‘El Papa León no dejaba propina, pero sí la bendición’: Los restaurantes donde comía Robert Prevost
Robert Prevost fue obispo de Chiclayo (Perú), donde los restaurantes recuerdan sus platillos favoritos.

Antes de convertirse en el Papa León XIV, ya había mucho humo en la vida de Robert Francis Prevost Martínez: el que salía de las cocinas donde se preparaban los platillos sencillos, fritos y locales que tanto le gustan, según recuerdan quienes lo conocieron en Chiclayo (Perú).
En Chiclayo, donde el estadounidense-peruano Robert Prevost fue obispo, varios restaurantes tratan sumarse a ‘la ruta del Papa‘, un recorrido por los lugares emblemáticos por los que pasó el sumo pontífice, como la catedral, el obispado en el cual vivió y comedores sociales en la zona.
Edison Farfán, actual obispo de Chiclayo, dijo a Perú21 que a Prevost “le gustaba el cabrito, el arroz con pato y el ceviche. Disfrutaba de los sabores con humildad y alegría”.
Así que con esa ‘bendición’ culinaria, se promueve a los turistas que prueben el arroz con pato, el cabrito con sus frejoles y el ceviche.
¿Dónde comía el Papa León XIV en Cliclayo?
El operador turístico Nino Onofre dijo a EFE que Prevost amaba un pastel de peras del pueblo marítimo de Pimentel (a 20 minutos de Chiclayo), el cual esperan que pronto se llame ‘El pastel del papa‘.
En tanto, Las Américas, restaurante fundado en 1978 que se ubica en la calle Elías Aguirre 824, puso un letrero a su entrada: “Aquí comió el papa, comida bendita, comida con fe”.
Este sitio es de precios accesibles, según los usuarios de Google Maps, y vende cabrito combinado, arroz con pato, frito de cerdo, lengua al jugo, cau cau con arroz, ceviche, caldo de gallina y más.
El desayuno favorito del Papa
En el café restaurante El Trébol, ubicado frente a la catedral de Chiclayo, puso en su pizarrón de anuncios: “Hoy el desayuno favorito del papa: frito chiclayano”. En este sitio el cheque promedio es de 50 a 60 soles peruanos, según las reseñas, es decir, de 260 a 320 pesos mexicanos, aproximadamente.
Carlos López (jefe del salón de El Trébol) ha relatado detalles de esas visitas a medios locales, como que su mesa favorita era la número 3 porque desde ahí alcanzaba a ver la catedral, además de que acudía de dos a tres veces por semana.
En una entrevista con América Noticias, López relató que Prevost pedía muy seguido el mismo desayuno: “Pedía su jugo de papaya y su tradicional frito chiclayano, el cual consiste en carne de cerdo sancochada, prefrita, acompañada con camote, yuca sancochada y una deliciosa zarza criolla, nuestro plato regional”.
Para el almuerzo, el entonces obispo pedía cabrito, el cual prefería sobre los de otros sitios: “A él le encantaba el cabrito por el loche, me comentó una vez que probó en la capital, pero no pasaba nada qué ver con el chiclayano”.
López agrega que el sacerdote era “fanático” del caldo de gallina para la cena, “lo acompañaba con su anís. Se le atendía como cualquier comensal, lo bueno: no te dejaba una buena propina, pero sí te dejaba la bendición”. Sobre ese tema, él agregó a Blu Radio que tomaba las “miles de bediciones” feliz y contento.
El trabajador del restaurante se suma a la opinión de otros pobladores que han descrito a Prevost como una persona sencilla, espiritual y de risa fácil.
“Él era una de las personas amables, tenía una voz que transmitía paz, se despedía amablemente y te daba su bendición (...) Comía rico y se iba feliz. Venía a veces con sacerdotes y con algunas monjitas. Siempre nos visitaba, nosotros agradecidos y superfelices”, mencionó López.