Reggaeton vs. inteligencia: ¿qué dice la ciencia?

¿Te has preguntado alguna vez si tu playlist de reggaeton dice algo de ti? Un estudio, firmado por Virgil Griffith, un cerebro del Instituto de Tecnología de California, puso el dedo en la llaga: las personas con coeficiente intelectual más bajo tienden a escuchar reggaetón. Pero no solo eso, también nos cuenta qué suena en los auriculares de los que sacan mejores puntajes en las pruebas de IQ. Así que, agarra tu café, que esto se pone interesante.

¿Qué dice el estudio sobre la música reggaeton?

Todo empezó cuando Griffith, en plan detective musical, juntó los puntajes de IQ de estudiantes universitarios con los “me gusta” que daban en Facebook a artistas y géneros. Su tabla, bautizada como Music That Makes You Dumb, es un viaje de más de 130 nombres. Resultado: los que promedian un IQ bajito, cerca de 889, tienen al reggaetón en repeat, junto a pop, gospel y algo de jazz. En el otro extremo, los cerebritos con un IQ de 1371 se la pasan con Beethoven, mientras que los de 1235 van con Radiohead, Bob Dylan o U2. ¿Casualidad? Griffith dice que no, aunque él mismo aclara que correlación no es lo mismo que causalidad. O sea, no es que el reggaeton te haga menos listo, pero el dato está ahí y da para hablar.

Más allá del ritmo

No es solo cosa de gustos, hay más ciencia detrás. Un estudio de la Universidad de Helsinki, de hace un par de años, fue directo al grano: el reggaeton no le hace favores a tus neuronas. Según ellos, su ritmo simple y letras fáciles no estimulan la capacidad cognitiva. Es como si tu cerebro se tomara un descanso mientras Bad Bunny suena de fondo. A diferencia de la música clásica, que pone a tus neuronas a hacer flexiones mentales, este género te deja en modo relax total. Y ojo, no solo es cuestión de inteligencia: también lo vinculan a temas como baja autoestima, depresión y hasta trastornos alimenticios. ¿Exagerado? Puede ser, pero el dato no pasa desapercibido.

Lo que escuchan los “más listos”

Si el reggaetón está en la mira, ¿qué pasa con los que encabezan la lista? Los estudiantes con IQ alto no solo van por Beethoven; también se enganchan con Sufjan Stevens o bandas como Rage Against the Machine. La complejidad parece ser la clave: melodías elaboradas, letras que te hacen pensar o estructuras que no te dan todo masticado. Es como si su cerebro pidiera algo más que un beat pegajoso para mantenerse despierto. Y no es elitismo musical, es que estos géneros demandan más atención, algo que, según los expertos, podría ir de la mano con mentes más ágiles.

¿Es el reggaeton el villano o solo un chivo expiatorio?

Aquí entra la polémica. El IQ no lo es todo —la cultura, el entorno y hasta tu humor el día del examen influyen—, y Griffith lo sabía. Su estudio es más un meme académico que una verdad absoluta, pero le echa limón a algunas heridas. Por otro lado, el rollo de Helsinki sobre el daño cerebral suena fuerte, aunque no todos lo compran. Hay quienes dicen que el reggaeton, con su ritmo predecible, activa zonas del cerebro ligadas al placer y el movimiento —punto para los que lo defienden—. Así que, ¿es culpable o solo malentendido? Depende de a quién le preguntes. Si te gusta perrear, no te estreses: tu inteligencia no se mide por tu Spotify.

¿Y tú qué haces con esto?

Si te pica la curiosidad, revisa la tabla de Griffith y busca dónde cae tu banda favorita. O haz un experimento: prueba una semana con clásica y otra con reggaetón, a ver cómo te sientes. Comparte el dato con tus amigos, esto es oro para un debate en el grupo de WhatsApp. Y si eres team reggaetón, defiéndelo: la música es para disfrutarla, no para que te pongan una etiqueta.

Al final, el estudio de Griffith y el de Helsinki nos dejan más preguntas que respuestas. El reggaetón no te va a borrar neuronas de la noche a la mañana, pero sí hay algo en cómo nuestro cerebro reacciona a lo que escuchamos. Los gustos musicales podrían ser un espejo de quiénes somos, o solo un reflejo de lo que nos prende en el momento. Tú decides qué suena hoy, y si alguien te juzga, dile que la ciencia no tiene la última palabra.