¿Tsunami o gatopardismo?
Si se sanciona el proyecto de ficha limpia aprobado en Diputados, el Gobierno podrá arrogarse el mérito, pese a su muy sinuoso accionar; ¿se formará una nueva geografía política o será cambiar para que nada cambie?
Hace tres días un sismo en altamar amenazó con provocar un tsunami sobre el archipiélago de Tierra del Fuego. Al final resultó solo una falsa alarma. Pero la probabilidad de un fenómeno que podría cambiar la fisonomía de algunos territorios hizo que se vivieran horas de extrema tensión.
Algo similar vive por estas horas la política argentina, donde crecen las alertas ante un probable terremoto anunciado para pasado mañana. Aunque sobran escépticos y desacuerdos sobre sus consecuencias.
Fue el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el responsable oficial de emitir el alerta: “Yo creo que va a haber sesión y se va a aprobar. Están los votos para aprobarla”. Francos se refería a la sanción del demorado proyecto de ley de ficha limpia, que impide postularse a un cargo electivo nacional a toda persona condenada en dos instancias por la comisión de delitos de corrupción durante el ejercicio de un cargo público.
Como a nadie escapa que, de ser ley, la principal afectada será Cristina Kirchner, se han abierto un sinfín de especulaciones. Tanto sobre el tratamiento del proyecto como sobre sus implicancias políticas.
En este plano no hay consenso sobre perjudicados y beneficiados. Y hasta aquí ha sido el propio oficialismo el que ha mostrado una conducta, cuanto menos, errática en la materia, nunca muy fervorosa para que el proyecto sea ley.
Por eso, hay dudas no solo sobre si estará en el recinto el número suficiente de senadores para tratarla y aprobarla. Y, en caso de que el quorum y la mayoría se alcanzaran, la gran incógnita es si el proyecto que se aprobaría será el que tiene media sanción o si se harán cambios y deberá volver al laberinto de Diputados.
La sanción plena implicará un sismo sobre la geografía política hasta hoy conocida. La aprobación con modificaciones, por el contrario, se parecerá a un gesto para la tribuna, para ganar tiempo sin pagar el costo de oponerse a una iniciativa que goza de apoyo social mayoritario, pero sin que tenga efectos inmediatos. Cambiar para que (casi) nada cambie. Gatopardismo.
Los antecedentes dicen que la ficha limpia ya tuvo un trámite más que complicado por las marchas y contramarchas del oficialismo, que primero no dio el número para aprobarla en la Cámara baja y luego presentó un proyecto propio ante el rechazo social que desató su reticencia. Además, en las últimas tres semanas los propios libertarios dilataron el debate en el Senado.
En este contexto, no es menor que la gran impulsora inicial, junto con la Coalición Cívica, haya sido la diputada y primera candidata a legisladora porteña de Pro, Silvia Lospennato, y que ese sea uno de sus principales argumentos proselitistas.
Tampoco resulta irrelevante que Mauricio Macri, en el rol de mariscal de la campaña amarilla, haya incorporado el tema de la transparencia como otro motivo de diferenciación con los libertarios, luego de sorprender con críticas a la gestión económica. Novedades de la campaña en defensa del bastión macrista, asediado por los hermanos Milei.
“[Hace] un año y medio que ellos están gobernando y no subieron ni un lugar en el ranking de transparencia mundial. Empiecen a barrer por casa”, disparó el expresidente para poner en campo adversario las imputaciones sobre supuestos hechos de corrupción cometidos en los 18 años de la gestión porteña de Pro.
Fue virtualmente un contraataque a sabiendas de que ficha limpia era hasta ayer uno de los temas en el que los libertarios ha mostrado flancos débiles. Los casos de corrupción del kirchnerismo, en particular, casi no han estado en su agenda. Ítem que, por el contrario, ha sido más que relevante para los electores blandos de Milei provenientes del macrismo.
Nada es sencillo. La elección porteña es un paso muy importante para el oficialismo y, en particular para Karina Milei y los suyos, quienes precisamente por cuestiones electorales (aunque no solo por eso) mantienen una larga disputa con el asesor Santiago Caputo.
El conflicto entre la hermanísima y el supergurú alcanzó en los últimos día cimas hasta acá intocadas y que vuelven a instalar la cuestión de la opacidad en el manejo de recursos en la administración libertaria.
Lo que empezó con el caso $LIBRA (y aún no termina) ha sido retroalimentado por fuego amigo con acusaciones sobre supuestas irregularidades de los propios en la Anses y en el PAMI. Otro gol en contra en el partido contra “la casta” que se aprovechaba del poder político para obtener beneficios económicos.
Así, el anuncio de Francos tiene varios efectos positivos inmediatos para el oficialismo, aunque abra nuevos interrogantes. Por lo pronto, opera como una herramienta para intentar contrarrestar esos escándalos con el lanzamiento de una renovada cruzada contra la corrupción.
También, con la vista puesta en las inminentes elecciones porteñas, teñiría de sepia los carteles de propaganda de Lospennato en los que se jacta de su lucha por la ficha limpia. Aunque en los últimos días, los libertarios se enfocaron contra la lista oficial del peronismo porteño y contra el kirchnerismo, en general, su primer y más realista objetivo en la Capital es derrotar a Pro y quedar cerca del primer lugar para encarar la decisiva disputa bonaerense.
Al mismo tiempo, el tratamiento y aprobación de la ficha limpia en el Senado diluiría sospechas y acusaciones sobre un supuesto pacto (tácito o explícito) con el kirchnerismo para polarizar la elección en desmedro de Pro. El supuesto acuerdo habría tenido también, según algunos legisladores nacionales más suspicaces, el objetivo de evitar que los diputados perokirchneristas insistan con llevar a Karina Milei a la Cámara baja por el Criptogate, en el que asoma como la más comprometida y “no tiene antecedentes de ser una buena declarante”, según un importante dirigente del radicalismo.
