No es la crisis de la covid-19, pero eso no es un consuelo

El Fondo Monetario Internacional acaba de presentar sus previsiones económicas a nivel global y no hace falta leer entre líneas para llegar a la conclusión de que los analistas del Fondo dan números porque es su trabajo, pero no porque estén seguros de los mismos. La entrada No es la crisis de la covid-19, pero eso no es un consuelo se publicó primero en Ethic.

Abr 23, 2025 - 11:52
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No es la crisis de la covid-19, pero eso no es un consuelo

El Fondo Monetario Internacional acaba de presentar sus previsiones económicas a nivel global y no hace falta leer entre líneas para llegar a la conclusión de que los analistas del Fondo dan números porque es su trabajo, pero no porque estén seguros de los mismos.

Primavera en Washington

Cada comienzo de primavera se celebran en Washington las Spring Meetings (reuniones de primavera) del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. A lo largo de una semana, se ofrecen seminarios, sesiones informativas y conferencias de prensa con el foco puesto en la economía global, el desarrollo internacional y los mercados financieros mundiales. Tanto en estas Reuniones de Primavera como en la Reunión Anual, que se celebra cada otoño, el FMI publica sus previsiones globales de crecimiento económico.

El PIB mundial crecería el 2,8 % en 2025 y el 3,0 % en 2026

Para su Spring Meeting 2025, el FMI ha publicado una previsión de referencia, pero también una adenda en la que analiza los eventos arancelarios que se produjeron entre el 9 al 14 de abril. Según la publicación de referencia, el PIB mundial crecería el 2,8 % en 2025 y el 3,0 % en 2026. Para la zona euro, el crecimiento sería de 0,8 y 1,2%, respectivamente.

Más allá de los números, estas previsiones representan una revisión substancial (a la baja). A nivel global, la bajada para 2025 (respecto a la revisión de enero es de 0,5% y para la zona euro de 0,2%.

A continuación quiero centrarme en lo que creo que es la clave del informe del FMI y la explicación de su tono pesimista: vivimos en un mundo mucho más incierto que en enero de 2025.

Trump, sinónimo de incertidumbre

Incierta es, precisamente, la mejor definición de la nueva política arancelaria de Estados Unidos. El «Día de la Liberación» (2 de abril de 2025) representó la subida más grande de aranceles de la historia moderna.

Una semana más tarde, el presidente estadounidense hizo un doble anuncio. Por una parte, la congelación, durante 90 días, de la subida anunciada, al parecer en busca de acuerdos bilaterales con los países a los que aplicó aranceles por encima del 10%. Por la otra, que China quedaba excluida de esta excepción y el porcentaje arancelario aplicado a sus productos subía hasta el 145%.

Esta congelación implica que, por ejemplo, los bienes de la UE tendrán hasta julio un arancel del 10% en lugar del 20 % que se anunció el 2 de abril. Pero no se puede olvidar que el 10% que aplica la nueva Administración estadounidense sigue siendo muy superior al arancel promedio de 1,34 % que estaba vigente antes del 5 de abril.

¿Cuál será el arancel después de estos 90 días? ¿Y en diciembre? ¿Y dentro de 2 años? ¿Qué bienes quedarán exentos? ¿Hasta dónde llegará la guerra comercial entre China y Estados Unidos? La respuesta es: nadie lo sabe. Y esa incertidumbre se manifiesta en el contenido de las previsiones de primavera del FMI.

La incertidumbre por las nubes

El índice de incertidumbre de política comercial que publica el FMI muestra que el nivel actual es 7 veces mayor al de octubre de 2024, y mucho mayor al de la pandemia.

Para la economía es mucho peor esta incertidumbre que un arancel alto pero definitivo. Con un arancel fijo las empresas pueden reorganizar su cadena de producción y los consumidores pueden buscar alternativas de productos. Estas acciones tienen un coste pero empresas y consumidores lo conocerían.

Hoy no se pueden calcular esos costes porque se desconoce la evolución de los aranceles. Podría ser que una empresa americana decidiera comprar un producto X de la UE pensando que el arancel será del 10% pero que, al llegar a Estados Unidos se encontrara con la sorpresa de que dicho arancel ha subido al 100% porque un asesor presidencial ha dicho que para la economía estadounidense sería bueno aplicar ese arancel a dicho producto. Por lo tanto, por ahora, la mejor acción para consumidores y empresas sería la inacción.

Parece una broma, pero la realidad no dista tanto de este ejemplo. La decisión de congelar la subida de aranceles se tomó después de que el secretario del Tesoro y el secretario de Comercio aprovecharan que Peter Navarro –consejero económico del presidente e ideólogo de las subidas de aranceles– se encontraba en otra sala de la Casa Blanca para hacer cambiar de opinión a Trump.

Volatilidad y miedo

Es lógico que estos constantes cambios de planes estén provocando una gran inestabilidad en los mercados financieros. Aunque Trump haya celebrado como un triunfo las subidas en los precios de las acciones tras el anuncio de congelación de los nuevos aranceles, lo que se observa en los mercados financieros son unos niveles de incertidumbre (o miedo) similares a los que se vieron durante la covid-19.

Cinco años atrás, la volatilidad estuvo asociada al aumento de la demanda de deuda del gobierno estadounidense por el efecto flight to safety, la fuga hacia activos de calidad que se produce en momentos de incertidumbre, cuando los inversores venden sus inversiones de mayor riesgo para comprar otras más seguras, como el oro y los bonos del Estado.

El precio de los bonos estadounidenses ha bajado desde el «Día de la Liberación»

Ahora vemos que está pasando justo lo contrario. El precio de los bonos estadounidenses ha bajado desde el «Día de la Liberación» y esto implica que los inversores los están vendiendo. Es decir, los mercados ya no creen que la deuda del Gobierno estadounidense sea un activo tan seguro. Dado el rol del dólar y la deuda de Estados Unidos en los mercados internacionales, este cambio de paradigma puede generar aún más inestabilidad financiera.

Las cadenas de suministro se rompen de nuevo

La de la covid-19, la última gran crisis económica global, tiene una cosa en común con la situación actual: la disrupción de las cadenas de suministro globales. Durante la pandemia era por el confinamiento, que obligó a paralizar la producción. Ahora es por la imposición de aranceles.

No obstante, hay otras grandes diferencias. Durante la covid-19 se sabía que era cuestión de tiempo hasta que llegara la vacuna y se volviera a la normalidad. Ahora, la inestabilidad de los mercados financieros no viene de ningún virus, sino de los propios asesores del presidente Trump, que le venden planes astutos para mejorar la economía estadounidense.


Sergi Basco es profesor Agregado de Economía de la Universitat de Barcelona. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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