Sadismo

El término sadismo ha sido objeto de debate en la psicología, la criminología y la cultura popular. Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando el Marqués de Sade describió en sus novelas la búsqueda de placer a través del sufrimiento ajeno. Sin embargo, en el ámbito psicológico, el sadismo abarca un espectro que va desde conductas sexuales consensuadas hasta trastornos de personalidad y actos de violencia extrema. Este artículo explora el concepto de sadismo, sus tipos, sus implicaciones en la salud mental y la diferencia entre prácticas consensuadas y patologías. El sadismo se define como la obtención de placer —ya sea emocional, psicológico o sexual— al infligir dolor, humillación o sufrimiento a otra persona. Esta tendencia puede manifestarse en distintos niveles y contextos: 1. Sadismo sexual : relacionado con la excitación derivada de causar dolor o dominación en un contexto íntimo. 2. Sadismo psicológico : se caracteriza por la satisfacción obtenida al manipular, humillar o ejercer poder sobre los demás. 3. Sadismo criminal o patológico : se da en personas que disfrutan infligiendo daño grave a otros, sin su consentimiento, y puede estar vinculado a trastornos de personalidad o comportamientos delictivos. No todas las manifestaciones del sadismo son problemáticas. En muchos casos, las personas que experimentan tendencias sádicas las canalizan en prácticas consensuadas, como las dinámicas del BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo). Sin embargo, cuando el sadismo implica daño no consentido o un patrón de comportamiento destructivo, puede ser considerado un trastorno. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) incluye el trastorno de sadismo sexual, que se diagnostica cuando: • La persona experimenta excitación recurrente al causar sufrimiento físico o psicológico a otra persona. • Estas fantasías o impulsos causan angustia significativa o afectan negativamente la vida del individuo. • El dolor o la humillación se imponen sin el consentimiento de la otra persona. Por otro lado, el trastorno de personalidad sádica fue propuesto en ediciones anteriores del DSM, pero fue eliminado por falta de consenso. Sin embargo, en la psicología moderna, se sigue estudiando el sadismo como un rasgo de personalidad que puede estar presente en personas con tendencias antisociales o psicopáticas. En los casos más extremos, el sadismo se asocia con la violencia y el crimen. Algunos delincuentes presentan un patrón de agresión desmedida, donde el acto de lastimar a otros es un fin en sí mismo, más allá de obtener un beneficio material o estratégico. Estudios en criminología han encontrado que muchos agresores sádicos muestran una falta de empatía extrema y disfrutan el sufrimiento de sus víctimas. Este tipo de sadismo se ha identificado en ciertos asesinos en serie, torturadores y criminales de guerra. El concepto de sadismo ha trascendido la psicología y forma parte del imaginario colectivo. Desde la literatura y el cine hasta los videojuegos, el sadismo es un elemento recurrente en la cultura popular. Por otro lado, existen debates éticos sobre la presencia del sadismo en la vida cotidiana. Algunas formas de acoso, bullying o abuso de poder pueden tener raíces sádicas, aunque en menor intensidad que en los casos clínicos. A diferencia del sadismo patológico, dentro de la comunidad BDSM el dolor y la dominación se practican de manera consensuada y con reglas establecidas. En este contexto, el sadismo se convierte en un juego de poder basado en la confianza y el respeto mutuo. Las dinámicas BDSM siguen principios como: • Consentimiento : todas las partes acuerdan las prácticas y pueden detenerlas en cualquier momento. • Seguridad : se establecen límites y señales de advertencia para evitar daños reales. • Placer mutuo : aunque una parte asuma el rol dominante, ambas personas disfrutan la experiencia. Este tipo de sadismo consensuado ha sido estudiado en la psicología y no se considera un trastorno cuando no causa daño ni interfiere con la vida cotidiana de las personas. El sadismo es un fenómeno complejo que puede manifestarse en distintos ámbitos, desde la intimidad hasta el crimen. Mientras que en su versión consensuada es parte de la diversidad del comportamiento humano, en sus formas patológicas puede ser peligroso y requerir intervención psicológica. El reto de la psicología es diferenciar entre una preferencia inofensiva y una conducta destructiva, promoviendo una comprensión basada en la ética, el consentimiento y la salud mental.

