Este plato típico de la cocina catalana es perfecto para disfrutar las habas en plena temporada
Elaboración tradicional, ingredientes frescos y cocción pausada se combinan en una receta primaveral que representa el saber popular transmitido durante generaciones en tierras mediterráneasEl truco del vinagre para conseguir unas patatas fritas crujientes que se utiliza en restaurantes En la cocina tradicional catalana, las habas ocupan un lugar destacado, especialmente durante los meses de primavera, cuando la legumbre se encuentra en su momento óptimo. El plato conocido como habas a la catalana es un clásico que celebra la estacionalidad y el producto de proximidad, heredado de las cocinas rurales donde la sencillez se convierte en virtud. Se trata de una receta de origen humilde, transmitida oralmente a lo largo de generaciones, que ha sabido mantenerse vigente gracias a su sabor profundo y su carácter reconfortante. En esta preparación se combinan legumbres frescas con embutidos y hierbas, en una cocción pausada que permite que cada ingrediente aporte lo mejor de sí. La vinculación entre esta receta y el territorio es evidente. Durante siglos, las masías catalanas han hecho de las habas una fuente esencial de alimentación cuando llegaba la primavera, aprovechando las primeras cosechas y acompañándolas con productos curados como la butifarra negra o la panceta salada. Esta armonía entre lo fresco y lo curado, entre la tierra y la matanza, configura el perfil del plato. Aunque sus ingredientes son accesibles y su preparación no requiere habilidades complejas, el resultado final es rico en matices y lleno de historia. Su popularidad ha traspasado el ámbito doméstico y hoy es habitual encontrarlo también en cartas de restaurantes que apuestan por recuperar la cocina de mercado y la tradición local. Las habas a la catalana no solo son una propuesta deliciosa para aprovechar esta legumbre en su mejor momento; también suponen una reivindicación del tiempo lento en la cocina y de la sabiduría popular transmitida a través de los fogones. Este plato encarna una forma de entender la alimentación vinculada al calendario agrícola, a la cocina de aprovechamiento y al respeto por los sabores de siempre. Su vigencia actual responde al interés creciente por volver a lo esencial, por reconectar con lo que se cocina cuando el entorno dicta qué ingredientes utilizar. Prepararlas hoy es también un gesto de memoria y una forma de mantener viva una parte del patrimonio culinario catalán. Cómo preparar las habas a la catalana El éxito del plato reside en el uso de habas frescas y tiernas, que deben desgranarse poco antes de cocinarlas para conservar su textura y dulzura natural. Esta receta se construye en capas de sabor, combinando grasas nobles, productos curados y vegetales frescos. Para seis personas, se necesitan aproximadamente un kilo y medio de habas con vaina (unos 500-600 gramos una vez peladas), 150 gramos de panceta, una butifarra negra, una cebolla grande, dos dientes de ajo, un vasito de anís seco o vino blanco, aceite de oliva virgen extra y hierbas aromáticas como laurel, tomillo y menta. El proceso comienza dorando la panceta cortada en dados pequeños en una cazuela amplia con un buen chorro de aceite de oliva. Una vez ha soltado su grasa, se añade la cebolla picada fina junto a los dientes de ajo laminados. Este sofrito debe cocinarse a fuego medio-bajo hasta que la cebolla se vuelva transparente y ligeramente dorada. En este punto se incorporan las habas, previamente peladas, y se mezclan bien con el sofrito para que se impregnen de su sabor. También se añaden las hierbas aromáticas y la butifarra negra cortada en rodajas gruesas o entera, según preferencias. A continuación, se vierte el anís o el vino blanco para desgrasar el fondo de la cazuela y aportar un toque dulzón característico. Una vez se ha evaporado ligeramente el alcohol, se cubren las habas con un caldo ligero —puede ser de carne o simplemente agua— y se deja cocinar a fuego suave entre 35 y 45 minutos, o hasta que las habas estén tiernas. Durante la cocción es importante no remover en exceso para evitar que las habas se deshagan. Si se desea un plato más meloso, puede dejarse reducir ligeramente el líquido durante los últimos minutos, vigilando siempre que no se seque en exceso. El plato se puede consumir recién hecho, pero como ocurre con muchos guisos, mejora notablemente de un día para otro, cuando los sabores se integran por completo. Se suele servir caliente, en cazuela o en plato hondo, acompañado en ocasiones de pan rústico para aprovechar la salsa.

