Una crisis de gobierno en diferido

Una crisis de gobierno por entregas

Abr 8, 2025 - 06:10
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Una crisis de gobierno en diferido
Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

Las crisis de gobierno suelen anunciarse y llevan sus rituales y sus noches de cuchillos largos. El presidente comparece, explica los cambios y trata de transmitir la sensación de que todo está controlado. Sin embargo, parece que existe otra forma más sutil de reorganizar un Ejecutivo. Sánchez lo está demostrando sin que se note demasiado con el envío de los ministros salientes a la cruzada autonómica. No parece una destitución. No es un cese, es una misión, pero no hay quien se lo crea porque cada fin de semana se ve todo más claro.

María Jesús Montero, vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, es quizá el ejemplo más sangrante. Cada fin de semana organiza un incendio, aunque los aranceles de Trump le han venido muy bien para tapar el humo. La ocurrencia del “Mopongo” fue directa a la antología de la vergüenza ajena política, sus opiniones sobre la sentencia de Dani Alves y la torpeza al rectificar huelen a quemado, lo de las universidades privadas fue también dantesco. La actitud de Montero demuestra que Sánchez sabe muy bien lo que hace.

Sánchez se quita de encima algunos pesos pesados que empiezan a estorbar, sin tener que asumir el desgaste de cesarlos.

El caso de Pilar Alegría resulta muy claro. Dispuesta a inmolarse por la causa en cualquier rueda de prensa después del Consejo de Ministro, ha mentido tanto que está desgastada hasta para el propio Sánchez. En Aragón se presenta como una opción fuerte, después de que papá haya limpiado el territorio de obstáculos y a toda la militancia le haya parecido bien el poco democrático ordeno y mando. Es cierto que Alegría tiene presencia y una legión de pelotas alrededor, algo que suele suponer debilidad a largo plazo.

Óscar López ha asumido el liderazgo del PSOE madrileño tras la salida de Juan Lobato. Su papel ante Díaz Ayuso se antoja complicado, que le pregunte a Pablo Iglesias. Al menos, desde el Ministerio de Transformación Digital y Función Pública se hace oposición con las espaldas cubiertas. La transformación, muy probablemente, será otra. Sánchez sabe lo que hace. Tiene las campañas territoriales pagadas mientras aligera el Gobierno. Los malos de las películas son así, fríos y con pocos sentimientos.

Sánchez se quita de encima algunos pesos pesados que empiezan a estorbar, sin tener que asumir el desgaste de cesarlos. La fórmula es eficaz: si el ministro-candidato gana, se convierte en presidente autonómico y el PSOE suma poder territorial. Si pierde, se va con una cierta dignidad. Es una crisis de gobierno en diferido, sin coste político inmediato. Una buena jugada.