta de Laura Vicente y Jordi Simón que forman Dvisi (Carrer de l'Avió, 5), cuyo nombre extraen de un juego de palabras con sus iniciales, y que presenta una oferta más creativa en las presentaciones.

Más reciente, pero apostando por el producto, no se puede dejar de mencionar Kaos (Plaça de Sant Pere, 14), otro lugar en el que reivindicar cocina tradicional y el buen trato a los mariscos locales en la ciudad.
Pals

Pals es el gran pueblo del arroz en el Baix Empordà y buena parte de la cocina de los restaurantes que aquí se encuentran han hecho bandera de este ingrediente. En Vicus (C/ Enginyer Algarra, 51) funcionan con carta y con un menú cerrado donde siempre aparecen arroces –secos, generalmente–, tanto de verduras como de mar y montaña.

Otra referencia imprescindible es Sol Blanc (Barri Molinet, 14), situado entre arrozales, donde hacen una cocina de perfil tradicional y que siempre trabajan tres o cuatro referencias de arroces que cambian según la temporada. De Pals no nos podemos olvidar del hotel boutique Es Portal, en cuyo restaurante (Crta. de Pals a Torroella de Montgrí, 17) también vamos a encontrar algún arroz, o en Pahissa del Mas (Barri molinet, 16), donde trabajan con su propio arroz, y que propone una cocina más creativa.
Sant Feliu de Guíxols
Quizá Sant Feliu tenga menos renombre, en términos gastronómicos, que algunas de sus localidades vecinas, pero es uno de los pueblos imprescindibles si culturalmente queremos conocer algo mejor la Costa Brava.

Marcado por un carácter renacentista, como señala su casco histórico, pero también modernista –fruto de una eclosión burguesa de finales del siglo XIX–, Sant Feliu invita a hacer ciertas paradas culinarias que marcar en el mapa.
Un buen ejemplo de ello es Sa Marinada (Passeig Fortim, 1), donde ejecutan una cocina típicamente ampurdanesa a base de mariscos locales y donde, por ejemplo, también se asan con mucho éxito pescados como el rodaballo o el bacalao, cuyo comedor se alza sobre el puerto deportivo de la localidad.

No se puede dejar de mencionar el restaurante Villa Más (Passeig de Sant Pol, 95), con un impresionante comedor con vistas a la playa y donde el marisco y el pescado llevan la voz cantante. Trabajan con mucho éxito gambas rojas, chipirones y calamares, así como arroces y piezas grandes de pescado a la parrilla.
Aparte, ya en un perfil más creativo, el restaurante Terra, dentro del hotel Alàbriga (Carretera de Sant Pol, 633), incide en esa impronta marinera y de proximidad que rodea a la Costa Brava aunque con muchos guiños asiáticos –especialmente en los aderezos–, pero siempre valiéndose de buen producto.
Castell-Platja d'Aro
Dentro de este curioso nombre encontramos varias localidades que se acabaron uniendo a lo largo del tiempo y donde una de ellas, S'Agaró, se ha convertido desde hace décadas en uno de los grandes destinos turísticos de la alta burguesía catalana.

Aquí, si hablamos de comer, una referencia imprescindible a todas luces es el Hostal de la Gavina (Plaça Roserar, s/n, S'Agaró)que, a pesar de su nombre, es un icono de la alta hotelería catalana y un hotel cinco estrellas gran lujo donde, por ejemplo, vamos a encontrar el estrella Michelin Candlelight, asesorado por el chef Romain Fornell o, algo más informal, la apuesta de Garbí, al pie de la piscina.

Sabroso y más terrenal, quizá en todos los sentidos, otra referencia que no se puede perder de vista si queremos disfrutar de cocina tradicional catalana en la zona es el restaurante Bell-Lloc (Carretera Sant Feliu a Girona, km 5,2 (Mas de la Musiqueta) Santa Cristina d'Aro), comandado por los hermanos Elena y Marc Gascons –artífices también del estrella Michelin Els Tinars, en Llagostera (también un imprescindible de la zona)– y que en esta masía interpretan el recetario catalán más clásico, siempre desde el respeto al producto.
Dónde comer en Alt Empordà
Quizá sea esta parte de la Costa Brava, en el Alt Empordà, la que más renombre gastronómico ha tenido desde tiempos inmemoriales. También justificado, en buena medida, por ser el lugar donde se encuentran los restos griegos más antiguos en antiguas colonias como Roses y Ampurias.
Aquí también estuvo en su día ElBulli, cuya impronta aún permanece en una comarca que también es la patria chica de Salvador Dalí, nacido en Figueres y también eternamente vinculado a Cadaqués y a Portlligat. Además, las estrellas Michelin más potentes de la Costa Brava aguardan en el Alt Empordà.
Cadaqués
El mito daliniano es también el origen del affair gastronómico de Eduard Xatruch, Mateu Casañas y Oriol Castro, los artistas detrás del restaurante Disfrutar –mejor del mundo en 2024, además de tres estrellas Michelin– y que iniciaron su aventura tripartita con el restaurante Compartir.

El original, insistimos, es Compartir Cadaqués (Riera de Sant Vicenç, s/n), convertido en restaurante de culto y donde se pueden apreciar algunos de los platos más representativos de este trío de chefs de la escuela de ElBulli.

