Una soltera arremete contra lo que considera una 'guarrería' que le gusta a su cita: «Es de ser cochino»
Lidia (39) es una mujer de carácter y con las ideas claras en todos los sentidos, y así lo demostró nada más poner un pie en 'First Dates '. A Carlos Sobera le contó que «soy bastante fría hasta que consiguen tocarme mi corazoncito, entonces soy bastante cariñosa y ardiente». Además, como carta de presentación se describió como una mujer muy ajetreada, pues aparte de estudiar psicología canta, compone, produce y baila. Esto último no le gusta demasiado…. Su última pareja la dejó después de grabar un videoclip por las escenas subidas de tono hubo de interpretar, aunque ella tiene la conciencia muy tranquila, «no he hecho nada». La valenciana buscaba en el restaurante de citas de Cuatr o una persona abierta de mente y que la apoye en su carrera. Y si supiera bailar, mejor que mejor, así mataba dos pájaros de un tiro. Sin embargo, Cristian (33), su cita, no era ningún Fred Astaire. Soy medio colombiano y medio alemán. «Soy centrado pero con un poquito de picante, entonces tengo varias caras. En el tema del baile, para ser colombiano soy malo y para ser alemán soy bueno», revelaba el soltero, afincado también en Valencia. Al conocerle, a Lidia le produjo su cita una sensación de «ni fu ni fa», porque «ni era un chico al que no miraría pero que tampoco diría que no». Que fuera calvo no le supuso problema, «todo el mundo se merece una oportunidad, falte el pelo que falte». Cristian , por su parte, experimentó la misma primera impresión sobre su pretendienta: le pareció a atractiva, pero no sintió 'feeling'. Para romper el hielo Lidia mencionó que era valenciana, aunque odia las Fallas, «todo lo que lo rodea, me parece horroroso». De hecho, no le gusta nada salir de fiesta, todo lo contrario que a Cristian , algo que no le hizo mucha gracia. «Intuyo que cuando sale, no entra», aseveraba ante las cámaras del programa. La soltera prefiere quedarse en casa los fines de semana trabajando en su sello musical. También al colombiano le chocó que fuese cantante y se planteó si encajaría en ese ámbito. «Me parece una industria muy complicada por cómo se maneja», dejó caer. La velada transcurrió sin pena ni gloria. Hasta que salió el tema de las relaciones y sus perspectivas colisionaron. Lidia reiteró su visión de mujer clásica en lo sentimental. «A mi los hombres guarros no me gustan, ni las tonterías», espetó. Es por eso que solo ha tenido dos parejas en su vida y ni de lejos contempla mantener una relación abierta. Cristian no lo había probado, pero no se cierra, dado que «me gusta ser flexible». «Tienes cara de guarrito», apuntaba la soltera. «Que se lo pregunten a mis exparejas», le respondía él entre risas. Ella acotaba que se le podía pegar «cualquier cosa». «No entiendo las relaciones abiertas… Uno, pones en riesgo tu salud y la de tu pareja. Dos, porque me parece una guarrería. Tres, porque ninguna religión lo contempla. Cuatro, eso no trae estabilidad y ni cosa buena. Eso es de ser cochino», sentenció, haciendo oídos sordos al razonamiento de C ristian y con la decisión sobre si seguir conociéndolo o no más que tomada. «Una segunda cita con él, ni muerta». Cuando ella en mitad del restaurante cogió el micro y se puso a cantar, la brecha entre ellos se agrandó más. Para Lidia quedó demostrado que «es una persona gris, no destaca en nada». Era mutuo, eso sí. «Si un amigo me dice que es guapa, yo diría que sí. Pero yo no me sentí tan atraído por ella», señaló el soltero. Para poner fin a la cena, surgieron más discrepancias a la hora de pagar la cuenta. La valenciana considera que el hombre debía invitar siempre, mientras que Cristian apuesta más por la igualdad de género, y a su modo de ver «existe una correlación clara entre caballerosidad con el machismo». Ninguno se pensó cuando tuvieron que responder a la pregunta de si tendrían una segunda cita con el otro. Lidia insistió en que buscaba un hombre más tradicional. «En eso estamos de acuerdo, no tenemos tanta compatibilidad en muchos aspectos», remataba Cristian .
