Pedro Miguel: De Venezuela a la Alemania nazi
Uno de los pocos instrumentos que le quedan a la oposición mexicana y a sus benefactores extranjeros es un segmento de opinión que podría llevar el apellido de pública, de no ser porque en realidad opera, lo sepa o no, para un conjunto de intereses privados, tanto locales como foráneos: esa opinión pública, alimentada con odio, pesimismo y percepciones de catástrofe y orientada por la gran mayoría de los medios formales, sus opinioneros y las redes sociales controladas por dos o tres magnates, debiera denominarse opinión privada; es impermeable a la información real y verificada; habita en un país infernal y casi irremediable, parecido a las casas de los sustos de las ferias, y posee un catálogo inagotable de descalificaciones a la transformación en curso que no pasan por la razón, sino por una semiótica manipuladora a la que casi diariamente, y desde hace muchos años, se le agregan nuevos elementos.
Uno de los pocos instrumentos que le quedan a la oposición mexicana y a sus benefactores extranjeros es un segmento de opinión que podría llevar el apellido de pública, de no ser porque en realidad opera, lo sepa o no, para un conjunto de intereses privados, tanto locales como foráneos: esa opinión pública, alimentada con odio, pesimismo y percepciones de catástrofe y orientada por la gran mayoría de los medios formales, sus opinioneros y las redes sociales controladas por dos o tres magnates, debiera denominarse opinión privada; es impermeable a la información real y verificada; habita en un país infernal y casi irremediable, parecido a las casas de los sustos de las ferias, y posee un catálogo inagotable de descalificaciones a la transformación en curso que no pasan por la razón, sino por una semiótica manipuladora a la que casi diariamente, y desde hace muchos años, se le agregan nuevos elementos.
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