Descubren el origen de los microsismos en la CDMX; revoluciona la ciencia sísmica
Un estudio de la UNAM ha revelado detalles fascinantes sobre los microsismos que han sacudido el poniente de Ciudad de México. La investigación, que explora cómo los movimientos lentos en fallas subterráneas dan lugar a sismos intensos, ha revelado nuevos mecanismos que podrían cambiar nuestra comprensión de los riesgos sísmicos en la capital mexicana. A […]

Un estudio de la UNAM ha revelado detalles fascinantes sobre los microsismos que han sacudido el poniente de Ciudad de México. La investigación, que explora cómo los movimientos lentos en fallas subterráneas dan lugar a sismos intensos, ha revelado nuevos mecanismos que podrían cambiar nuestra comprensión de los riesgos sísmicos en la capital mexicana.
A través de un enfoque multidisciplinario, los científicos han podido detectar patrones sísmicos que se mantienen invisibles para la mayoría de la población, pero que tienen profundas implicaciones para la seguridad de los habitantes de la ciudad.

¿Qué está pasando bajo Ciudad de México?
Utilizando una combinación de datos satelitales avanzados, análisis de microsismicidad y estudios del terreno, los investigadores han identificado un fenómeno geológico más complejo de lo que inicialmente se pensaba: un deslizamiento lento de dos fallas tectónicas bajo la ciudad. Este proceso, que ocurre de manera casi imperceptible, desencadena enjambres de sismos que afectan la zona poniente de Ciudad de México.

Los microsismos de Mixcoac y Barranca del Muerto
En febrero de 2023, los residentes de Mixcoac y Plateros, al poniente de la ciudad, comenzaron a sentir una serie de microsismos que causaron preocupación y daños menores. Sin embargo, lo que parecía ser un simple enjambre sísmico resultó ser mucho más complejo: los microsismos eran el producto de un deslizamiento lento en dos fallas tectónicas, la de Mixcoac y Barranca del Muerto.
Estos movimientos lentos, aunque imperceptibles, pusieron en evidencia el comportamiento sísmico subterráneo que precede a los sismos más fuertes, como los registrados el 11 de mayo y 14 de diciembre de 2023, de magnitud 3.2, que ocurrieron a profundidades menores de 700 metros.

La ciencia detrás de los enjambres sísmicos
A través de interferometría satelital (InSAR), los investigadores pudieron observar deformaciones tectónicas en las zonas epicentrales antes y después de los eventos sísmicos. Estos datos, junto con el análisis de la microsismicidad, revelaron que el 95% del deslizamiento en la falla Barranca del Muerto fue asísmico, es decir, no produjo ondas sísmicas perceptibles.
El fenómeno del deslizamiento lento y casi imperceptible, aunque no genera terremotos devastadores, puede preparar el escenario para sismos más fuertes. Como explica Darío Solano-Rojas, uno de los autores del estudio, el movimiento de bloques en las fallas subterráneas provoca un deslizamiento que, cuando se mueve abruptamente, genera un terremoto.
Así, lo que parecía ser una serie de microsismos aislados tiene un origen mucho más profundo, asociado a los esfuerzos generados por estos deslizamientos lentos.

Un riesgo invisible bajo la CDMX
La Ciudad de México, asentada sobre antiguos sedimentos lacustres, experimenta una amplificación de las ondas sísmicas debido a su peculiar geología. Esto significa que, incluso los microsismos que ocurren a poca profundidad (<700 m), pueden percibirse de manera más intensa en la superficie.
Además, las fallas ubicadas al este de la ciudad, bajo sedimentos saturados de agua, tienden a deformarse sin generar señales sísmicas perceptibles, mientras que las fallas del oeste, más visibles en la superficie, liberan más ondas sísmicas.

Este descubrimiento no solo explica los microsismos recientes, sino que también tiene implicaciones importantes para la evaluación de riesgos sísmicos en la ciudad. Los investigadores ahora entienden mejor los mecanismos que desencadenan los enjambres sísmicos y cómo estos fenómenos pueden evolucionar hacia terremotos más fuertes.
Gracias a la combinación de técnicas avanzadas como la interferometría satelital y el análisis geomorfológico, los científicos pueden predecir con mayor precisión las áreas de riesgo y mejorar las estrategias de prevención y respuesta ante futuros sismos.