Del papa sonriente al viajero y al emérito: cómo fueron los funerales de los antecesores de Francisco

Las exequias de los tres últimos pontífices combinaron la precisión del ritual con la espontánea devoción de los fieles

Abr 26, 2025 - 05:39
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Del papa sonriente al viajero y al emérito: cómo fueron los funerales de los antecesores de Francisco

Cientos de miles de fieles católicos y admiradores despiden en estos días a Francisco, como antes lo hicieron, colmando repetidamente la Plaza de San Pedro, dolidos pero agradecidos, a sus celebrados antecesores.

Personalidades tan disímiles como el italiano Juan Pablo I, el polaco Juan Pablo II y el alemán Benedicto VI fueron llorados en los espacios públicos del Vaticano y de Roma en ceremonias televisadas seguidas por millones.

El papa sonriente

Un hombre sostiene una foto de Juan Pablo I durante la ceremonia de beatificación dirigida por Francisco en la Plaza de San Pedro

Conocido como “el papa sonriente”, el cardenal Albino Luciani era patriarca de Venecia cuando asumió con el nombre de Juan Pablo I. Elegido el 26 de agosto de 1978, fue encontrado muerto en su cama solo 33 días después.

Fue el último pontífice italiano hasta la fecha, y el último de una larga sucesión ininterrumpida de papas italianos a lo largo de más de cuatro siglos.

Luego de ser examinado por un médico, su cuerpo presentaba algunos signos que generaron dudas sobre la causa de su muerte. De las dudas a las teorías conspirativas hubo un solo paso, cubiertas a raudales desde entonces y hasta el día de hoy en libros y otras investigaciones.

Juan Pablo I tuvo su funeral correspondiente en la Plaza de San Pedro el 4 de octubre de 1978, en una ceremonia oficiada por el decano del colegio cardenalicio, Carlo Confalonieri.

Los medios de la época señalaron que los cardenales de la Iglesia católica se reunieron para el segundo funeral papal en menos de dos meses, luego del fallecimiento, ceremonia y entierro de su predecesor, Pablo VI.Los funerales de Juan Pablo I en El Vaticano

La multitud congregada en la Plaza de San Pedro, estimada en 50.000 personas por las autoridades vaticanas, se unió a 95 cardenales y dignatarios de 108 países. Su cuerpo quedó guardado en la cripta de la Basílica de San Pedro, las llamadas Grutas Vaticanas, lugar de descanso de otros 146 papas antes del sonriente Albino Luciani.

Juan Pablo “pasó como un meteoro que ilumina inesperadamente los cielos y luego desaparece, dejándonos asombrados y estupefactos”, dijo Confalonieri.

El funeral, televisado en directo en 31 países, marcó el inicio de nueve días de luto oficial. El décimo día, el 14 de octubre, los cardenales se reunieron en la Capilla Sixtina para iniciar el proceso de elección del sucesor, Karol Wojtyla, quien se hizo llamar Juan Pablo II en homenaje al recién fallecido pontífice italiano.

El papa viajero

La segunda visita del Papa Juan Pablo II a la Argentina, en 1987

Juan Pablo II murió el sábado 2 de abril de 2005. Fueron más de dos décadas al frente de la Iglesia. En la tarde del lunes se abrió su capilla ardiente en la Basílica de San Pedro, donde en tres días desfilaron cientos de miles de fieles que se fueron acercando; italianos primero, polacos enseguida, de todas partes después. Como en los viejos tiempos, todos los caminos conducían a Roma.