Más accesible dentro de la localidad encontraremos Es Baluard (Riba Nemesi Llorens, 2), un luminoso local cerca de la playa con una larga tradición familiar donde suquet de peix, la zarzuela de marisco y los pescados del día se llevan la mayor parte de la merecida atención.
Castelló d'Empuries
Resulta curioso que en una zona tan marcada por el agua salina, una de las grandes estrellas del turismo sea un humedal como es el Parque natural de las Marismas del Ampurdán (Parc Natural dels Aiguamolls de l'Empordà), cuya mayor parte corresponde al municipio de Castelló d'Empuries.

Aquí, además de especies lacustres y ornitología, tendremos el placer de recorrer una localidad cargada de historia medieval entre lonjas, iglesias y conventos. Y, cuando el hambre haga mella.
En el casco histórico, El Portal de la Gallarda Carrer Pere Estany, 14) ofrece una terraza muy disfrutona en verano con platos típicos y un ticket medio que rara vez supera los 30 euros por persona. Más vestido, el hotel Empòrium ofrece también una doble alternativa para viajeros y no huéspedes.

Por un lado, un restaurante gastronómico como es Empòrium y, por el otro, Bistrot 1965, con un precio medio más comedido y donde se ofrecen recetas típicamente catalanes que merecen mucho la pena.
Figueres
Figueres, además de ser el lugar de nacimiento de Salvador Dalí y donde vamos a encontrar el mayor museo destinado al artista en todo el mundo, conserva algunos detalles de su pasado medieval, sumados también a algunas herencias modernistas, por lo que se puede completar sin problemas una visita a la localidad antes de hacer el alto gastronómico.

En el centro encontraremos el restaurante Bocam (Carrer de la Jonquera, 18), cerca de la casa-museo de Dalí, y que coquetea con ese legado surrealista, adaptándolo a sus recetas. Una propuesta original, a buen precio y con producto local que merece la pena conocer.

Sin embargo, el restaurante con más solera de Figueres no está en el casco antiguo de la ciudad, sino en las afueras. Hablamos de El Motel (Avinguda de Salvador Dalí i Domènech, 170), un icono que abrió sus puertas en los años sesenta y que ha ido evolucionando, siempre en torno al producto, con una cocina catalana muy reconocible y de muchísima calidad que merece la pena descubrir.
Llançà

Llancà, amén de puerto y tierra de pescadores es, si hablamos de comer, el lugar de acogida del cocinero onubense Paco Pérez. Aquí encontraremos su legendario Miramar, un nombre realmente bien puesto y que ha colocado en el mapa Michelin con sus dos estrellas a la localidad.

Cocina de primerísimo nivel, finura y elegancia en la selección de las materias primas hacen de Miramar (Passeig Marítim, 7) uno de los dos estrellas Michelin de España más delicados. Todo ello siempre con el mar como telón de fondo, aunque, lógicamente, no es una propuesta para todos los bolsillos.

Aquí, si el presupuesto es más ajustado, otro par de referencias que no debemos pasar por alto para comer buen pescado y buen marisco los encontraremos casi a pie de puerto. Uno de ellos es Els Pescadors de Llancà (Carrer Castellar, 41), un restaurante familiar que siempre ha hecho gala de tratar de fábula al producto. El otro puntal con el que acertar en esta localidad es El Vaixell (Carrer Castellar, 62), donde arroces y suquets protagonizan otro buen idilio en torno a la pesca del día.
Peralada
Podría decirse que Peralada es un pueblo adosado a un castillo, aunque también es el hogar de una de las bodegas más potentes del Empordà, que reúne bajo un conglomerado turístico una propuesta total de ocio, hotelería y alta gastronomía imprescindible de fichar.

El estrella Michelin Castell Perelada es la joya de la corona si hablamos de la mesa, donde la cocina tradicional catalana se reinterpreta en las manos del chef Xavi Martínez y donde Toni Gerez, jefe de sala, obra maravillas con, entre otras cosas, su carro de quesos, uno de los más potentes de España.

Más accesible, vinculada al producto, es la apuesta que presentan dentro del hotel y en la que pueden entrar no alojados como es L'Olivera by Paco Pérez, en la que ejerce una cocina donde abunda el mar y montaña.

Al pie de la bodega, sin embargo, Celler 1923 actúa como wine bar donde se pueden disfrutar quesos locales –seleccionados por Gerez–, embutidos catalanes y una pequeña selección de platos calientes, basados en recetas tradicionales.
Roses

Roses ha pasado a la historia antigua por ser un pilar de la cultura griega y romana y a la historia moderna por, como decíamos, ser el eje vertebral de ElBulli desde la mítica Cala Montjoi.
Hoy sigue siendo una localidad donde se come muy bien –aunque no, lógicamente, lo mismo que se comía en los mejores tiempos del restaurante que dirigió Ferran Adrià–. Dicho lo cual, hay varias referencias imprescindibles aquí.
Si queremos una cocina sencilla, bien preparada y buenas vistas, Rom (Passeig Marítim, 43) es un valor seguro. También de vistas presume el restaurante Els Brancs (Avinguda de José Díaz Pacheco, 26), cuya carta ha sido diseñada por el chef Rafa Zafra para el hotel Vistabella (el nombre no es una casualidad) y que hasta la fecha es el único cinco estrellas de Roses. También tiene la carta de vinos más potente de las que encontramos aquí.
Sencillez y producto también aguarda en Rafa's, el discreto local donde la plancha para pescados y mariscos del día funciona hasta que se liquidan las existencias de un local que presume de no usar congelador.
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Gastroguía de la Costa Brava: qué restaurantes, arroces, barras y bares no debes perderte
fue publicada originalmente en
Directo al Paladar
por
Jaime de las Heras
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