Presas, azudes y otras barreras fluviales: por qué el mal uso de estos términos favorece la desinformación
A diferencia de las presas, la función de los azudes no es almacenar agua, sino redirigirla a otros canales o acequias.


Desde una supuesta estrategia de demolición de presas hasta una presunta gestión interesada de estas en la dana de Valencia, los distintos tipos de barreras fluviales han sido objeto de desinformación en numerosas ocasiones en los últimos años. Varios de los contenidos utilizan una terminología incorrecta y obvian las funciones de cada una de estas barreras para desinformar.
Estos son los términos clave sobre estas estructuras, extraídos de fuentes como AEMS – Ríos con Vida, la Agencia Europea de Medioambiente, la Comisión Internacional de Grandes Presas o la página web del Canal de Isabel II:
- Aclaración: Las barreras pueden ser horizontales (cortan el río de manera perpendicular) o verticales (van en la dirección del cauce). Existen distintos tipos:
Presas. Son barreras horizontales que restringen o bloquean el flujo del agua, elevando su nivel y formando un embalse. Pueden ser de diversos tamaños y suelen utilizarse para generar electricidad o suministrar agua.
- Su función es almacenar y regular el agua del embalse a través de mecanismos como, por ejemplo, desagües de fondo o compuertas. Suelen medir más de 10 metros y almacenar, al menos 1 hm³. Además, tienen aliviaderos que pueden ser libres (como los de labio fijo) o controlados (como los de compuertas).
- Se consideran grandes presas a las que consiguen almacenar en el embalse más de 3hm³ y miden más de 15 metros aproximadamente. En estos casos, destacan las construcciones de arco o bóveda, de gravedad o de materiales sueltos. Sin embargo, existen otros tipos de presas como las de rebosadero, las represas o las de compuertas y su función puede ser variada.
- Las presas se instalan en embalses, que son estructuras hidráulicas construidas para almacenar agua. Por otro lado, los pantanos son áreas que se han llenado de agua de manera natural. Aunque en España se han usado tradicionalmente como sinónimos, no son lo mismo.
Azudes. Son barreras que elevan el nivel del agua de los ríos para redirigirla hacia canales o acequias. Suele ser reconducida hacia zonas de cultivo, aunque también se puede utilizar para regular condiciones del flujo y del cauce.
- Su función, al contrario que la de las presas, no es almacenar agua, sino redirigirla. Un azud permite al agua circular por encima de su estructura, como explica la Agencia Europea de Medioambiente.
- Los azudes pueden tener distintos tamaños y formas, pero suelen medir menos de cinco metros. Pueden ser verticales, de vertedero o escalonados.
Han sido varios los contenidos desinformativos que se han referido en los últimos años al derribo de azudes como si se tratara de presas, como ya contamos en Newtral.es.
Otras barreras. Aunque existen distintos tipos de barreras fluviales, algunas de las más comunes son las siguientes:
- Esclusas: estructuras con las que se controla el caudal, el nivel del agua e incluso el tráfico fluvial.
- Alcantarillas o entubados: estructuras que permiten el paso del agua por debajo de un obstáculo.
- Vados: estructuras que crean zonas poco profundas para que el río o arroyo pase por encima del suelo. Se puede cruzar andando o en un vehículo por encima del agua.
- Estaciones de aforos: construcciones que permiten conocer en tiempo real el caudal del agua que fluye por ríos, arroyos y canales.
Las barreras fluviales, ¿son buenas o no? En palabras de César Rodriguez, especialista en gestión fluvial y secretario general de AEMS – Ríos con Vida, “siempre hay que hacer un análisis de costes y beneficios”. Considera que es útil, por ejemplo, embalsar agua para usarla en períodos más secos, pero “toda barrera tiene impacto en el ecosistema”. “Hay que reducir al máximo el impacto”, declara a Newtral.es.
Sin uso, no hay barreras. “Una barrera fluvial tiene que tener un responsable, como dice la Ley de Aguas”, explica Rodríguez. El experto señala que hay “miles de construcciones” que provocan un “efecto barrera” en los ríos y que no están inventariadas porque se construyeron hace décadas y “no se consideraban como tal en su momento”.
El “principal problema”, según Rodríguez, son las construcciones en desuso, ya que no tienen mantenimiento y generan riesgos. Como ya explicamos en Newtral.es, existen iniciativas —como el proyecto AMBER— que buscan localizar y deshacerse de las barreras fluviales obsoletas, de cualquier tipo, para reducir estos riesgos en el ecosistema y en las poblaciones cercanas.