Como en política nada suele ser lineal ni tener consecuencias unidimensionales, parte de esas sospechas y dudas se empezarían a despejar pasado mañana en el Senado. Pero no todas. La aprobación con cambios del proyecto de ficha limpia y su obligatorio retorno a Diputados robustecería suspicacias. La sanción, en tanto, abriría un nuevo escenario con otras incógnitas.
Por lo pronto, no queda claro a los ojos de observadores que la sanción de la ley que dejaría fuera de carrera para cargos electorales nacionales a Cristina Kirchner resulte para ella tan perjudicial como asoma a primera vista. Y para el Gobierno será un arma de doble filo.
Por lo pronto, a la expresidenta le devolverá una nueva centralidad en momentos en que su liderazgo es desafiado internamente como nunca antes y cuando ella ya ha dicho que está dispuesta a presentarse como candidata a legisladora provincial.
Si la ficha limpia se convierte en ley “para nosotros es una persecución política y una proscripción a Cristina; vamos a salir a denunciarlo, como hicimos siempre”, dice una de las personas que más habla con Axel Kicillof, principal desafiante de la autoridad de la expresidenta y adversario declarado de su hijo Máximo. “Cerrando filas, a pesar de todo”, podría titularse este capítulo de la guerra civil kirchnerista.
“Axel siempre la defendió a Cristina ante los ataques judiciales. Así que seguro hará lo mismo. No todo es la interna”, le tira un compromiso, disfrazado de gentileza, una de las pocas voces en condiciones de hablar por los Kirchner madre e hijo.
Las afirmaciones son toda una demostración de que la sanción de esta ley obligará a replantear la disputa interna del kirchnerismo. “Cristina va a tener otro gran argumento para victimizarse. Los propios se la verán en figurillas para desafiarla. Y es lo que importa”, dice un consejero que todavía conserva salvoconductos para moverse por los dos frentes.
“Eso sí, Cristina va a quedar a salvo, pero de ella para abajo la guerra va a seguir”, agrega la fuente, con la que coinciden integrantes de uno y otro bando. También terceros, como los massistas, que disfrutan y trabajan para que el conflicto entre cristinistas le depare otra oportunidad presidencial a su jefe.
La advertencia de que “de Cristina para abajo” todo seguirá en disputa acaba de ser confirmada por la presentación de dos proyectos del camporismo en la Legislatura bonaerense que irritaron a Kicillof y a los que se encolumnan detrás suyo, en contra de Máximo Kirchner y “su bandita”, como dijo Andrés “Cuervo” Larroque, el excamporista y hoy espada filosa del gobernador.
Las dos iniciativas afectan directamente a Kicillof, tanto en lo concreto como en lo simbólico. Por un lado, buscan demostrar que La Cámpora controla mayorías en la Legislatura y, sobre todo, que al gobernador solo le responde una minoría.
Uno de los proyectos tendría, además, un serio impacto en las cuentas provinciales, jaqueadas por el retaceo de recursos nacionales, ya que condona deudas de los municipios.
La otra iniciativa busca derogar el límite a las reelecciones de los legisladores tiene impacto simbólico y práctico. Por un lado, jaquea la declaración de principios de Kicillof contra la perpetuación en los cargos políticos. Y, más importante, busca evitarle el obligado paso al llano a legisladores que responden a Máximo Kirchner, para los cuales el camporismo carecería de reemplazos competitivos y dejarían lugares a merced de sus rivales internos.
Así, fuera del impacto de la sanción de ficha limpia en la disputa del perokirchnerismo, la fuerza política menos beneficiada sería, paradójicamente el macrismo, uno de los grandes impulsores de esa ley.
Si se sanciona el proyecto aprobado en Diputados, el Gobierno podrá arrogarse el mérito, pese a su muy sinuoso accionar. Además, la reposición de la polarización con el kirchnerismo eclipsaría aún más a los macristas, y pavimentaría el camino para quedarse con el electorado de centroderecha antikirchnerista de Pro, que lo votó en el balotaje, pero que no terminó de pasarse al núcleo duro mileísta.
Al mismo tiempo, la ficha limpia le mejoraría el horizonte hacia 2027 a los libertarios: además de quedarse con el monopolio del espectro que va del centro a la derecha, obturaría una nueva candidatura presidencial de Cristina Kirchner. Con la foto de hoy, la película podría llamarse “Sin rivales a la vista”.
La advertencia que surge de inmediato para la Casa Rosada es que antes de 2027 está 2025 y LLA necesita de una muy buena elección de medio término. Tanto para aumentar el caudal de legisladores nacionales que den viabilidad parlamentaria a las muchas reformas de fondo aún pendientes, como para despejar las dudas que, en especial, los actores económicos tienen sobre el escenario político.
Una victoria en la elección porteña de la lista de Santoro y, especialmente, un triunfo del victimizado kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires proyectaría peligrosas sombras sobre la sustentabilidad de la revolución libertaria. La motosierra y los insultos pueden llegar ser herramientas tan eficientes para destruir lo viejo como ineficaces para construir lo nuevo.
Pasado mañana, el oficialismo tendrá una oportunidad para demostrar en el Senado con cuánta ductilidad cuenta y que aptitudes adquirió para manejar instrumentos más sofisticados, como exige la construcción de poder político.
Por ahora, la opción que asoma es tsunami o gatopardismo. Una nueva geografía política o cambiar para que nada cambie.