Cómo fue el impacto de Tunguska, el antecedente que preocupa a la NASA por el asteroide 2024 YR4
La explosión masiva ocurrida en 1908 fue producto de un cuerpo celeste muy similar al que podría impactar en 2032; qué ocurrió tras su explosión en Rusia

El reciente descubrimiento del asteroide 2024 YR4 y su potencial trayectoria hacia la Tierra encendió las alarmas en el mundo entero y trajo a la memoria el impacto de Tunguska de 1908, un evento que, más de un siglo después, es referente de los riesgos que representan los denominados cuerpos celestes.
En las últimas horas, la NASA actualizó las probabilidades de impacto del asteroide 2024 YR4, lo que generó una mezcla de alarma y alivio. Inicialmente, la posibilidad de colisión con la Tierra en 2032 se estimó en un 3,1 %, considerada la cifra más alta jamás registrada por la agencia espacial. Sin embargo, nuevas observaciones realizadas entre el 19 y el 20 de febrero permitieron recalcular las probabilidades y reducirlas al 0,28 %. Aunque la amenaza parece haber disminuido, los astrónomos monitorean de cerca el objeto.
El meteorito mide entre 40 y 90 metros de diámetro, un tamaño comparable al del Big Ben, y actualmente parece que se aleja de nuestro planeta. Los científicos tienen hasta mayo de 2025 para estudiar su trayectoria y características antes de que desaparezca de su campo de visión hasta el año 2028, cuando reaparecerá en una nueva órbita que podría determinar su destino final.
El evento de Tunguska: una devastación sin precedentes
El 30 de junio de 1908, una explosión masiva cerca del río Podkamennaya Tunguska, en Siberia, Rusia, cambió para siempre la percepción del peligro que representan los cuerpos celestes. La explosión, estimada entre tres y 50 megatones, arrasó más de 2000 kilómetros cuadrados de bosque, y derribó aproximadamente 80 millones de árboles. A pesar de la magnitud del desastre, la remota ubicación del impacto evitó una catástrofe humana de grandes dimensiones, con informes que indican la muerte de hasta tres personas.
El evento fue causado por la explosión aérea de un asteroide de entre 50 y 60 metros de ancho, que ingresó a la atmósfera terrestre a una velocidad aproximada de 11 kilómetros por segundo. Se cree que explotó a una altitud de entre seis y diez kilómetros sobre el suelo, lo que generó una onda expansiva que se sintió a más de 1000 kilómetros de distancia. Las ondas sísmicas provocadas por la explosión fueron registradas incluso en el Reino Unido, lo que evidenció el poder destructivo de este fenómeno astronómico.
La preocupación por el asteroide 2024 YR4 radica en su gran cantidad de similitudes con el objeto que causó la tragedia de Tunguska. Con dimensiones comparables, un impacto de este cuerpo celeste podría causar devastación a nivel mundial, destruir ciudades enteras y afectar miles de kilómetros cuadrados. Es por esto que muchos científicos lo apodaron el “destructor de ciudades”.
Sin embargo, expertos como el astrofísico Neil deGrasse Tyson detectaron que, aunque el daño sería significativo, no representaría un evento de extinción masiva. “Si impactara contra la Tierra, sería un evento localizado”, afirmó en diálogo con en el canal de YouTube StarTalk. Aun así, la NASA y otras agencias espaciales desarrollan estrategias de defensa planetaria para mitigar posibles amenazas. Misiones como DART (Prueba de Redireccionamiento de un Asteroide Doble) demuestran el compromiso por encontrar soluciones efectivas para desviar objetos potencialmente peligrosos.