Por qué al papa Francisco nunca le gustó que le besen el anillo
Los expertos destacaron que el Papa Francisco no soportaba las formalidades ni los viejos protocolos. Los verdaderos motivos.

El papa Francisco falleció este lunes 21 de abril, dejando un legado marcado por la sencillez, la cercanía con la gente y una fuerte crítica a las formas de ostentación dentro de la Iglesia católica.
Uno de los gestos más recordados, y también más comentados, de su papado fue su insistente rechazo a que los fieles le besaran el anillo del pescador, un símbolo histórico del poder papal.
Este comportamiento quedó evidenciado en 2019 durante una visita al Santuario de Loreto, en Italia. En ese momento, un video se volvió viral: se veía al Papa apartando su mano una y otra vez cuando los fieles intentaban besarle el anillo.
El clip generó miles de reacciones en redes sociales, pero también planteó una pregunta que volvió a circular tras su muerte: ¿por qué al papa Francisco no le gustaba que le besaran el anillo?
Francisco y su rechazo a los gestos de poder
El motivo de esa actitud fue claro y coherente con su forma de ejercer el liderazgo dentro del Vaticano. Francisco consideraba que besar el anillo era un gesto de sumisión que no representaba el tipo de relación que debía existir entre el Papa y el pueblo. Para él, el rol del Pontífice debía ser el de un servidor, no el de un monarca espiritual.
El anillo del pescador, una pieza que los papas utilizan desde el siglo XIII, simboliza la autoridad del Papa como sucesor de San Pedro. Tradicionalmente, los fieles lo besan como muestra de respeto, pero Francisco veía en ese acto una señal de distancia, formalidad y poder desmedido. Y eso era, precisamente, lo que quería evitar.
El video viral que reflejó su forma de ser
En el famoso video grabado en Loreto, se lo ve al Papa retirando la mano cada vez que alguien intenta besarle el anillo. Lo hizo con decenas de personas, con gestos amables pero firmes. Para muchos, fue una muestra de humildad. Para otros, una ruptura con una tradición centenaria.
Periodistas especializados explicaron en aquel momento que no era un hecho aislado. Durante todo su pontificado, Francisco había mostrado incomodidad con las reverencias y los protocolos excesivos.
"Prefiere un apretón de manos, una sonrisa, una conversación real", explicaba Valentina Alazraki, reconocida periodista mexicana que cubrió su papado de cerca.
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No fue la primera vez que evitó ese gesto
Incluso antes del episodio en Loreto, ya se habían registrado situaciones similares. En enero del año anterior, el expresidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, intentó besar el anillo de Francisco durante su visita a Lima, pero no pudo hacerlo: el Papa también retiró su mano.
"No le gusta que lo traten como figura de poder", explicaban los vaticanistas. "Para él, la figura del Papa no debe estar por encima de los demás".
Una comunicación basada en la cercanía
Francisco construyó toda su imagen pública sobre la base de gestos sencillos y lenguaje directo. Su estilo comunicativo fue estudiado incluso por expertos, como el profesor Marc Carroggio, quien resaltaba cómo el Pontífice usaba el lenguaje visual para transmitir empatía, humildad e inclusión.
"No al besamanos. Sí al contacto humano", podría haber sido una de sus frases de cabecera.
Un gesto que hoy toma otra dimensión
A la luz de su fallecimiento, aquel gesto cobra aún más significado. No fue una reacción improvisada ni una rareza. Fue, en cambio, una expresión clara de cómo entendía el rol del Papa: alguien que acompaña, que escucha, que no se eleva sobre los demás.
El rechazo al beso en el anillo no fue falta de respeto, fue una declaración de principios. Francisco será recordado por muchas cosas: su enfoque reformista, su cercanía con los más vulnerables, su manera directa de hablar.
Pero también, por esos gestos pequeños que definieron su papado. Como ese en Loreto, donde una y otra vez retiró la mano para recordarnos que el poder espiritual no necesita de símbolos para ser auténtico.