Quince años de calvario son demasiados. Y los que restan mientras no alcancen a conocer dónde se halla el cuerpo de su hija, asesinada cuando era menor de edad, para poder darle cristiana sepultura y así tener un rincón donde llevarle un ramo de flores cuando el alma lo prescriba. Entonces, y sólo entonces, la familia de Marta del Castillo podrá descansar. Éste y no otro es el único propósito que les mueve en su lucha diaria en los frentes policial y judicial. Y seguirán dando la batalla mientras no lo alcancen, pero ellos, sus padres, su abuelo, sus familiares, están legitimados para usar el nombre de Marta con el firme convencimiento de que sólo quieren encontrar su cadáver. Todo...
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