Análisis de Towerborne – El nuevo estandarte del cooperativo en Xbox
Tras años de trabajo por parte de Stoic Studio (creadores de The Banner Saga) y de la…


Tras años de trabajo por parte de Stoic Studio (creadores de The Banner Saga) y de la mano de Xbox Game Studios, Towerborne ha llegado a Xbox como una de las apuestas más fuertes del ecosistema de Microsoft para 2025. Han pasado siete meses desde su lanzamiento anticipado en PC (Steam) esta no solo es una propuesta fresca dentro del género de la acción cooperativa, sino que además está claramente diseñada para durar, crecer y enganchar.
¿Es suficiente todo esto para convertirlo en uno de los grandes títulos de Xbox y Game Pass de este año? Te lo contamos en este análisis de Towerborne para Xbox.
Un mundo en ruinas, pero lleno de esperanza
Towerborne nos sitúa en una ambientación postapocalíptica peculiar: tras un cataclismo, la humanidad se ha visto obligada a refugiarse en una inmensa torre llamada Belfry. Desde allí parten los Ascended, guerreros inmortales encargados de proteger a los supervivientes y recuperar el territorio hostil que los rodea. Es un planteamiento sencillo pero funcional, con una narrativa que se despliega a base de pequeñas escenas y diálogos contextuales que no interrumpen el ritmo de juego.
Aunque no es un juego que se apoye en la historia, hay esfuerzo en construir un mundo coherente y lleno de detalles. Las facciones, las criaturas y la mitología del universo están bien hiladas, y dan pie a que el mundo de Towerborne se sienta vivo y con potencial de expansión en futuras temporadas.
Acción cooperativa con mucho ritmo
El núcleo jugable de Towerborne es un beat ‘em up de scroll lateral, pero con un diseño mucho más táctico y profundo de lo que aparenta. Desde el primer momento, el juego deja claro que no basta con machacar botones: aquí hay que saber esquivar, combinar ataques, gestionar habilidades y colaborar con el equipo.
Existen cuatro tipos de Ases (Centinela, Piroclasto, Romperrocas y Filoumbrío) para cuatro armas principales (espada con escudo, maza, puños y dagas), cada una con su propio estilo de combate y habilidades únicas. A esto se suma la posibilidad de personalizar a tu As con unos poderes especiales llamados Ecos, lo que introduce una construcción de builds flexible y profunda. No se trata de un sistema RPG complejo, pero sí lo suficiente para dar variedad y fomentar el ensayo y la especialización.
En combate, Towerborne se siente preciso y dinámico. Los enfrentamientos son intensos, especialmente cuando aparecen jefes o enemigos élite que obligan a coordinarse bien en grupo. El cooperativo a cuatro jugadores brilla aquí: cada As puede cumplir un rol diferente según su equipamiento, y cuando todo fluye, el juego alcanza momentos de acción realmente espectaculares.
Un juego como servicio que no abruma
Uno de los mayores aciertos de Towerborne es su estructura como juego por temporadas. A diferencia de otros títulos que saturan al jugador con pases de batalla, misiones diarias y tareas interminables, aquí el enfoque es mucho más amable. Las temporadas se introducen con nuevos desafíos, zonas y enemigos, pero no exigen una dedicación diaria ni presionan con la urgencia típica del FOMO (miedo a perderse algo).
En la versión de Xbox, esta estructura se integra perfectamente en el ecosistema Game Pass: cada semana puedes entrar, avanzar algo en tu árbol de habilidades, recolectar materiales o completar misiones, sin sentir que estás obligado a jugar durante horas. El ritmo es modular, accesible y diseñado para encajar tanto en sesiones cortas como en maratones con amigos.
Además, el sistema de progresión se beneficia de su orientación cooperativa: los recursos que consigues se comparten en parte con tu grupo, lo que incentiva la colaboración y reduce la frustración individual. Aquí, jugar con otros no solo es divertido, sino también útil.
Diseño visual y rendimiento: sencillo pero efectivo
Towerborne apuesta por un estilo gráfico que mezcla el 2D y el 3D con un resultado muy llamativo. Los personajes tienen una estética caricaturesca que recuerda a series animadas modernas, mientras que los escenarios presentan una buena variedad de biomas, desde bosques y ruinas hasta zonas volcánicas o heladas. No es un juego de gran presupuesto, pero la dirección artística suple perfectamente las limitaciones técnicas.
En cuanto a rendimiento, la versión de Xbox funciona sin problemas. El juego se mueve a 60 FPS estables en Xbox Series X, sin tirones ni caídas apreciables. Los tiempos de carga son cortos, y el juego cuenta con un sistema de matchmaking eficiente. Además, el cooperativo online va muy fluido, algo crucial en este tipo de propuestas.
En Series S el rendimiento también es más que decente, con una resolución algo más baja pero sin comprometer la fluidez. En resumen, Towerborne está optimizado con mucho cuidado para las consolas Xbox, y eso se nota. Además, el juego cuenta con cross-play y cross-save, por lo que si tienes una versión de fundador en Steam desde hace meses, puedes vincular tu partida para continuarla en Xbox cuando quieras.
Una base sólida con margen de mejora
Aunque Towerborne llega con una propuesta muy pulida, también hay aspectos que podrían mejorar en próximas actualizaciones. Por ejemplo, el contenido inicial puede quedarse algo corto tras unas semanas si juegas de forma intensiva. Se echa en falta una mayor variedad de enemigos o jefes, y aunque la dificultad va aumentando progresivamente, no siempre se siente tan desafiante como debería.
También hay margen para enriquecer la personalización estética. Aunque puedes modificar la apariencia de tu personaje, las opciones aún son limitadas y algo repetitivas. Un sistema de recompensas cosméticas más amplio (quizá ligado al progreso o a logros cooperativos) sería una buena forma de incentivar la rejugabilidad.
Aun con estos detalles, la base que Stoic ha construido con el apoyo de Xbox Game Studios es sólida, divertida y muy accesible. Y si la hoja de ruta cumple con lo previsto y prometido, Towerborne podría convertirse en uno de los títulos cooperativos más duraderos de Xbox.
Conclusión: Towerborne merece toda nuestra atención
Towerborne es una grata sorpresa dentro del catálogo de Xbox. Sin reinventar la rueda, ofrece una experiencia cooperativa cuidada, divertida y con mucho potencial de futuro. Su sistema de combate es ágil, sus mecánicas están bien integradas, y su estructura por temporadas consigue mantener el interés sin agobiar. Y si queremos apoyarlo, tenemos hasta tres niveles de fundador.
Stoic Studio demuestra que sabe moverse más allá del rol narrativo que le dio fama con The Banner Saga, y plantea aquí un juego ideal para compartir con amigos, explorar poco a poco y disfrutar tanto en sesiones cortas como en tardes enteras de aventura. Aún está bajo el programa Game Preview, por lo que tiene mucho margen de mejora. No será el juego más grande del año, pero sí tiene todos los ingredientes para convertirse en uno de los más queridos de Xbox Game Studios.
* Análisis sin valoración final hasta que llegue la versión 1.0 del juego.