No es buena idea comer las patatas con brote: así puedes evitar que les salgan
Conservar estos tubérculos de forma adecuada requiere controlar luz, temperatura, ventilación, humedad y tiempos para evitar que se deterioren y puedan mantenerse en buen estado¿Me puedo comer las patatas con brote? Precauciones a tener en cuenta Las patatas son uno de los alimentos más presentes en la despensa de los hogares. Su bajo coste, su valor nutritivo y su capacidad de conservación prolongada han hecho que este tubérculo forme parte de la alimentación cotidiana en todo el mundo. Sin embargo, una de las situaciones más habituales tras adquirir una buena cantidad es comprobar, con el paso de los días, que algunos ejemplares han empezado a brotar. Este cambio no solo afecta a su textura y sabor, también puede influir en su seguridad alimentaria si no se toman las medidas necesarias. El fenómeno de la germinación ocurre de forma natural, especialmente cuando las condiciones de almacenamiento no son las adecuadas. Luz, humedad, calor o simplemente el paso del tiempo son factores que activan el proceso de brotado. En este contexto, una patata que parecía en buen estado puede convertirse en un tubérculo con partes verdes, blandas o con tallos, indicios de un deterioro que no solo afecta a su calidad, sino que puede acarrear la aparición de compuestos no recomendables para el organismo. Por ello, resulta fundamental conocer los elementos que intervienen en este proceso para poder evitarlo. Conservar las patatas correctamente, atendiendo a parámetros como la temperatura, la ventilación, el nivel de humedad o el tipo de recipiente en el que se almacenan, puede marcar la diferencia entre un alimento que se mantiene apto durante semanas o uno que se estropea a los pocos días. Estas son las claves para minimizar la aparición de brotes. La exposición a la luz Uno de los factores más decisivos a la hora de impedir el crecimiento de brotes es la exposición a la luz. Cuando las patatas reciben iluminación directa, especialmente natural, se activa un proceso de fotosíntesis que propicia la germinación. Este cambio también provoca la aparición de una tonalidad verdosa en la piel, signo de la acumulación de solanina, un alcaloide que puede llegar a ser tóxico si se ingiere en grandes cantidades. Para evitarlo, es esencial que las patatas se conserven en un espacio oscuro o, al menos, que no reciba luz constante. Un armario cerrado, una caja opaca o una bolsa de papel son opciones que permiten proteger el alimento de este estímulo. Cuanto menor sea la exposición lumínica, menor será la probabilidad de que se inicie el proceso de brotado. El rango de temperatura adecuado La temperatura a la que se guardan las patatas tiene una influencia directa en su conservación. Si se exponen a ambientes cálidos, especialmente por encima de los 10°C, tienden a brotar con mayor rapidez. Por el contrario, temperaturas demasiado bajas, como las de un frigorífico, pueden alterar sus propiedades organolépticas, haciendo que el almidón se transforme en azúcar y generando un sabor dulce no deseado. El rango óptimo se sitúa entre los 4°C y los 10°C. En este intervalo, las patatas mantienen sus características sin acelerar su proceso de degradación. Por ello, espacios como sótanos frescos, despensas bien ventiladas o trasteros sin calefacción pueden ser lugares adecuados para su almacenamiento, siempre y cuando se mantenga un control sobre la humedad del entorno. Controlar la humedad El nivel de humedad del ambiente también desempeña un papel importante en la conservación de las patatas. Un exceso puede favorecer la aparición de hongos o acelerar la descomposición. Por otro lado, un ambiente excesivamente seco puede provocar la deshidratación de los tubérculos, que se arrugan y pierden firmeza. El equilibrio ideal se encuentra en torno al 85% de humedad relativa. Alcanzar este porcentaje de forma constante puede ser complicado en viviendas, pero sí es posible evitar extremos mediante una correcta ventilación y evitando lugares con condensación o con corrientes de aire que resequen en exceso el entorno. Revisar el estado de las patatas con frecuencia Aunque se sigan todas las recomendaciones anteriores, es importante revisar regularmente el estado de las patatas almacenadas. La aparición de una patata brotada o en proceso de descomposición puede afectar al resto si no se detecta a tiempo. La putrefacción genera humedad y gases que alteran el entorno de conservación, convirtiéndolo en un foco de deterioro generalizado. Realizar inspecciones cada pocos días y retirar inmediatamente las unidades blandas, verdes, con manchas o brotes visibles ayuda a mantener el resto del lote en buen estado. Además, permite reorganizar el almacenamiento si se detecta un exceso de humedad, cambios de temperatura o problemas de ventilación.

