04 Torà – Coll de Nargó

Etapa con cambio de planes por las previsiones de nieve. Solsona bien merecía una visita. El nuevo final, en Coll de Nargó, me regala la bonita iglesia de estilo lombardo de Sant Climent. 

Abr 15, 2025 - 19:16
 0
04 Torà – Coll de Nargó

https://strava.app.link/xP5dhX2AASb

Por la tarde, mientras fuera caía una buena tormenta, veo que las previsiones del tiempo son funestas para estos próximos días: nieve a 900 metros. Si, como es mi plan, me voy hasta Sant Llorenç de Morunys, que queda precisamente a esa altitud, al día siguiente tengo que subir obligatoriamente dos puertos por encima de los 1.500 metros. En San Llorenç para la noche del martes al miércoles veo una temperatura mínima de dos bajo cero. Y nieve. Va a ser que no.

He buscado una alternativa para llegar a La Seu d’Urgell en dos etapas, como era mi plan. Pasa por ir hasta Solsona y luego desde ahí dirigirme al oeste hacia la C-14, la carretera que sube para Andorra. Según veo, la cogeré poco antes de Oliana, aunque casi seguro que, para evitar el mucho tráfico que suele llevar, cruzaré al otro lado del Segre para rodar por carreteras secundarias hasta el puente que queda en la parte baja del Embalse de Oliana. Desde allí apenas me quedan poco más de diez kilómetros hasta Coll de Nargó pasando los nuevos túneles por la antigua carretera, que va pegada al embalse. Al día siguiente me quedará una minietapa hasta La Seu d’Urgell, pero ya veré cómo organizo alguna variante. Este es el nuevo plan. De momento.

Lo anterior quiere decir que me pierdo un par lugares a los que había echado el ojo con especial interés. Por un lado, la visita al santuario de Pinós.

Situado a 904 metros sobre el nivel del mar, el santuario tiene sus orígenes en la construcción de una capilla edificada por los templarios en 1312, que muy pronto pasó a manos de los hospitalarios. La devoción popular tomó mucha relevancia a partir del año 1507, cuando Bernat Casas de Matamargó, declaró que, al llegar a la capilla de camino a Biosca, se le había aparecido la Virgen. El edificio original ha sido objeto de diversas obras de ampliación y de remodelación entre las que están las fechadas por la portada en 1642.

Vale, esa podía ser una buena razón que justificara la visita, pero hay otro buen motivo: ahí queda el centro geográfico de Catalunya. Igual que en Euskadi tenemos el Betsaide, aquí tienen el Pinós.

El otro sitio que había marcado en mi mapa es el conjunto monumental de Sant Esteve de Olius.

Sant Esteve d’Olius es un bello ejemplar del románico lombardo fue consagrado en 1079 a petición del conde de Urgell y los habitantes del lugar. El altar de arriba se dedicó a San Esteban y el de la cripta al Santo Sepulcro. Consta de una sola nave cubierta con bóveda de cañón. El campanario, de planta cuadrada, tiene cuatro ventanas en arco de medio punto. Bajo ella se abre una moldura con aspilleras.

Pero más me interesaba el cementerio modernista que queda al lado. Es obra del arquitecto Bernardí Martorell, quien recibió la influencia modernista de Gaudí. Se inauguró en 1915, como un modelo de fantasía y novedad en el arte funerario modernista. Para otra vez será.

Decía ayer que Torà pertenece a la comarca del Solsonès. Bueno, no creas que siempre ha sido así porque se ha segregado de otra comarca, la de Segarra en 2023. Por lo que he leído, el asunto ha traído cierta confrontación vecinal. Quienes eran contrarios a esta segregación exigieron una consulta popular. Según parece, la integración en el Solsonès ha sido… por lo de siempre. O sea, porque les daban más ayudas económicas que en la Segarra. Money, money, money.

Como en otros pueblos de la etapa de ayer, Torà hunde sus raíces en el siglo XI. Hoy su casco histórico luce hermoso con la plaza de la fuente de la villa, de principios del siglo XVII y la del Valle (el centro neurálgico de la población). Tienen, además, su Museo del Pan, ubicado en el antiguo horno. Es un edificio de tres plantas, construido en piedra. El horno se encuentra en los bajos, ya que los dos pisos superiores son viviendas. Anda que no se estaría a gusto ahí en pleno invierno, con el horno a pleno rendimiento.

La historia nos cuenta que el día 19 de junio de 1632 la universidad de Torà pide permiso al Duque de Cardona para hacer un horno, el cual ya encontramos documentado en el año 1642. Era propiedad de la universidad de Torá en dominio y alodio del señor territorial de la villa, el Duque de Cardona, libre de todo tipo de arbitrios, e impuestos.

Claro que aquí en Torà tengo que hablar también del alojamiento en el que me he hospedado: el Hostal Jaumet, cuya entrañable historia os recomiendo leer. No siempre duerme uno en un lugar cuya historia comienza poco antes de 1890 «con las nueve onces de oro que les había tocado en la rifa y que sirvieron para comprar un terreno cerca de la única carretera que unía Barcelona con Andorra». En la actualidad lo regenta ya la quinta generación.

