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Se infiltra en la cocina de un restaurante con estrella Michelin y alucina: «Hay mucho silencio»
Cuando Roberto Morales decidió adentrarse en la cocina de un restaurante con estrella Michelin, esperaba un escenario caótico. «Las cocinas están llenas de ruido, caos, gritos y alguna que otra mentada«, confesó el influencer, pensando en que la experiencia sería como en la serie The Bear. Sin embargo, su experiencia en Choco , uno de los templos gastronómicos de Córdoba, fue totalmente distinta: «No había más que orden, enfoque y excelencia. ¡Y mucho silencio!«. Acostumbrado a compartir contenido sobre carne a la brasa y recetas contundentes, Robe quedó impresionado por la precisión y la calma con la que el equipo de Kisko García maneja cada plato. «Sentía mucha presión al emplatar«, reconoció. Durante su experiencia, Morales tuvo la oportunidad de colaborar en la preparación de algunos de los platos del menú. «Empezamos con el primer tiempo: unas gambas frescas con cebolla caramelizada y unas tostas crujientes con plancton verde espolvoreado«, explicó. El recorrido gastronómico continuó con una mousse de setas sobre piel de pollo crujiente, acompañada de un punto de membrillo y queso curado rallado. Uno de los platos que más le impactó fueron las albóndigas de choco , envueltas en un pañuelo muy fino de calamar. «La combinación de texturas y sabores era impresionante», admitió. La cocina de Kisko García es un engranaje de precisión en el que cada plato es ejecutado con una meticulosidad extrema . Morales, acostumbrado a preparar recetas con un enfoque más rústico, se enfrentó a un gran reto al emplatar los platos de alta cocina. «Literalmente, lo que estaba haciendo se lo iban a comer los comensales segundos después y si algo sale mal, hasta la Estrella le pueden quitar. No nos podemos equivocar«. Pero su esfuerzo no pasó desapercibido. Tras completar el servicio, el propio Kisko García le dio su veredicto: «Aprobado de sobra«. Sin duda, esta incursión en el mundo de la alta cocina ha cambiado su percepción sobre lo que significa cocinar al más alto nivel. Y lo ha hecho con una conclusión clara: la excelencia se cocina en silencio.
Cuando Roberto Morales decidió adentrarse en la cocina de un restaurante con estrella Michelin, esperaba un escenario caótico. «Las cocinas están llenas de ruido, caos, gritos y alguna que otra mentada«, confesó el influencer, pensando en que la experiencia sería como en la serie The Bear. Sin embargo, su experiencia en Choco , uno de los templos gastronómicos de Córdoba, fue totalmente distinta: «No había más que orden, enfoque y excelencia. ¡Y mucho silencio!«. Acostumbrado a compartir contenido sobre carne a la brasa y recetas contundentes, Robe quedó impresionado por la precisión y la calma con la que el equipo de Kisko García maneja cada plato. «Sentía mucha presión al emplatar«, reconoció. Durante su experiencia, Morales tuvo la oportunidad de colaborar en la preparación de algunos de los platos del menú. «Empezamos con el primer tiempo: unas gambas frescas con cebolla caramelizada y unas tostas crujientes con plancton verde espolvoreado«, explicó. El recorrido gastronómico continuó con una mousse de setas sobre piel de pollo crujiente, acompañada de un punto de membrillo y queso curado rallado. Uno de los platos que más le impactó fueron las albóndigas de choco , envueltas en un pañuelo muy fino de calamar. «La combinación de texturas y sabores era impresionante», admitió. La cocina de Kisko García es un engranaje de precisión en el que cada plato es ejecutado con una meticulosidad extrema . Morales, acostumbrado a preparar recetas con un enfoque más rústico, se enfrentó a un gran reto al emplatar los platos de alta cocina. «Literalmente, lo que estaba haciendo se lo iban a comer los comensales segundos después y si algo sale mal, hasta la Estrella le pueden quitar. No nos podemos equivocar«. Pero su esfuerzo no pasó desapercibido. Tras completar el servicio, el propio Kisko García le dio su veredicto: «Aprobado de sobra«. Sin duda, esta incursión en el mundo de la alta cocina ha cambiado su percepción sobre lo que significa cocinar al más alto nivel. Y lo ha hecho con una conclusión clara: la excelencia se cocina en silencio.
