El desafío de las instituciones en tiempos vertiginosos

La humanidad se encuentra transitando profundos cambios culturales y tecnológicos derivación de lo que se ha denominado “Cuarta Revolución Industrial”.La Cuarta Revolución Industrial, a diferencia de las anteriores, no representó una tecnología determinada, se caracterizó por la desmaterialización de los procesos y la consolidación de un sistema de interconectividad superintensiva fundado en el manejo y procesamiento instantáneo de inmensas masas de información (big data), ordenadas a escala global y en tiempo presente.La Primera Revolución estuvo marcada por la mecanización, la Segunda por la electrificación y la Tercera por la automatización. En todas estas revoluciones industriales han existido cambios culturales que, en contrario de lo que puede considerarse, no son estrictamente consecuencias sino causas de aquellas.Como bien lo explica Alessandro Baricco en su obra The game, las revoluciones culturales operan cambios tecnológicos e industriales acordes a la profundidad de estos cambios culturales. Dicho de otro modo, en la raíz de los cambios e innovaciones tecnológicas subyace un cambio cultural que dispone el ámbito y motiva los cambios. Y, ciertamente, se producen reflujos sucesivos en virtud de los cuales, los cambios técnicos y tecnológicos generan, a su vez, transformaciones culturales.Hay que tener presente que si bien en su esencia la Cuarta Revolución Industrial no es una tecnología determinada, como sucedía con los anteriores procesos, en su contexto se han desarrollado cantidad de herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial, computación en la nube, internet de las cosas, impresión 3D, secuenciación de ADN, blockchain, realidad aumentada y virtual, robótica avanzada, biotecnología y computación cuántica, entre otras.Algunos proyectos gestados como consecuencia de esta realidad, no obstante sus innegables alcances, no han evolucionado en la forma imaginada, ante previsibles limitaciones, como el caso de la plataforma ChatGPT, el Metaverso, entre otros, o la curiosidad de que los robots suelen portar sesgos de quienes los diseñan. Ante ello se ha reclamado, con fino criterio, la necesidad de acompañar con inteligencia humana y emocional para valerse y hasta lidiar con la inteligencia artificial, que no es solo actualmente inteligencia artificial discriminativa y predictiva (con la utilización de algoritmos), sino además inteligencia artificial generativa.Se ha admitido en forma generalizada que el mundo transita la edad madura de la Cuarta Revolución Industrial y, a la vez, de algún modo solapada, la fase germinal de lo que se puede llamar Quinta Revolución Industrial, “la Revolución de la Inteligencia Artificial y sus proyecciones”, con enorme significación.Por otro lado, es necesario apreciar el contexto en el que se desenvuelven estas fuerzas, a partir de la existencia de visiones extremas respecto de las consecuencias de la globalización, favorables o desfavorables, que no se han verificado en los hechos, sin perjuicio de la consolidación del proceso. Es que la globalización no ha derivado en la panacea utópica que anticiparan algunos pensadores, ni en el derrumbe estructural que avizoraban otros.A la par del fortalecimiento de los lazos comunitarios y las estructuras regionales, crece el respeto de los espacios nacionales sustentados en lazos culturales e históricos, en una dinámica de tensiones y fricciones que exigen la elaboración de un nuevo sistema que equilibre los intereses locales y globales.Aunque ciertamente no se puede considerar acabada la implementación del modelo comunitario, y se verifican casos con impulso centrífugo, el fortalecimiento de los sistemas jurídicos internacionales ha permitido irradiar mundialmente la necesidad de respetar los derechos humanos y consolidar marcos institucionales que garanticen la convivencia nacional, regional y mundial. No obstante ello, subsisten los atentados contra los derechos fundamentales, los conflictos focalizados, la generación de nuevos incidentes de creciente y alarmante magnitud, y el aumento del crimen transnacional.Todo esto, y muchas cosas más, suceden mientras se desenvuelven los impulsos y contenidos de esa Quinta Revolución Industrial y no puede dejar de apreciarse todo vinculado. Por ende, es necesario construir las condiciones de una Sexta Revolución Industrial, signada por la reconfiguración de los procesos y los sistemas, a partir de su profunda personalización y humanización. Ello en coincidencia, parcialmente en otra dimensión, con el agotamiento de la neoposmodernidad.Los desafíos del nuevo tiempo interpelan a partir de la necesaria consolidación de las instituciones y del vínculo virtuoso entre cultura y tecnología, comprendiendo que tanto la tecnología como las instituciones son, en definitiva, manifestaciones de la cultura de las sociedades en un lugar y tiempo determinados, y que el consenso es el instrumento ineludible para robustecer los vínculos entre personas y grupos de personas y diseñar e imp

Feb 15, 2025 - 05:49
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El desafío de las instituciones en tiempos vertiginosos

La humanidad se encuentra transitando profundos cambios culturales y tecnológicos derivación de lo que se ha denominado “Cuarta Revolución Industrial”.