A principios del siglo XX, aquella carretera se vio frecuentada por el paso de los carruajes que acercaban a los viajeros hasta el tren de Calaf, a unos quince kilómetros de allí, viajeros procedentes del pirineo leridano y de los valles de Andorra, que se dirigían a Barcelona. Nuestro pequeño hostal vio incrementado el movimiento de personas que solicitaban sus servicios. El hijo de Miquel y Margarida, llamado Jaume Closa, se casó con Montserrat Cuscullola, procedente de una casa que comerciaba con carbón. Son ellos quienes, en 1922, construyen las cuadras con cien estacas para poder dar cobijo tanto a los jinetes como a las caballerías.

Fuente: https://hostaljaumet.com/

Qué bonito saber de esta historia que permite que todavía hoy podamos (y espero que por muchos años más) disfrutar de establecimientos hosteleros con su propia identidad y no diluida en cualquiera de las cadenas cuyas ofertas se vuelven impersonales a más no poder.

Voy arrastrando una infección de garganta que ha evolucionado hacia mocos y dolor de cabeza. No me impide pedalear, pero ando flojo. Al salir ya me doy cuenta de que hacd algo más de frío que en días atrás. El Garmin marca cinco grados. Tengo que ascender un primer puerto muy tendido que se hace en dos tramos, con una zona de descanso entre ellos. La carretera es encantadora y sin tráfico alguno.

Había leído ayer acerca de los cenotafios junto a algunas carreteras que se erigieron en su momento como homenaje a personas atropelladas y como forma de sensibilizar al respecto. Pues aquí está el dedicado a Antonia Argerich, ocurrido el 17 de noviembre de 1933. El autobús de línea que venía de Solsona la atropelló un día de niebla. Ahora es abril, pero también hay niebla. Casualidad. Hay que ir con ojo.

Por fin llegó al alto, donde encuentro una carretera con más nivel de tráfico. Estoy en Hostal Nou. De aquí todo para abajo hasta Solsona. Evito esta sosada de carretera principal y cojo otra secundaria que va pasando por unas cuantas granjas. Pero no solo de animales y agricultura vive la gente. Cerca de Solsona lucen varias instalaciones industriales. Llego con la idea de tomar algo caliente porque voy helado. Pero primero, la foto de la catedral.

Solsona, con casi diez mil habitantes, se ve animada. Su catedral muestra una curiosa convivencia entre elementos artísticos que datan desde el siglo XII hasta el XVIII. Por opciones que no sea: ofrece detalles de los estilos románico, gótico (sobre todo) y barroco. Todo ello consagrado a la Virgen del Claustro, que es la patrona de la ciudad, título que le concedió Felipe II allá por el siglo XVI.

Pedaleo por las callejuelas del casco histórico y salgo a la parte alta. Allí veo en una cafetería que pone crepes. Tentado estoy, pero me contengo, más que nada porque hay un buena cola. Un café con leche y un croissant me reconfortan con el calor corporal.

Quiero llegar pronto a Coll de Nargó porque parece que el tiempo se estropea a partir de la una del mediodía. Afronto ahora la subida a la Collada de Clarà. Arriba son ya 880 metros de altitud. Sin embargo, el día se ha abierto un poco y ya no hace frío. Encaro el descenso que me ofrece un bonito detalle en Ogern: un mural que pide foto. No se hable más.

Tomo a la derecha en la C-14. Subo un pequeño repecho y enseguida la dejo para ir por vías secundarias, como comentaba antes. Cruzo el embalse de Rialb, el más grande de Catalunya. Se ven los paradones del desfiladero de Oliana, por donde tengo que pasar luego.

Pedaleo por una zona de granjas, como en la entrada a Solsona. Entre otras, la de cerdos y vacas de Cal Llarguet. Mira cómo sonríen.

Sigo hacia el puente de la parte inferior del embalse de Oliana. Paro un momento para comer y beber. Fracaso en el primer intento, junto a un coqueto puente. Las avispas no son bienvenidas; así que hay que probar más adelante.

Ya en la C-14, subo hasta la cabecera del embalse de Oliana. Creía que estaba a tope, pero no es así. Está a buen nivel pero no al cien por cien. Los túneles, prohibidos para las bicis, me hacen disfrutar de la tranquilidad de la antigua carretera. Eso que hemos ganado las bicis. El paraje sobrecoge.

Llego, por fin, a Coll de Nargó con el objetivo conseguido: evitar la lluvia. Aquí hay que ver y disfrutar de la iglesia de Sant Climent. Pero eso te lo contaré mañana.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 315,7.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 3.612.

⏪ Etapa anterior | Etapa siguiente ⏩

Fotografías de la ruta.

Lee todos los artículos relacionados con esta ruta.