Anoche tuve un sueño . Asistía a la presentación del cartel de Semana Santa . Había expectación. El nombre del cartelista no era conocido, lo que generó sospechas y temores entre los entendidos en arte: «¿Cómo un Don Nadie –se preguntaban entre sí los doctos– se atreve a competir la provocadora originalidad de Severiano o con el abstracto lápiz de Morcillo?». Yo, por mi parte, visto lo visto en los últimos años, sólo pensé aquello de «Que sea lo que Dios quiera». El presidente de la Agrupación y el representante municipal se acercaron con reverencial respeto al caballete, cubierto con un ajado paño de damasco granate. Se hizo el silencio. Descubrieron el cartel. Al retirarse, vi un trabajo de colores...
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