El estilo impuesto por
Hansi Flick todavía no tiene adjetivo. No es cruyffismo ni guardiolismo. Es como una escuela que fabrica jugadores de calidad en serie. Entran y salen, corren y no sueltan el balón, enredan al adversario allí donde es más difícil. En el área de gol y en el centro dominado por un infatigable
Pedri. Nadie es imprescindible pero todos son necesarios. Es un estilo que exhibe fútbol de posesión y de ataque, fresco y fluido, luchador cuando va perdiendo por dos a cero o cuando vence por goleada.
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