La Cuarta Revolución Industrial, a diferencia de las anteriores, no representó una tecnología determinada, se caracterizó por la desmaterialización de los procesos y la consolidación de un sistema de interconectividad superintensiva fundado en el manejo y procesamiento instantáneo de inmensas masas de información (big data), ordenadas a escala global y en tiempo presente.

La Primera Revolución estuvo marcada por la mecanización, la Segunda por la electrificación y la Tercera por la automatización. En todas estas revoluciones industriales han existido cambios culturales que, en contrario de lo que puede considerarse, no son estrictamente consecuencias sino causas de aquellas.

Como bien lo explica Alessandro Baricco en su obra The game, las revoluciones culturales operan cambios tecnológicos e industriales acordes a la profundidad de estos cambios culturales. Dicho de otro modo, en la raíz de los cambios e innovaciones tecnológicas subyace un cambio cultural que dispone el ámbito y motiva los cambios. Y, ciertamente, se producen reflujos sucesivos en virtud de los cuales, los cambios técnicos y tecnológicos generan, a su vez, transformaciones culturales.

Hay que tener presente que si bien en su esencia la Cuarta Revolución Industrial no es una tecnología determinada, como sucedía con los anteriores procesos, en su contexto se han desarrollado cantidad de herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial, computación en la nube, internet de las cosas, impresión 3D, secuenciación de ADN, blockchain, realidad aumentada y virtual, robótica avanzada, biotecnología y computación cuántica, entre otras.

Algunos proyectos gestados como consecuencia de esta realidad, no obstante sus innegables alcances, no han evolucionado en la forma imaginada, ante previsibles limitaciones, como el caso de la plataforma ChatGPT, el Metaverso, entre otros, o la curiosidad de que los robots suelen portar sesgos de quienes los diseñan. Ante ello se ha reclamado, con fino criterio, la necesidad de acompañar con inteligencia humana y emocional para valerse y hasta lidiar con la inteligencia artificial, que no es solo actualmente inteligencia artificial discriminativa y predictiva (con la utilización de algoritmos), sino además inteligencia artificial generativa.

Se ha admitido en forma generalizada que el mundo transita la edad madura de la Cuarta Revolución Industrial y, a la vez, de algún modo solapada, la fase germinal de lo que se puede llamar Quinta Revolución Industrial, “la Revolución de la Inteligencia Artificial y sus proyecciones”, con enorme significación.

Por otro lado, es necesario apreciar el contexto en el que se desenvuelven estas fuerzas, a partir de la existencia de visiones extremas respecto de las consecuencias de la globalización, favorables o desfavorables, que no se han verificado en los hechos, sin perjuicio de la consolidación del proceso. Es que la globalización no ha derivado en la panacea utópica que anticiparan algunos pensadores, ni en el derrumbe estructural que avizoraban otros.

A la par del fortalecimiento de los lazos comunitarios y las estructuras regionales, crece el respeto de los espacios nacionales sustentados en lazos culturales e históricos, en una dinámica de tensiones y fricciones que exigen la elaboración de un nuevo sistema que equilibre los intereses locales y globales.

Aunque ciertamente no se puede considerar acabada la implementación del modelo comunitario, y se verifican casos con impulso centrífugo, el fortalecimiento de los sistemas jurídicos internacionales ha permitido irradiar mundialmente la necesidad de respetar los derechos humanos y consolidar marcos institucionales que garanticen la convivencia nacional, regional y mundial. No obstante ello, subsisten los atentados contra los derechos fundamentales, los conflictos focalizados, la generación de nuevos incidentes de creciente y alarmante magnitud, y el aumento del crimen transnacional.

Todo esto, y muchas cosas más, suceden mientras se desenvuelven los impulsos y contenidos de esa Quinta Revolución Industrial y no puede dejar de apreciarse todo vinculado. Por ende, es necesario construir las condiciones de una Sexta Revolución Industrial, signada por la reconfiguración de los procesos y los sistemas, a partir de su profunda personalización y humanización. Ello en coincidencia, parcialmente en otra dimensión, con el agotamiento de la neoposmodernidad.

Los desafíos del nuevo tiempo interpelan a partir de la necesaria consolidación de las instituciones y del vínculo virtuoso entre cultura y tecnología, comprendiendo que tanto la tecnología como las instituciones son, en definitiva, manifestaciones de la cultura de las sociedades en un lugar y tiempo determinados, y que el consenso es el instrumento ineludible para robustecer los vínculos entre personas y grupos de personas y diseñar e implementar modelos idóneos para mejorar la calidad de vida individual y social.

Siempre las instituciones aportan a los cambios y a su vez los reflejan. Por tal razón, desde la perspectiva de las instituciones, reviste significativa trascendencia examinar los cambios culturales, tecnológicos e industriales, y analizar la incidencia que estos tienen sobre las estructuras institucionales a fin adecuar estos modelos con miras a su fin propio, que es la garantía de una mejor convivencia, una plena armonía y la consolidación de las condiciones para el desarrollo pleno de las sociedades, grupos intermedios y personas, adecuadamente articulados como las partes entre sí y las partes al todo, reconociendo como valor prioritario el respeto irrestricto de la dignidad de la persona humana. ß

Procurador general ante la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires