Tecnofeudalismo político

los países están levantando muros alrededor de sus mercados, de manera similar a cómo los castillos medievales protegían sus dominios

Abr 10, 2025 - 05:53
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Tecnofeudalismo político
Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

Confieso ante este tribunal de lectores que venía muy contento y complacido con la idea de tirar del hilo de la palabra tecnofeudalimo. Su desarrollo me parecía un buen argumento para una columna. Sin embargo, al consultar por ahí, veo que, como dicen en las malas películas de acción “se nos han adelantado”. Se nos ha adelantado, nada más y nada menos que Yanis Varoufakis, economista griego que se hizo famoso por su polémico papel como Ministro de Finanzas durante el momento más crítico de la crisis económica de aquel país en 2015.

Varoufakis lanzó un libro con ese mismo título el pasado año en el que describe una nueva era económica en la que las grandes corporaciones tecnológicas ejercen un control similar al de los señores feudales en la Edad Media. A este sistema lo califica como “el sucesor sigiloso del capitalismo”. El autor mantiene que vivimos en un mundo donde unas pocas empresas dominan las infraestructuras clave de nuestra economía, como las plataformas digitales, el comercio electrónico y la producción de datos.

En este modelo, los ciudadanos, que ya no son simples consumidores, sino también proveedores de datos y servicios, dependen de estas grandes entidades para acceder a recursos y servicios esenciales, como la información, el entretenimiento y la conectividad. Aunque la sociedad moderna se presenta como una economía de mercado, en realidad funciona bajo una estructura de poder jerárquica en la que las grandes empresas controlan el acceso y los beneficios, mientras las masas, al igual que los siervos medievales, carecen de la autonomía económica real.

El proteccionismo arancelario impulsado por Donald Trump y la respuesta hacia políticas similares en otros países suponen un avance y quizá una evolución en el concepto que puede llamarse ya tecnofeudalismo político. Al imponer aranceles y barreras comerciales, los países están levantando muros alrededor de sus mercados, de manera similar a cómo los castillos medievales protegían sus dominios. En lugar de una globalización de libre intercambio, estamos presenciando poco a poco un principio de retorno a un modelo de economías cerradas y jerárquicas, donde las grandes potencias se erigen como los nuevos señores del comercio mundial. Los acuerdos comerciales no van a ser abiertos, sino que se negocian de manera selectiva.

Al imponer aranceles y barreras comerciales, los países están levantando muros alrededor de sus mercados, de manera similar a cómo los castillos medievales protegían sus dominios.

Este nuevo tecnofeudalismo político implica que el acceso a los mercados, las tecnologías y los recursos vitales se convierte en un privilegio negociado, como si fuera un vasallaje moderno. Al igual que en la Edad Media, donde los siervos dependían de la protección de los señores feudales a cambio de tributos y lealtad, hoy los países más pequeños y menos poderosos se ven obligados a aceptar las reglas impuestas por las grandes potencias. Ya nos han dicho que el dos por ciento del PIB en defensa y seguridad es solo el comienzo.

La diplomacia internacional se convierte en una especie de juego de poder en el que los gobiernos se alinean con naciones dominantes, con acuerdos de protección que, a pesar de ofrecer cierta estabilidad, refuerzan la desigualdad. Así, el tecnofeudalismo político no solo es una cuestión económica, sino que se ha convertido en una estructura global que preserva y amplifica las divisiones de poder, y convierte el mundo en un conjunto de feudos, cada uno con sus propios señores. ¿Cómo se salió del feudalismo? Devolviendo el poder al pueblo, haciendo revoluciones y con aquella frase del derecho alemán que decía “el aire de la ciudad hace libre al hombre”.