Apaños para pasar la ITV, pequeños, descuidos... nuestros lectores cuentan las mejores anécdotas con sus padres
Con motivo del Día del Padre, 20minutos lanzó una pregunta a sus lectores ¿Cuál es esa anécdota que siempre os hace reír a tu padre y a ti? Algunas son...

Con motivo del Día del Padre, 20minutos lanzó una pregunta a sus lectores ¿Cuál es esa anécdota que siempre os hace reír a tu padre y a ti? Algunas son más emotivas, otras tiran más a lo nostálgico, pero en definitiva todas tienen en común ese recuerdo con nuestro gran héroe de la infancia.
El día que te recogió en el cole un helicóptero
Corría el año 84 mi padre era militar de caballería y manejaba entonces un helicóptero UH-1 traídos de EEUU. Apareció sobrevolando con su escolta, 2 helicópteros y aterrizaron en una tierra de cultivo anexa al colegio donde yo y mis hermanos estudiábamos.
En ese momento todos los niños estábamos en el patio en el recreo, oyendo ese ruido ensordecedor y el aire movía bruscamente los árboles. Los profesores nos buscaron llamándonos por nuestros nombres mientras él charlaba animadamente con todos los profes ante la atenta mirada de los chavales.
Os podéis imaginar el corte que tuvimos yo y mis dos hermanos cuando nos llevaron hasta él. Fue una anécdota bastante sonada y duró algún año más el cachondeo de mis compañeros, pero con el pasar de los años me gusta mucho rememorarla. Nadie ahora puede fardar de un padre que se atreviera a jugarse el tipo de esa manera.
Daniel recuerda esa etapa en la infancia en la que no sabes disimular
No es favorita, pero sí es una que recuerdo con bastante gracia. Aunque creo que mis padres no estarían tan de acuerdo. Siendo yo pequeño, habíamos quedado con unos amigos del trabajo de mi padre para comer. Cuando estábamos ya con los postres yo dije: "Pues ahora podemos ir a tomar el café a casa". Sugerencia a la que mi padre respondió con una patada por debajo de la mesa. Y yo le reproché: "¡Papa que no me des patadas!". Total, que los amigos de mi padre acabaron tomando café en casa.
Mireia y su padre motero
Cuando era niña mi padre tenía una moto (él siempre ha sido muy motero) y recuerdo que me encantaba ir con él. Me solía subir en su moto y soltar mi pelo al viento, jamás se me olvidará esa sensación de libertad y de saber que con él siempre iba segura. ¡Era mi superhéroe!
Paola Soria logrando una nominación para su padre como el mejor del año
Cuando era pequeña (3 años), mis padres me regalaron mi primera bicicleta: era roja, preciosa y con 'ruedines', por supuesto. Yo, que era muy pequeña, no llegaba a darle a los pedales, así que siempre que salíamos, era mi padre el que me empujaba y llevaba con la bicicleta.
Pues bien, un día decidió llevarme a un parque muy grande en donde había un lago con peces, atravesamos un pequeño puente y nos paramos en la parte central y nos quedamos mirando los pececitos (más mi padre que yo). Yo, que estaba sentada en la bicicleta, sin que mi padre lo pudiese prever, le di a los pedales y la bici empezó a recorrer cuesta abajo por el puente. Salí volando hacia el césped. A los pocos segundos mi padre se dio cuenta de que no estaba y salió corriendo a buscarme. En ese momento, la bicicleta ya estaba, por un lado, y una multitud de gente en el césped se imaginó lo peor. Salió corriendo a cogerme en brazos, pero no se libró de la multitud de críticas que le llovieron. Afortunadamente, no pasó nada y volví sana y salva a casa.
Apaños caseros para seguir conduciendo
De jovencita tenía un Renault 11, el día que tuve que pasar la ITV me la tiraron porque ese coche no tenía luz antiniebla, y él me dijo: "No te preocupes, yo te la pongo".
Se llevó mi coche y se juntó con un amigo y entre los dos me la pusieron. Me tiraron un cable desde los bornes de la batería hasta la luz trasera y en el salpicadero me hicieron un agujero con un destornillador, por ahí pasaron el cable y me enchufaron una pera de aquellas antiguas de cocina. Lo mejor es que pase la ITV, mis amigos tenían un cachondeo cada vez que entraban en mi coche...
Un padre daltónico, los años 60 y una camisa rosa...
Mi padre era daltónico, por las tardes le gustaba darse una vuelta por los grandes almacenes, un día vino diciendo que había visto una camisa azul y que le acompañara a comprarla. Cuándo llegamos la camisa era ROSA, el dependiente y yo alucinamos. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de los años 60, cuando un señor mayor no llevaba camisas rosas...