‘Si no puedo casarme contigo, me haré sacerdote’: El Papa Francisco también tuvo un amor imposible y esta es su historia
La noticia de la muerte del Papa Francisco sacudió al mundo entero, tras varios días de incertidumbre por su salud, este lunes 21 de abril, a los 88 años, falleció el líder de la Iglesia Católica. Lo que comenzó como una bronquitis se agravó hasta convertirse en una neumonía bilateral y después de su partida, […]

La noticia de la muerte del Papa Francisco sacudió al mundo entero, tras varios días de incertidumbre por su salud, este lunes 21 de abril, a los 88 años, falleció el líder de la Iglesia Católica.
Lo que comenzó como una bronquitis se agravó hasta convertirse en una neumonía bilateral y después de su partida, muchos han empezado a recordar lo mejor del Papa, entre todo eso, una historia poco conocida que habla de amor.
Porque si, el Papa también tuvo ese crush imposible de la infancia que te rompe el corazón y aquí te contamos todo sobre ella.
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El Papa Francisco también tuvo un amor imposible y esta es su historia
Jorge Mario Bergoglio, así se llamaba el Papa antes de convertirse en Francisco, fue el 266º líder de la Iglesia Católica, nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, y desde su elección el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, marcó un antes y un después en el Vaticano.
Fue el primer Papa latinoamericano, y también uno de los más humanos que hemos conocido: cercano con la gente, habló de temas polémicos, progresista… y con una historia de amor de esas que no se olvidan.
Pocos lo sabían, pero antes de elegir el camino del sacerdocio, Bergoglio fue un adolescente como cualquier otro: con amigos, sueños… y un crush que cambió su vida para siempre, su nombre era Amalia Damonte, y vivía a unas casas de él en el barrio de Flores, en Buenos Aires.
Ambos tenían 12 años, y era un amor de esos que a esa edad piensas que serán para siempre y fue tan fuerte, que el Papa le hizo una promesa a Amalia que cambiaría su vida para siempre: “Si no puedo casarme contigo, me haré sacerdote”, le dijo, y así fue.
Muchos años después de esta promesa, Amalia, contó la historia en una entrevista: “Por suerte para él, le dije que no”, dijo entre risas y aunque ahora recuerdan lo que pasó entre risas, la historia que hay detrás es más emotiva de lo que te imaginas.
Un amor prohibido por los padres
Justo como en las películas románticas de amores prohibidos, los niños se mandaban cartas secretas, pero todo cambió cuando los padres de Amalia se dieron cuenta de todo eso. El amor adolescente fue aplastado por la desaprobación de los padres de Amalia. “Mi papá me pegó por escribirle una nota a un niño”, confesó ella en la entrevista, recordando cómo ese vínculo fue cortado de raíz por la presión de sus padres.
Y fue entonces que llegó el momento de que Bergoglio cumpliera su promesa de convertirse en sacerdote si es que no podía casarse con su crush de la infancia.
La realidad es que seguramente la decisión de dedicar su vida a la iglesia tiene razones mucho más grandes que una promesa de un niño enamorado, pero no deja de ser interesante como por cosas de la vida, el Papa Francisco cumplió su promesa.
Francisco nunca fue un Papa tradicional, siempre se salió del molde, incluso en la manera en la que decidió despedirse, pues antes de morir, modificó los rituales de su funeral, rompiendo siglos de protocolo, dejó claro que no quería un espectáculo de oro ni un adiós majestuoso, sino sencillez, humildad y coherencia con lo que predicó toda su vida.
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La noticia de su muerte ha impactado a millones de creyentes y no creyentes, porque más allá de lo religioso, Francisco fue un líder que cuestionó estructuras, que se enfrentó a los casos de abuso dentro de la Iglesia, que habló sin miedo sobre la desigualdad, el medio ambiente y los derechos humanos. Y todo eso, sin olvidar nunca de dónde venía.
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