Conservar estos tubérculos de forma adecuada requiere controlar luz, temperatura, ventilación, humedad y tiempos para evitar que se deterioren y puedan mantenerse en buen estado
¿Me puedo comer las patatas con brote? Precauciones a tener en cuenta
Las patatas son uno de los alimentos más presentes en la despensa de los hogares. Su bajo coste, su valor nutritivo y su capacidad de conservación prolongada han hecho que este tubérculo forme parte de la alimentación cotidiana en todo el mundo.
Sin embargo, una de las situaciones más habituales tras adquirir una buena cantidad es comprobar, con el paso de los días, que algunos ejemplares han empezado a brotar. Este cambio no solo afecta a su textura y sabor, también puede influir en su seguridad alimentaria si no se toman las medidas necesarias.
El fenómeno de la germinación ocurre de forma natural, especialmente cuando las condiciones de almacenamiento no son las adecuadas. Luz, humedad, calor o simplemente el paso del tiempo son factores que activan el proceso de brotado.
En este contexto, una patata que parecía en buen estado puede convertirse en un tubérculo con partes verdes, blandas o con tallos, indicios de un deterioro que no solo afecta a su calidad, sino que puede acarrear la aparición de compuestos no recomendables para el organismo.
Por ello, resulta fundamental conocer los elementos que intervienen en este proceso para poder evitarlo. Conservar las patatas correctamente, atendiendo a parámetros como la temperatura, la ventilación, el nivel de humedad o el tipo de recipiente en el que se almacenan, puede marcar la diferencia entre un alimento que se mantiene apto durante semanas o uno que se estropea a los pocos días. Estas son las claves para minimizar la aparición de brotes.
La exposición a la luz
Uno de los factores más decisivos a la hora de impedir el crecimiento de brotes es la exposición a la luz. Cuando las patatas reciben iluminación directa, especialmente natural, se activa un proceso de fotosíntesis que propicia la germinación. Este cambio también provoca la aparición de una tonalidad verdosa en la piel, signo de la acumulación de solanina, un alcaloide que puede llegar a ser tóxico si se ingiere en grandes cantidades.
Para evitarlo, es esencial que las patatas se conserven en un espacio oscuro o, al menos, que no reciba luz constante. Un armario cerrado, una caja opaca o una bolsa de papel son opciones que permiten proteger el alimento de este estímulo. Cuanto menor sea la exposición lumínica, menor será la probabilidad de que se inicie el proceso de brotado.
El rango de temperatura adecuado
La temperatura a la que se guardan las patatas tiene una influencia directa en su conservación. Si se exponen a ambientes cálidos, especialmente por encima de los 10°C, tienden a brotar con mayor rapidez. Por el contrario, temperaturas demasiado bajas, como las de un frigorífico, pueden alterar sus propiedades organolépticas, haciendo que el almidón se transforme en azúcar y generando un sabor dulce no deseado.
El rango óptimo se sitúa entre los 4°C y los 10°C. En este intervalo, las patatas mantienen sus características sin acelerar su proceso de degradación. Por ello, espacios como sótanos frescos, despensas bien ventiladas o trasteros sin calefacción pueden ser lugares adecuados para su almacenamiento, siempre y cuando se mantenga un control sobre la humedad del entorno.
Controlar la humedad
El nivel de humedad del ambiente también desempeña un papel importante en la conservación de las patatas. Un exceso puede favorecer la aparición de hongos o acelerar la descomposición. Por otro lado, un ambiente excesivamente seco puede provocar la deshidratación de los tubérculos, que se arrugan y pierden firmeza.
El equilibrio ideal se encuentra en torno al 85% de humedad relativa. Alcanzar este porcentaje de forma constante puede ser complicado en viviendas, pero sí es posible evitar extremos mediante una correcta ventilación y evitando lugares con condensación o con corrientes de aire que resequen en exceso el entorno.
Revisar el estado de las patatas con frecuencia
Aunque se sigan todas las recomendaciones anteriores, es importante revisar regularmente el estado de las patatas almacenadas. La aparición de una patata brotada o en proceso de descomposición puede afectar al resto si no se detecta a tiempo. La putrefacción genera humedad y gases que alteran el entorno de conservación, convirtiéndolo en un foco de deterioro generalizado.
Realizar inspecciones cada pocos días y retirar inmediatamente las unidades blandas, verdes, con manchas o brotes visibles ayuda a mantener el resto del lote en buen estado. Además, permite reorganizar el almacenamiento si se detecta un exceso de humedad, cambios de temperatura o problemas de ventilación.