Mar 7, 2025 - 10:08
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Sadismo
El término sadismo ha sido objeto de debate en la psicología, la criminología y la cultura popular. Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando el Marqués de Sade describió en sus novelas la búsqueda de placer a través del sufrimiento ajeno. Sin embargo, en el ámbito psicológico, el sadismo abarca un espectro que va desde conductas sexuales consensuadas hasta trastornos de personalidad y actos de violencia extrema. Este artículo explora el concepto de sadismo, sus tipos, sus implicaciones en la salud mental y la diferencia entre prácticas consensuadas y patologías. El sadismo se define como la obtención de placer —ya sea emocional, psicológico o sexual— al infligir dolor, humillación o sufrimiento a otra persona. Esta tendencia puede manifestarse en distintos niveles y contextos: 1. Sadismo sexual : relacionado con la excitación derivada de causar dolor o dominación en un contexto íntimo. 2. Sadismo psicológico : se caracteriza por la satisfacción obtenida al manipular, humillar o ejercer poder sobre los demás. 3. Sadismo criminal o patológico : se da en personas que disfrutan infligiendo daño grave a otros, sin su consentimiento, y puede estar vinculado a trastornos de personalidad o comportamientos delictivos. No todas las manifestaciones del sadismo son problemáticas. En muchos casos, las personas que experimentan tendencias sádicas las canalizan en prácticas consensuadas, como las dinámicas del BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo). Sin embargo, cuando el sadismo implica daño no consentido o un patrón de comportamiento destructivo, puede ser considerado un trastorno. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) incluye el trastorno de sadismo sexual, que se diagnostica cuando: • La persona experimenta excitación recurrente al causar sufrimiento físico o psicológico a otra persona. • Estas fantasías o impulsos causan angustia significativa o afectan negativamente la vida del individuo. • El dolor o la humillación se imponen sin el consentimiento de la otra persona. Por otro lado, el trastorno de personalidad sádica fue propuesto en ediciones anteriores del DSM, pero fue eliminado por falta de consenso. Sin embargo, en la psicología moderna, se sigue estudiando el sadismo como un rasgo de personalidad que puede estar presente en personas con tendencias antisociales o psicopáticas. En los casos más extremos, el sadismo se asocia con la violencia y el crimen. Algunos delincuentes presentan un patrón de agresión desmedida, donde el acto de lastimar a otros es un fin en sí mismo, más allá de obtener un beneficio material o estratégico. Estudios en criminología han encontrado que muchos agresores sádicos muestran una falta de empatía extrema y disfrutan el sufrimiento de sus víctimas. Este tipo de sadismo se ha identificado en ciertos asesinos en serie, torturadores y criminales de guerra. El concepto de sadismo ha trascendido la psicología y forma parte del imaginario colectivo. Desde la literatura y el cine hasta los videojuegos, el sadismo es un elemento recurrente en la cultura popular. Por otro lado, existen debates éticos sobre la presencia del sadismo en la vida cotidiana. Algunas formas de acoso, bullying o abuso de poder pueden tener raíces sádicas, aunque en menor intensidad que en los casos clínicos. A diferencia del sadismo patológico, dentro de la comunidad BDSM el dolor y la dominación se practican de manera consensuada y con reglas establecidas. En este contexto, el sadismo se convierte en un juego de poder basado en la confianza y el respeto mutuo. Las dinámicas BDSM siguen principios como: • Consentimiento : todas las partes acuerdan las prácticas y pueden detenerlas en cualquier momento. • Seguridad : se establecen límites y señales de advertencia para evitar daños reales. • Placer mutuo : aunque una parte asuma el rol dominante, ambas personas disfrutan la experiencia. Este tipo de sadismo consensuado ha sido estudiado en la psicología y no se considera un trastorno cuando no causa daño ni interfiere con la vida cotidiana de las personas. El sadismo es un fenómeno complejo que puede manifestarse en distintos ámbitos, desde la intimidad hasta el crimen. Mientras que en su versión consensuada es parte de la diversidad del comportamiento humano, en sus formas patológicas puede ser peligroso y requerir intervención psicológica. El reto de la psicología es diferenciar entre una preferencia inofensiva y una conducta destructiva, promoviendo una comprensión basada en la ética, el consentimiento y la salud mental.