Uno pasea por la Concepción y no sabe si atraviesa Sebastopol . Bloque a bloque, colmena a colmena, Madrid tiene en esta zona prisa por volverse a acostar. Los edificios que marcan este barrio, levantado a partir de los años cuarenta, son austeros, altos y flacos. No pretenden que el hogar sea un salón con chimenea porque no hay espacio para tanto. Al revés, estos bloques de pisos tienen alma comunista y ejecución fascista, demostrando, una vez más, que los extremos se tocan porque son casi el mismo. De hecho, si no fuera porque en estas calles habitan más vírgenes que en el Vaticano, estaría convencido de andar por cualquiera de las ciudades que se levantaron en la antesala de...
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