
Recientemente he leído en prensa cultural un artículo en el que se reseñaba un libro de Daria Serenko, una poeta, activista y pacifista rusa, que fue encarcelada en febrero de 2022 por enfrentarse a las políticas militaristas y autoritarias de Vladimir Putin. Pues bien, en este libro la autora recoge una serie de textos escritos durante su paso por prisión o durante los días siguientes a su exilio. Este apunte periodístico me viene a las mil maravillas para introducir la reseña de un libro publicado este año por la editorial
Impedimenta y escrito por Daria Galateria, profesora de literatura francesa por la Universidad La Sapienza de Roma. Porque su obra consiste en un personal breviario dedicado a más de cuarenta escritores que, a lo largo de su vida, sufrieron prisión, desarrollando algunos de ellos, durante su estancia entre rejas, el arte de escribir, para mayor gozo de sus lectores.
La autora no solo es una especialista consumada en literatura francesa e italiana, sino que además de traductora de muchas de sus obras, tiene la capacidad de ahondar con conocimiento en las circunstancias vitales que hicieron a todos ellos convertirse en ilustres y, a veces, apestados escritores, en base a su calidad literaria y también, a su forma y modo de vida, a cada cual más heterodoxa. Hasta tal punto que, por razones extremas u ordinarias, voluntarias o involuntarias, culpables o fortuitas, banales o sangrientas, todos ellos dieron con sus huesos en la cárcel. Teniendo en cuenta que el libro no llega a las trescientas páginas y que los autores reseñados pasan de la cuarentena, resulta todavía más loable el alcance y desarrollo de la autora en cuanto a su acercamiento a todos ellos, en cuanto que consigue, en pocas páginas, mostrar al lector un esbozo claro y cristalino de las características más reseñables en la vida y obra de cada uno de ellos, por supuesto, marcadas por sus ideales, vicios, posturas políticas, problemas mentales o simplemente, una absoluta falta de respeto por la autoridad o su rebeldía buscada.
La autora sigue, en su propuesta, un orden cronológico que comienza en el siglo XVIII, ese periodo en el que el absolutismo camina hacia su ocaso, y los años sesenta del siglo XX. En el trascurso de esos siglos se producen revoluciones, guerras y una continua e imparable evolución cultural que propone una serie de movimientos y contra movimientos intelectuales y culturales, que hacen de sus protagonistas elementos incómodos frente a la autoridad establecida. Por supuesto, tras el vuelco de las contrarrevoluciones o la llegada de las postguerras, aquellos escritores e intelectuales más localizados al lado de los perdedores, también terminan siendo objeto de persecución. Pero más allá de aquellos que terminan sufriendo condena por causa de su ideología, los hay y no pocos, que simplemente caen en desgracia por obra y gracia de sus propias debilidades, adicciones, caprichos y veleidades, en un heterogéneo y curioso maremágnum de causas, pleitos, ofensas o simples despistes, a veces bienintencionados.
Como bien indica la profesora Galateria, una de las características que se repite en no pocos de ellos, el noventa y cinco por ciento hombres, es que ese paso por las celdas de la cárcel o de las prisiones que ocuparon, tuvo un aura de liberación creadora, en tanto en cuanto ocupaban el tiempo de estancia, siempre largo, aburrido y solitario, en volcar toda su inspiración, a falta de obligaciones menos cotidianas, en la literatura. Independientemente de que sus celdas fueran lujosas y espaciosas, dada su situación de privilegio, o calabozos infectos, faltos de higiene y comodidades mínimas, casi todos ellos volcaron, dentro de su encierro o fuera de él, las consecuencias de sus experiencias, en sus narraciones, poemas, obras de teatros o pensamientos, quedando de esta manera impresos para la posteridad.
Debo reconocer que hay algunos de estos escritores a los que no he conocido de primera mano. Sin embargo, la lectura de este delicioso y revelador libro me ha llevado, no solo hasta sus obras, sino también, a sus comprometidas o peculiares vidas, mediante las que se conforma un completo y ejemplar catálogo de autores que han marcado de una u otra manera, y no siempre para bien debido a sus particulares vidas e ideologías, la historia de la literatura. Por supuesto, muchos de los nombres implicados en este libro se sitúan en la cúspide literaria universal, pudiendo encontrar en esta lista, entre otros, a Voltaire, Diderot, Sade, Dostoiesvski, Stevenson, London, Wilde, Scott Fitzgerald, Semprún, Solzhenitsyn, Malaparte o Burroughs, quienes junto a todos los demás, conforman un listado tan heterogéneo como diverso en cuanto a pensamiento, palabra y obra. Todo ello para conformar un libro del que recomiendo su lectura, con mucha y, nada fingida, efusión.
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Daria Galateria. Condenados a escribir. Escritores entre rejas, traducción de Francisco Campillo. Madrid, Impedimenta, 2025, 288 páginas.