¿Se admite 'gallina' como animal de compañía?

Más allá de la producción de huevos y carne, cada vez más personas optan por tener gallinas como animales de compañía y para autoconsumo de huevos, apostando una avicultura que cuida el bienestar animal y por razas puras ornamentales, cuya variedad de colores, formas y tamaños es asombrosa. También por razas autóctonas como la castellana negra o la pita pinta, muchas en peligro de extinción, para además contribuir a proteger ese acervo cultural.

Las gallinas, como los patos, los gansos y otras aves tradicionalmente consideradas animales de producción (triste concepto), son cada vez más compañeros, sobre todo por parte de aquellos con suerte de tener el espacio y las circunstancias de mantenerlos.

Esta manera de mantener gallinas y otras aves productoras de huevos prolifera desde hace tiempo, sobre todo desde la pandemia y la búsqueda de muchos por aumentar su contacto con la naturaleza. Es algo que cuenta el cacereño Ramón Barbado, un empresario avicultor comprometido con el bienestar animal que divulga desde las redes sociales y el podcast de Finca Casarejo. En esta empresa, ejemplar en su planteamiento y búsqueda de revitalizar esa España que se vacía, cría razas ornamentales y autóctonas y cuenta que está experimentando un crecimiento vinculado al aumento del interés por las gallinas. Ahora que la actualidad las ha puesto en las portadas es muy posible que este interés crezca aún más.

Queda confiar en que todos aquellos que se adentren en el cuidado de las aves no lo hagan a tontas y a locas, sino tras formarse y tener los conocimientos, la responsabilidad y las instalaciones que aseguren que esas gallinas, patos o gansos, capaces de ofrecer tanto compañía como huevos, estén en las mejores condiciones posibles. En el afán por tener huevos y compañía no es de recibo ceder al capricho u olvidar que hablamos de seres vivos y sintientes, individuos únicos todos ellos, con su carácter y necesidades que debemos cubrir a conciencia.