Un ridículo real
Hace tiempo que el Real Madrid ha perdido el norte y la razón. Cuando parecía que la deriva errática de sus dirigentes había tocado fondo se superaron enmugreciendo la fiesta copera. Burdo intento de desviar la atención para tapar el fútbol y presionar a los jueces hasta el último segundo. El club blanco actúa como aquel niño malcriado que si no marca los goles y no se juega con sus reglas se enfada, se lleva su pelota y se acabó el partido.