Elaboración tradicional, ingredientes frescos y cocción pausada se combinan en una receta primaveral que representa el saber popular transmitido durante generaciones en tierras mediterráneas
El truco del vinagre para conseguir unas patatas fritas crujientes que se utiliza en restaurantes
En la cocina tradicional catalana, las habas ocupan un lugar destacado, especialmente durante los meses de primavera, cuando la legumbre se encuentra en su momento óptimo. El plato conocido como habas a la catalana es un clásico que celebra la estacionalidad y el producto de proximidad, heredado de las cocinas rurales donde la sencillez se convierte en virtud.
Se trata de una receta de origen humilde, transmitida oralmente a lo largo de generaciones, que ha sabido mantenerse vigente gracias a su sabor profundo y su carácter reconfortante. En esta preparación se combinan legumbres frescas con embutidos y hierbas, en una cocción pausada que permite que cada ingrediente aporte lo mejor de sí.
La vinculación entre esta receta y el territorio es evidente. Durante siglos, las masías catalanas han hecho de las habas una fuente esencial de alimentación cuando llegaba la primavera, aprovechando las primeras cosechas y acompañándolas con productos curados como la butifarra negra o la panceta salada. Esta armonía entre lo fresco y lo curado, entre la tierra y la matanza, configura el perfil del plato.
Aunque sus ingredientes son accesibles y su preparación no requiere habilidades complejas, el resultado final es rico en matices y lleno de historia. Su popularidad ha traspasado el ámbito doméstico y hoy es habitual encontrarlo también en cartas de restaurantes que apuestan por recuperar la cocina de mercado y la tradición local.
Las habas a la catalana no solo son una propuesta deliciosa para aprovechar esta legumbre en su mejor momento; también suponen una reivindicación del tiempo lento en la cocina y de la sabiduría popular transmitida a través de los fogones. Este plato encarna una forma de entender la alimentación vinculada al calendario agrícola, a la cocina de aprovechamiento y al respeto por los sabores de siempre.
Su vigencia actual responde al interés creciente por volver a lo esencial, por reconectar con lo que se cocina cuando el entorno dicta qué ingredientes utilizar. Prepararlas hoy es también un gesto de memoria y una forma de mantener viva una parte del patrimonio culinario catalán.
Cómo preparar las habas a la catalana
El éxito del plato reside en el uso de habas frescas y tiernas, que deben desgranarse poco antes de cocinarlas para conservar su textura y dulzura natural. Esta receta se construye en capas de sabor, combinando grasas nobles, productos curados y vegetales frescos.
Para seis personas, se necesitan aproximadamente un kilo y medio de habas con vaina (unos 500-600 gramos una vez peladas), 150 gramos de panceta, una butifarra negra, una cebolla grande, dos dientes de ajo, un vasito de anís seco o vino blanco, aceite de oliva virgen extra y hierbas aromáticas como laurel, tomillo y menta.
El proceso comienza dorando la panceta cortada en dados pequeños en una cazuela amplia con un buen chorro de aceite de oliva. Una vez ha soltado su grasa, se añade la cebolla picada fina junto a los dientes de ajo laminados. Este sofrito debe cocinarse a fuego medio-bajo hasta que la cebolla se vuelva transparente y ligeramente dorada.
En este punto se incorporan las habas, previamente peladas, y se mezclan bien con el sofrito para que se impregnen de su sabor. También se añaden las hierbas aromáticas y la butifarra negra cortada en rodajas gruesas o entera, según preferencias.
A continuación, se vierte el anís o el vino blanco para desgrasar el fondo de la cazuela y aportar un toque dulzón característico. Una vez se ha evaporado ligeramente el alcohol, se cubren las habas con un caldo ligero —puede ser de carne o simplemente agua— y se deja cocinar a fuego suave entre 35 y 45 minutos, o hasta que las habas estén tiernas.
Durante la cocción es importante no remover en exceso para evitar que las habas se deshagan. Si se desea un plato más meloso, puede dejarse reducir ligeramente el líquido durante los últimos minutos, vigilando siempre que no se seque en exceso.
El plato se puede consumir recién hecho, pero como ocurre con muchos guisos, mejora notablemente de un día para otro, cuando los sabores se integran por completo. Se suele servir caliente, en cazuela o en plato hondo, acompañado en ocasiones de pan rústico para aprovechar la salsa.