Cónclave, la película más oportuna

El Dios al que rezan millones de personas no creo que se encuentre a gusto en los miles de iglesias, mezquitas o sinagogas que jalonan el planeta y pregonan su invisible existencia. En los templos de las tres grandes religiones monoteístas los discursos de sus predicadores están teñidos hoy por un integrismo excluyente y radical. La iglesia ortodoxa rusa con su patriarca a la cabeza azuza y jalea la crueldad de Putin en Ucrania. El judaísmo secuestrado por los ultraortodoxos, que apoyan a Netanyahu, pide ampliar el genocidio en Gaza hasta el exterminio de los palestinos. En Estados Unidos los integristas del cristianismo evangélico celebran las burradas del dictador Trump y son una excepción las voces críticas como la de la obispa episcopaliana que se enfrentó al inquilino de la Casa Blanca. En los países de religión musulmana el discurso intransigente es mayoritario en las mezquitas desde hace décadas. La Iglesia Católica, bajo el papado de Francisco, ha sufrido los embates de la marea ultraconservadora que le ha llamado hasta hereje. En estos días de sede vacante en el Vaticano hay que recomendar encarecidamente el visionado de Cónclave, la película más oportuna del momento hasta que se elija al sucesor de Bergoglio. Lo que se plantea en este film de Reino Unido, Oscar al mejor guion adaptado, es la polarización en el seno del catolicismo. Creyentes, excreyentes y ateos estaremos pendientes de la fumata blanca con el aliento contenido porque es mucho lo que se juega en el cónclave de mayo: una Iglesia cerrada a la realidad o abierta a la rica diversidad del género humano. Las religiones monoteístas no pueden seguir ignorando a la mitad de la población del planeta: las mujeres. En una coyuntura como la actual, el testamento de Francisco es claro, conciso y contundente en su final: "Ofrecí al Señor el sufrimiento que se hizo presente en la última parte de mi vida por la paz mundial y la fraternidad entre los pueblos". El mensaje a los cardenales conclavistas no deja lugar a duda alguna: la meta debe ser construir la paz y la fraternidad entre los pueblos, el inmenso reto del futuro papa en un mundo violento y distópico. Súmate a Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos. hazte socio

Abr 23, 2025 - 09:07
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Cónclave, la película más oportuna
El Dios al que rezan millones de personas no creo que se encuentre a gusto en los miles de iglesias, mezquitas o sinagogas que jalonan el planeta y pregonan su invisible existencia. En los templos de las tres grandes religiones monoteístas los discursos de sus predicadores están teñidos hoy por un integrismo excluyente y radical. La iglesia ortodoxa rusa con su patriarca a la cabeza azuza y jalea la crueldad de Putin en Ucrania. El judaísmo secuestrado por los ultraortodoxos, que apoyan a Netanyahu, pide ampliar el genocidio en Gaza hasta el exterminio de los palestinos. En Estados Unidos los integristas del cristianismo evangélico celebran las burradas del dictador Trump y son una excepción las voces críticas como la de la obispa episcopaliana que se enfrentó al inquilino de la Casa Blanca. En los países de religión musulmana el discurso intransigente es mayoritario en las mezquitas desde hace décadas. La Iglesia Católica, bajo el papado de Francisco, ha sufrido los embates de la marea ultraconservadora que le ha llamado hasta hereje. En estos días de sede vacante en el Vaticano hay que recomendar encarecidamente el visionado de Cónclave, la película más oportuna del momento hasta que se elija al sucesor de Bergoglio. Lo que se plantea en este film de Reino Unido, Oscar al mejor guion adaptado, es la polarización en el seno del catolicismo. Creyentes, excreyentes y ateos estaremos pendientes de la fumata blanca con el aliento contenido porque es mucho lo que se juega en el cónclave de mayo: una Iglesia cerrada a la realidad o abierta a la rica diversidad del género humano. Las religiones monoteístas no pueden seguir ignorando a la mitad de la población del planeta: las mujeres. En una coyuntura como la actual, el testamento de Francisco es claro, conciso y contundente en su final: "Ofrecí al Señor el sufrimiento que se hizo presente en la última parte de mi vida por la paz mundial y la fraternidad entre los pueblos". El mensaje a los cardenales conclavistas no deja lugar a duda alguna: la meta debe ser construir la paz y la fraternidad entre los pueblos, el inmenso reto del futuro papa en un mundo violento y distópico. Súmate a Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos. hazte socio