¿Es posible una alimentación justa, saludable y sostenible?
La ayuda Daniel Carasso Fellowship fomenta la investigación agroalimentaria comprometida con mejoras sociales y medioambientales en nuestros campos y platos. La entrada ¿Es posible una alimentación justa, saludable y sostenible? se publicó primero en Ethic.

Imagine una gran obra de teatro en la que un nuevo personaje aparece en el quinto acto. La mayoría del resto de personajes están entrelazados por encuentros, amistades, colaboraciones, rencillas, confidencias y competencias. Este nuevo personaje adivina en algunas ocasiones – y se pierde en otras– esos hilos de unión y, a veces, tensión. Así es como las personas que durante muchos años hemos trabajado en investigación fuera de nuestro país nos sentimos a menudo al introducirnos en el sistema nacional. Puesto que no he hecho una encuesta exhaustiva, no puedo generalizar estos sentimientos, por lo que diré que al menos una de esas personas se siente así.
El SECTI –o Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación– desde fuera, y desde su hall de entrada, da la sensación de ser una caja negra, difícil de descifrar. Como una especie de scape room, pero en la que el reto es entrar. Esta caja negra ofrece muy pocas vías de entrada para personal investigador «no estabilizado», lo que es sinónimo de «sin plaza permanente».
Muy pocas de estas vías permiten que la persona candidata se convierta en Investigadora Principal de su propio proyecto en vez de unirse al proyecto de un equipo ya establecido. Hay aún menos convocatorias que permitan realizar un proyecto transdisciplinar sobre sostenibilidad alimentaria y que pongan al alcance amplias conexiones y sinergias dentro de un activo ecosistema de contactos en sociedad civil, políticas públicas e investigación. Y –hasta donde conozco– solo hay una convocatoria después de cuya finalización la persona investigadora continúa siendo acompañada, formando parte de una comunidad de investigación con una visión a largo plazo interesada en sistemas alimentarios justos, saludables y sostenibles.
Al ofrecer estas oportunidades, la Daniel Carasso Fellowship –una ayuda de investigación para personal investigador con experiencia entre 2 y 7 años después del doctorado– ha abierto un punto de inflexión en la investigación agroalimentaria comprometida con mejoras sociales y medioambientales en nuestros campos y platos. Por estas razones, no dudé en enviar mi propuesta en 2021.
Para amplificar y apoyar los impactos a largo plazo de estos proyectos, se ha formado un colectivo científico que aboga por la investigación como herramienta para la transición alimentaria más ecológica, justa y sostenible. Comunidad SABE (Sostenibilidad Alimentaria Basada en Evidencias) es el nombre de una comunidad de práctica interdisciplinar cuyo núcleo está –de momento– compuesto por las cinco personas galardonadas con la Daniel Carasso Fellowship.
Es a través de SABE donde estamos iniciando un nuevo acto en el que participo junto a Daniel Gaitán, Ujué Fresán, Marta Albo y Adrián González, y en el que estamos abiertos a recibir nuevos actores que interpreten un papel protagonista en la aceleración del cambio hacia futuros más sostenibles y saludables.
Las semillas son la base de la alimentación saludable y sostenible
Se irán uniendo nuevos personajes, y durante el camino, esta comunidad sigue trabajando en aspectos transdisciplinares claves para la transición alimentaria, visibilizando como la manera de producir, comer y gestionar los alimentos genera una multitud de impactos en nuestro planeta y en todos los seres que lo habitamos. Daniel se ha encargado de aportar claves para mejorar las políticas públicas en la compra pública sostenible alimentaria en España; Marta aborda el sector pesquero con la implementación de planes de adaptación climática específicos; Adrián está estudiando cómo aprovechar los residuos ganaderos a través de unos filtros que generarán fertilizantes para la agricultura; Ujué está desarrollando una metodología para evaluar la calidad nutricional y sostenibilidad de la dieta de la población española; y yo analicé la necesidad de sistemas de semillas sostenibles, los retos de gobernanza global causados por la creciente digitalización de las secuencias genéticas de recursos fitogenéticos y el potencial de modelos de semillas de código abierto que crean sinergias con movimientos de comunes digitales. Las semillas son la base de la alimentación saludable y sostenible, y a la vez uno de las dimensiones menos conocidas y más olvidadas de los debates y estrategias alimentarias, por lo que es esencial devolverles el espacio que se merecen en el escenario global.
Cada uno, con nuestro propio papel, somos conscientes de pertenecer a una gran obra en la que hay que abrir y fomentar iniciativas en las que poner en común diferentes tipos de conocimientos y saberes, que orienten la implementación de nuevas políticas alimentarias y nos guíen a futuros que merezca la pena vivir.
Espero que este modelo de convocatoria sirva de inspiración para otras futuras que ayuden a que la investigación en España sea una obra en la que el telón se mantenga levantado y continúe activa y visible sobre las tablas. Es esencial que el sistema de investigación público sea nutrido con suficiente financiación para que aquellos personajes emergentes comprometidos a contribuir a esta obra viva y colectiva cuenten con el apoyo necesario, para que las personas que los crean y les hacen evolucionar no vivan «desestabilizados» por el riesgo de desaparecer en el siguiente acto.
Raquel Ajates es investigadora César Nombela y Daniel Carasso Fellow 2021
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