La ceremonia fúnebre, el 8 de abril, comenzó a las 10 de la mañana cuando 12 porteadores sacaron a hombros de la basílica el féretro de ciprés y lo colocaron sobre la escalinata. Le siguió una misa de réquiem que duró más de dos horas y media y fue oficiada por Joseph Ratzinger, entonces decano del colegio cardenalicio, y que lo sucedería solo 11 días después como Benedicto XVI.Miles de personas esperan para entrar en la Basílica de San Pedro del Vaticano y visitar la capilla ardiente del Papa Juan Pablo II

Más de un millón de personas acompañaron la ceremonia. Cerca de 300.000 personas ocuparon la Plaza San Pedro y la avenida que vincula el casco histórico de Roma con el Vaticano, y las demás la siguieron a través de 28 pantallas gigantes, situadas en puntos estratégicos de la ciudad.

“Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana del Padre, nos ve y nos bendice”, dijo Ratzinger en su homilía, junto a palabras de agradecimiento a Juan Pablo II por haber seguido activo hasta el final a pesar de su débil estado de salud.La procesión con el féretro de Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro

La solemnidad de la ceremonia se vio quebrada a menudo por aplausos y gritos en italiano de “Santo subito” (Santo ya), exigiendo la santidad urgente del Papa. El grito se vería recompensado nueve años más tarde, en 2014, cuando Juan Pablo II fue canonizado por Francisco.

Fue el funeral más multitudinario en la historia de la Iglesia, un conmovedor gesto de los miles de fieles que, sin dudarlo, viajaron a Roma para despedir al obispo polaco que, durante sus tres décadas de pontificado, realizó 104 viajes fuera de Italia y visitó 129 países.

Asistieron cerca de 200 personalidades, desde el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, a la derecha, hasta el brasileño Lula da Silva a la izquierda: no hubo reparos ni diferencias ideológicas a la hora de honrar su memoria. Y no podía faltar el expresidente polaco Lech Walesa, el líder de la revuelta contra el comunismo.

El papa emérito

Francisco y Benedicto XVI antes de una reunión en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el 28 de septiembre de 2014

Benedicto XVI sucedió a Juan Pablo II en 2005 y abdicó en 2013, cuando tomó su lugar Francisco. Aunque no fue un funeral de Estado por ser un papa emérito, la ceremonia por su muerte el 5 de enero de 2023 fue bastante parecida. Solo algunos detalles, como que el cuerpo no fuera con el palio al cuello, el ornamento que indica que el pontífice era reinante, marcaban la diferencia.

Poco después de la muerte se dio a conocer que el cuerpo de Benedicto sería enterrado en la cripta de San Pedro. Dentro del féretro, un ataúd de tres cajas, se introdujeron los palios utilizados y las monedas del pontificado: siete de oro, según el número de años, 10 de plata, por los meses, y nueve de bronce, indicando los días de su duración.La ceremonia funeraria del papa emérito Benedicto XVI

Aunque no se trató de una ceremonia de Estado y solo se cursaron invitaciones oficiales a las delegaciones de Alemania e Italia, al funeral asistieron, a título privado, tres monarcas, nueve presidentes, cuatro primeros ministros, además de cardenales, patriarcas y representantes de otras confesiones religiosas.

La liturgia fue presidida por Francisco y concelebrada por el cardenal italiano Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio, junto a unos 120 cardenales, 400 obispos y 3700 sacerdotes. Francisco apareció ya entonces en silla de ruedas, empujada por un ayudante, y subió por una rampa lateral al altar de la plaza.

“Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”, dijo Francisco al final de su homilía.Francisco junto al féretro de Benedicto XVI al cierre de la ceremonia funeraria

Doce empleados del Vaticano subieron a hombros el féretro y se lo llevaron al interior de la basílica, tras lo cual se cerraron las cortinas de terciopelo rojo de la entrada.

Casi 200.000 personas desfilaron durante los tres días de capilla ardiente, y otras 100.000 asistieron a la ceremonia de despedida en la Basílica de San Pedro y alrededores.

El gobierno italiano de Giorgia Meloni dispuso que todas las banderas italianas y de la Unión Europea de los edificios públicos estuvieran a media asta debido a las exequias de Ratzinger. En su Alemania natal las campanas de las iglesias lo recordaron sonando a las 11.