La tarde del domingo , llegada esa hora en que el fin de semana entrega las armas, los abuelos del barrio se juntan a bailar . Visten tan de limpio, con esas ropas a las que un día decidieron no renunciar y pensaron que lo mejor era ser, para siempre, los que eran en ese momento. Pienso en cuándo uno decide usar la misma colonia para el resto de su vida, el mismo reloj, la misma gabardina. Me detengo de reojo, en sus pantalones perfectamente planchados con perneras de anchos y largos inverosímiles, y las chaquetas que imagino perfectamente guardadas, saquitos de lavanda en los bolsillos. Me pregunto, viéndolos, cuál es el momento en el que los tiempos pasan a...
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