Reinó el fútbol en
Sevilla. Una vez más. Y vestido de azulgrana. La noche que
Jules Koundé se disfrazó en el minuto 116 de
Touré Yaya, cuyo trallazo abrió el camino del primer triplete en 2009 en la final de
Mestalla. El fútbol hizo justicia a quien antepone el balón en una noche trepidante y épica. Fue el
Barça de
Hansi Flick, auténtico dominador de la temporada, el indiscutible campeón en
La Cartuja pese a que el
Real Madrid vendió su cara su piel. Pero esta vez con la agonía del reloj no triunfó el color blanco. No hay otro
Rey de Copas que el club catalán, ya con 32 coronas en el
Museu. La vergonzosa estratagema del
Real Madrid en la previa filtrando sus amenazas a la
Federación Española y boicoteando todos los actos oficiales de la previa, entrenamiento incluido, mientras condicionaba a los árbitros de la final quedará ya para siempre como la penúltima condena para los blancos. Porque la última llegó sobre el césped de
Sevilla con un inolvidable triunfo barcelonista contra el millonario proyecto de
Florentino Pérez. Son ya tres de tres esta campaña tras el 0-4 en el
Santiago Bernabéu en
Liga del 26 de octubre y el 2-5 en
Arabia Saudí en la Supercopa de España.
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