¿Por qué una mujer no puede ser Papa en la Iglesia Católica?
La muerte de un Papa siempre sacude al mundo, y el fallecimiento repentino de Francisco el pasado 21 de abril no fue la excepción. Con el luto oficial en marcha, las preguntas sobre su sucesión resurgen… pero una respuesta es tajante: una mujer no puede ser elegida Papa. Aunque vivimos en una era de grandes […]

La muerte de un Papa siempre sacude al mundo, y el fallecimiento repentino de Francisco el pasado 21 de abril no fue la excepción. Con el luto oficial en marcha, las preguntas sobre su sucesión resurgen… pero una respuesta es tajante: una mujer no puede ser elegida Papa.
Aunque vivimos en una era de grandes avances para las mujeres en todos los ámbitos, en el corazón de la Iglesia Católica, algunas tradiciones permanecen inamovibles. Para entender esta aparente barrera infranqueable, hay que sumergirse en las profundidades de la ley canónica, la historia religiosa y las decisiones doctrinales que han moldeado más de dos mil años de fe.
Ser hombre es requisito indispensable para ser Papa
En la elección de un nuevo Papa, los cardenales electores se encierran en la Capilla Sixtina para celebrar el famoso cónclave, un proceso secreto donde se elige al sucesor de Pedro. Sin embargo, no cualquiera puede aspirar al trono papal: el candidato debe ser varón, católico bautizado y sin vínculos matrimoniales. Esto no es una mera costumbre social, sino una regla jurídica codificada en el derecho canónico.
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El Canon 1024 es claro y definitivo: “Sólo un varón bautizado puede recibir válidamente la sagrada ordenación.” Sin ordenación sacerdotal válida —reservada exclusivamente para hombres— no es posible convertirse en obispo, y sin ser obispo, no se puede ser Papa. La cadena de requisitos es implacable.
La tradición se apoya en la interpretación de que Jesús eligió sólo hombres como sus apóstoles. Este argumento fue reforzado formalmente en 1994 por San Juan Pablo II en la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis, donde declaró que la Iglesia “no tiene en modo alguno la autoridad” para conferir la ordenación sacerdotal a mujeres. El Papa Francisco, en años recientes, reafirmó que esta enseñanza “permanece firme” y no admite revisión.
La leyenda de la Papisa Juana
Algunos relatos medievales han fantaseado con la existencia de una mujer que, disfrazada de hombre, habría llegado a ocupar el trono papal: la famosa Papisa Juana. Según la leyenda, su identidad habría sido revelada al dar a luz en plena procesión. Sin embargo, los historiadores modernos coinciden en que se trata de un mito surgido siglos después de su supuesto reinado, sin evidencia documental que lo respalde.
¿El rol de la mujer en la Iglesia?
A pesar de la exclusión de la posibilidad de ser Papa o sacerdote, las mujeres han tenido y tienen roles fundamentales dentro de la Iglesia Católica. Son teólogas, abadesas, misioneras, líderes de comunidades religiosas, e incluso ocupan hoy importantes cargos administrativos en el Vaticano.
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Durante el pontificado de Francisco, más mujeres que nunca fueron nombradas en posiciones de alta responsabilidad. En 2016, por ejemplo, Barbara Jatta se convirtió en la primera mujer en dirigir los Museos Vaticanos, y se integraron mujeres a comités encargados de seleccionar obispos —ámbitos antes exclusivos para varones. Sin embargo, en cuestiones sacramentales y de ordenación, el muro sigue siendo difícil de penetrar.
Un proceso milenario que no cambiará pronto
Cuando los cardenales entren al próximo cónclave tras el periodo de luto, levantarán la vista hacia la bóveda de Miguel Ángel, votarán día tras día bajo completo aislamiento y esperarán que el humo blanco anuncie la elección. Pero pase lo que pase, una cosa está garantizada: la próxima cabeza de la Iglesia será, como siempre, un hombre.
Así, aunque la Iglesia ha abierto nuevas puertas para las mujeres en la administración y en el pensamiento teológico, la silla de Pedro seguirá siendo ocupada sólo por hombres.