Lidia (39) es una mujer de carácter y con las ideas claras en todos los sentidos, y así lo demostró nada más poner un pie en 'First Dates '. A Carlos Sobera le contó que «soy bastante fría hasta que consiguen tocarme mi corazoncito, entonces soy bastante cariñosa y ardiente». Además, como carta de presentación se describió como una mujer muy ajetreada, pues aparte de estudiar psicología canta, compone, produce y baila. Esto último no le gusta demasiado…. Su última pareja la dejó después de grabar un videoclip por las escenas subidas de tono hubo de interpretar, aunque ella tiene la conciencia muy tranquila, «no he hecho nada». La valenciana buscaba en el restaurante de citas de Cuatr o una persona abierta de mente y que la apoye en su carrera. Y si supiera bailar, mejor que mejor, así mataba dos pájaros de un tiro. Sin embargo, Cristian (33), su cita, no era ningún Fred Astaire. Soy medio colombiano y medio alemán. «Soy centrado pero con un poquito de picante, entonces tengo varias caras. En el tema del baile, para ser colombiano soy malo y para ser alemán soy bueno», revelaba el soltero, afincado también en Valencia. Al conocerle, a Lidia le produjo su cita una sensación de «ni fu ni fa», porque «ni era un chico al que no miraría pero que tampoco diría que no». Que fuera calvo no le supuso problema, «todo el mundo se merece una oportunidad, falte el pelo que falte». Cristian , por su parte, experimentó la misma primera impresión sobre su pretendienta: le pareció a atractiva, pero no sintió 'feeling'. Para romper el hielo Lidia mencionó que era valenciana, aunque odia las Fallas, «todo lo que lo rodea, me parece horroroso». De hecho, no le gusta nada salir de fiesta, todo lo contrario que a Cristian , algo que no le hizo mucha gracia. «Intuyo que cuando sale, no entra», aseveraba ante las cámaras del programa. La soltera prefiere quedarse en casa los fines de semana trabajando en su sello musical. También al colombiano le chocó que fuese cantante y se planteó si encajaría en ese ámbito. «Me parece una industria muy complicada por cómo se maneja», dejó caer. La velada transcurrió sin pena ni gloria. Hasta que salió el tema de las relaciones y sus perspectivas colisionaron. Lidia reiteró su visión de mujer clásica en lo sentimental. «A mi los hombres guarros no me gustan, ni las tonterías», espetó. Es por eso que solo ha tenido dos parejas en su vida y ni de lejos contempla mantener una relación abierta. Cristian no lo había probado, pero no se cierra, dado que «me gusta ser flexible». «Tienes cara de guarrito», apuntaba la soltera. «Que se lo pregunten a mis exparejas», le respondía él entre risas. Ella acotaba que se le podía pegar «cualquier cosa». «No entiendo las relaciones abiertas… Uno, pones en riesgo tu salud y la de tu pareja. Dos, porque me parece una guarrería. Tres, porque ninguna religión lo contempla. Cuatro, eso no trae estabilidad y ni cosa buena. Eso es de ser cochino», sentenció, haciendo oídos sordos al razonamiento de C ristian y con la decisión sobre si seguir conociéndolo o no más que tomada. «Una segunda cita con él, ni muerta». Cuando ella en mitad del restaurante cogió el micro y se puso a cantar, la brecha entre ellos se agrandó más. Para Lidia quedó demostrado que «es una persona gris, no destaca en nada». Era mutuo, eso sí. «Si un amigo me dice que es guapa, yo diría que sí. Pero yo no me sentí tan atraído por ella», señaló el soltero. Para poner fin a la cena, surgieron más discrepancias a la hora de pagar la cuenta. La valenciana considera que el hombre debía invitar siempre, mientras que Cristian apuesta más por la igualdad de género, y a su modo de ver «existe una correlación clara entre caballerosidad con el machismo». Ninguno se pensó cuando tuvieron que responder a la pregunta de si tendrían una segunda cita con el otro. Lidia insistió en que buscaba un hombre más tradicional. «En eso estamos de acuerdo, no tenemos tanta compatibilidad en muchos aspectos», remataba Cristian .
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