Ni Sevilla ni Málaga: las insólitas leyendas medievales del Cristo más sobrecogedor de toda la Semana Santa
En Semana Santa, los focos suelen apuntar a Sevilla, Málaga o Valladolid. Ciudades donde la liturgia se convierte en espectáculo, la música envuelve y las imágenes religiosas desfilan en medio de un fervor que mezcla fe, tradición y turismo.Sin embargo, hay otros lugares con menos ruido, pero donde la Semana Santa se vive con la … Continuar leyendo "Ni Sevilla ni Málaga: las insólitas leyendas medievales del Cristo más sobrecogedor de toda la Semana Santa"

En Semana Santa, los focos suelen apuntar a Sevilla, Málaga o Valladolid. Ciudades donde la liturgia se convierte en espectáculo, la música envuelve y las imágenes religiosas desfilan en medio de un fervor que mezcla fe, tradición y turismo.
Sin embargo, hay otros lugares con menos ruido, pero donde la Semana Santa se vive con la misma intensidad. Es el caso de Cáceres, donde el Cristo Negro destaca como su figura más poderosa.
Esta talla gótica, que jamás ha salido de la Ciudad Monumental, no busca deslumbrar, sino que impone. Procesiona sólo una vez al año, en completo silencio, de noche, por las calles empedradas del casco histórico. No hay música, ni aplausos. Sólo antorchas y túnicas negras en un rito medieval que se ha mantenido durante siglos.
El origen del Cristo Negro de Cáceres
Según los estudios más serios, el Cristo Negro fue tallado a mediados del siglo XIV, probablemente con madera traída del norte de África o incluso Etiopía. Su color oscuro no es fruto del tiempo, sino una decisión original, cargada de simbolismo.
Los pies desproporcionados, el rostro de rasgos etíopes, la expresión de agonía sin teatralidad. Nada en esta imagen se parece a lo que uno espera de un crucifijo barroco o renacentista.
La leyenda dice que fueron los templarios, tras ser perseguidos en Francia y acogidos en Portugal, quienes encargaron esta imagen. Los caballeros de la recién fundada Orden de Cristo decidieron colocarla en el Monasterio de Tomar, y más tarde, en 1490, su devoción cruzó la frontera y se instaló en Cáceres, de la mano de nobles como los Golfín y los Ovando.
Las leyendas que rodean al Cristo Negro de Cáceres
Lo que convierte a este Cristo en un fenómeno único no es sólo su origen, sino el miedo que genera. Durante siglos, los fieles se acercaron a él de rodillas, sin mirarlo directamente.
Algunos aseguraban que si lo hacías de frente, te quedabas ciego. Otros, que al tocarlo sin rezar antes, podías morir de forma fulminante. Esta creencia se instaló con tanta fuerza que hasta en pleno siglo XX era habitual acercarse a la imagen con guantes oscuros, por si acaso.
Hay constancia de que esta imagen estuvo presente en ejecuciones públicas durante el Santo Oficio. El rostro del Cristo Negro era lo último que veía el reo antes de morir. También participó en juicios simbólicos, donde algunos acusados pedían que su sentencia se dictara frente a él. Y curiosamente (según consta en los archivos de la cofradía) ninguna de esas sentencias acabó en condena.
Durante la Guerra Civil, varias bombas cayeron en los alrededores de la Concatedral de Santa María, donde se encuentra su capilla. Murieron personas a pocos metros, dentro y fuera del templo. Pero, cuentan los testigos, que quienes estaban rezando al Cristo salieron ilesos.
Hoy en día, el Cristo Negro sigue imponiendo respeto. Muchos cofrades aún evitan mirarlo a los ojos. Algunos dicen que huele a flores; otros juran haber visto moverse puertas y ventanas en casas abandonadas durante la procesión.
En los años 90, incluso, un hombre pidió ser crucificado junto al Cristo como forma de agradecimiento. La hermandad lo rechazó.